Los investigadores de lo sobrenatural /02
Retomo el hilo de mi entrada anterior para seguir hablando de los más célebres detectives de lo sobrenatural del primer tercio del siglo XX, tras haber comentado (brevemente) a algunos de los más importantes precursores. Por cierto que al hablar sobre Conan Doyle olvidé señalar que este es el creador de otro personaje que se mueve con más profundidad que Holmes en las coordenadas del fantástico, como es el profesor Challenger, en novelas como El mundo perdido (1912) y relatos como El día que la Tierra gritó o La máquina desintegradora (1926).
Tras Hesselius, Van Helsing, Challenger y Carnacki habría que mencionar obligatoriamente a John Silence, investigador de lo paranormal, creado por el genial escritor de terror Algernon Blackwood, otro de los puntales referentes de Lovecraft (al igual que Machen). Silence (vinculado también al campo de la medicina) recuerda un poco al Carnacki de Hodgson, aunque más afable y menos misterioso. Blackwood le dedicó varios relatos algunos de los cuales han aparecido traducidos al castellano en Valdemar Gótica. Pero sin duda alguna la gran estrella del momento es Jules de Grandin, otro detective psíquico fruto de la imaginación del escritor Seabury Quinn, que le dedicó docenas de relatos además de una novela clásica dentro del género: La novia del diablo. Si Carnacki recordaba a Holmes, De Grandin nos trae más bien a la memoria a Hércules Poirot por su origen, afectación y entrañable arrogancia. No sería prudente cerrar este apartado sin mencionar al aristócrata conde de Richleau, que se enfrenta a brujos, sectas satánicas y el mal más descarnado en la novela El talismán de Set (1935) de Dennis Wheatley.
Terminada la segunda guerra mundial se enfrían tanto el mercado de las revistas pulp como el género de terror, al menos tal y como se había entendido hasta entonces. En los EEUU de la Guerra Fría y el pánico nuclear el terror gótico, Satán, espíritus, fantasmas, vampiros y demás parafernalia clásica quedan relegados a un segundo plano por el recelo anticomunista y el pánico nuclear. Mutantes, monstruos del espacio exterior, robots descontrolados o invasores alienígenas serán los nuevos iconos del terror que turbarán el sueño de los americanos a través de películas como Invasores de Marte (1953) o la insuperable La invasión de los ladrones de cuerpos (