Gotham City, Ciudad Oscura (2ª parte)


En 1989 se estrenó (con gran éxito) la versión de Batman rodada por Tim Burton, a la que seguiría en 1992 Batman returns, con Michael Keaton repitiendo en el rol de Bruce Wayne / Hombre Murciélago. Uno de los aspectos más destacables de ambas películas era la recreación que en ellas se hacia de una Gotham City más gótica que nunca, caracterizada por una arquitectura monumental y desmesurada, que parecía fruto de un cruce entre Gustave Doré y un Gustave Eiffel puesto de absenta hasta las cejas. En realidad, el paisaje urbano de las películas era fruto del talento de Anton Furst, un diseñador de producción y director artístico de cine británico. Sus ideas gustaron tanto en DC que la editorial decidió que la Gotham de los comics luciese igual que su homóloga de la gran pantalla, para lo que se publicó la miniserie Destructor (Feb. de 1992), un crossover entre los tres títulos del Hombre Murciélago donde Batman tiene que investigar una serie de atentados con explosivos contra determinados edificios de Gotham que poco a poco van alterando el paisaje urbano de la ciudad, revelando otra Gotham oculta hasta entonces, repleta de estructuras de acero y ladrillo esbeltas como agujas, calles y trenes elevados, y altas torres comunicadas entre sí por pasarelas situadas a una altura de vértigo y decoradas con gárgolas y otros animales fantásticos que vigilan a sus ciudadanos desde los tejados como el mismo Batman. Una descripción que recuerda más a la de algunas vetustas urbes europeas que a una moderna ciudad norteamericana. En segundo plano, y a través de una serie de flashbacks, conocíamos a otro de los antepasados de Bruce, el juez Solomon Wayne, admirador y mecenas del joven arquitecto Cyrus Pinkney, al que encargó llevar a un nuevo nivel el urbanismo de Gotham de cara al nuevo milenio. Con el tiempo los edificios de Pinkney quedaron ocultos tras otros más modernos y anodinos, hasta que otro admirador de su obra decide sacarlos a la luz de nuevo. De tal forma, los diseños de Furst marcaron la imagen de Gotham durante la siguiente década, en particular de la mano de dibujantes como Norm Breyfogle y, sobre todo, Kelley Jones durante su larga etapa en Batman entre 1995 y 1998, y en la posterior maxiserie Gotham a medianoche (2008-2009) que homenajeaba el clásico título de terror de Tod Browning protagonizado por Lon Chaney en 1927.


Ya en 1992 Alan Grant y Norm Breyfogle cierran el círculo iniciado por Grant Morrison en 1989 con la presentación en sociedad de Jeremiah Arkham y el nuevo Asilo, a través de las páginas de The shadow of the Bat (Jun-Ag. de 1992), mientras que la prisión de Blackgate (inspirada en la célebre prisión de Alcatraz) se establece como el lugar de encarcelamiento de los delincuentes más comunes y menos excéntricos de Gotham. Con pequeñas modificaciones, el estilo Furst se mantiene hasta 1999, cuando los eventos de Aftershock y No man’s land vuelven a alterar, esta vez de forma radical, la fisionomía de Gotham City, a lo que hay que sumar ya en 2005 el estreno de Batman Begins, la primera entrega de la trilogía fílmica de Christopher Nolan centrada en los orígenes del Hombre Murciélago, con Christian Bale bajo la capucha de Batman. Al comienzo de la película vemos como Thomas Wayne había diseñado una Gotham City limpia, moderna y funcional, aunque su prematura muerte truncó ese sueño hasta acabar degenerando en esa sórdida ciudad que conocimos gracias a Miller, Max Allan Collins, Jim Starlin y otros. Una urbe incompleta, decadente y corrupta, lo que la convierte en un objetivo prioritario de La liga de las Sombras, dispuesta a purificar Gotham City (y de paso, a su autoproclamado campeón) bajo el mando de Ra’s al Gul, primero, y de su hija Talia (y su guardaespaldas Bane) después. Aunque la ciudad que vemos en pantalla tenga poco que ver (casi nada, de hecho) con la imaginería de Antón Furst, si es posible rastrear en ella la influencia de otros autores, como Marshall Rogers, John Van Fleet y, por supuesto, David Mazzuchelli.


Paralelamente, el Señor de la Noche estaba experimentando una nueva época de grandeza de la mano de dos grandes autores: Paul Dini en Detective Comics, y Grant Morrison, que regresaba al personaje para desarrollar una extensa epopeya en tres actos que abarcaría desde el Batman 655 (Sep. de 2006) hasta el final de Batman: Inc en 2013, en colaboración con diferentes artistas, entre los que cabe destacar a Andy Kubert, Frank Quitely y Tony Daniel, entre otros no menos interesantes.
En el primer acto de su obra magna, Morrison enfrenta a Batman a una organización criminal llamada El Guante Negro cuyo líder, el doctor Hurt, parece tener alguna clase de vínculo con la familia Wayne, e incluso a ratos se insinúa que podría ser el propio Thomas, el padre de Bruce, que habría fingido su muerte años atrás. Sin embargo, más tarde se descubre que Hurt es realidad un antepasado de Bruce Wayne que había participado en la ceremonia del murciélago celebrada en 1764 en la granja de Jakob Stockman, gracias a la cual había adquirido una longevidad extraordinaria. A través de diversas identidades ficticias, como la del Dr. Hurt, Thomas había influido en la vida de Bruce, en un esfuerzo por suplantarle, completar la ceremonia y hacerse con el control de la riqueza de los Wayne. En un primer asalto Batman derrota al Guante Negro, aunque a continuación fallece (en aparencia) tras su lucha con Darkseid, durante los eventos de Crisis Final. Durante su ausencia, Dick Grayson toma el relevo como el nuevo Batman, con Damian Wayne como Robin, en un segundo acto que culmina con el regreso del doctor Hurt, mientras que Bruce Wayne tiene que encontrar su propio camino hasta el presente desde el remoto pasado al que le arrojó en su momento el tirano de Apokalipsis.


En el interín, hay que mencionar la miniserie Puertas de Gotham, escrita por Scott Snyder (2011) y que viene a ser una especie de remake o puesta al día de Destructor. Al igual que en la antedicha miniserie, Puertas de Gotham nos abre una ventana al pasado reciente de Gotham, a través de la cual conocemos a las tres familias más influyentes de la ciudad: los Wayne, los Cobbepot y los Elliot, que serán quienes impulsen (a iniciativa de Alan Wayne, hijo del antedicho juez Solomon Wayne) una nueva y ambiciosa renovación urbanística para seguir modernizando Gotham, empezando por la construcción de una serie de puentes (uno por cada familia) que comunicarán la ciudad con el resto del Estado, y la permitirán expandirse más allá de sus límites originales. Dichos puentes tendrán un papel fundamental en sagas como El culto (1988), Tierra de nadie (2000) y El Caballero Oscuro: la leyenda renace (2012), tercera y última entrega de la trilogía fílmica de Christopher Nolan.


De forma paralela, Morrison estaba desarrollando su propia odisea temporal en la miniserie El regreso de Bruce Wayne (2010), en la que un amnésico Señor de la Noche debe avanzar a saltos en el tiempo, visitando diferentes versiones de Gotham y descifrando numerosos enigmas alrededor de la mansión Wayne, su familia y la propia ciudad. Al igual que en Arkham Asylum, el guionista juega a reconstruir el pasado para explicar el presente. Aquí es quizás donde se hace más evidente la influencia en su obra de sagas y autores previos, como Mike W. Barr, Jim Starlin y, sobre todo, Peter Milligan, cuya Ciudad oscura parece la piedra angular sobre la que se construye toda la historia posterior de Gotham City hasta alcanzar su apogeo en manos del guionista escocés, que a su vez con Batman: Inc (2013) cerrará toda la trama iniciada seis años atrás, no sin dejar a sus sucesores aportaciones tan destacables como la agencia secreta Spyral, la organización terrorista Leviatán o el regreso de Betty Kane, la Batwoman original, la cual hemos podido ver recientemente en pantalla con los rasgos de la actriz Ruby Rose (Orange is the new black). A título anecdótico, merece la pena señalar que Archie Goodwin y James Robinson también nos ofrecieron un vistazo a los orígenes de la mansión Wayne en la miniserie "Asedio" (Legends of the Dark Knight 134-138, Oct. de 2000 / Feb. de 2001), una historia ambientada en los años treinta y con un cierto sabor a novela negra, en la que los guionistas dejan caer que podría haber algo turbio en la fortuna de los Wayne, un recurso argumental que con posterioridad retomarían otros autores como Jeph Loeb o Grant Morrison.
Pendientes de lo que Matt Reeves nos ofrezca en The Batman (2021), pocos cambios significativos hemos podido ver en Gotham City tras la despedida del escocés, aunque sus sucesores - con Scott Snyder a la cabeza - han seguido ahondando en la historia oculta de la ciudad con sagas como El tribunal de los Buhos (2012 y posteriores) u Origen, su personal revisión del Año I del Batman del Nuevo Universo DC.


Quizás la aportación más interesante de esta última década sea la versión de Thomas Wayne que nos ofrecía Todd Philips en The Joker (2019). Frente al filántropo idealista de la trilogía de Christopher Nolan, el padre de Bruce se nos muestra aquí como un hombre de negocios duro, arrogante y algo cruel, con lo que su muerte, más que fruto de un atraco fallido, se interpreta más como un acto de justicia social durante los enfrentamientos entre el lumpenproletariado de Gotham y las élites corruptas que gobiernan la ciudad. Ahora bien, teniendo en cuenta que estamos viendo la historia desde el punto de vista subjetivo y desquiciado del protagonista, no es descabellado dudar de todo lo que vemos en pantalla. Al fin y al cabo, The Joker es un buen ejemplo de que cada uno es el héroe de su propia historia.
Como hemos visto, la historia de Gotham City es la historia de los Wayne, o lo que es lo mismo, del propio Batman, cuyos orígenes (según Peter Milligan y Grant Morrison) estarían íntimamente ligados a los de la misma ciudad. Y es que Gotham es parte fundamental del universo del Hombre Murciélago, que no se entendería en otra ciudad, salvo que fuese tan oscura, decrépita y sombría como el personaje.

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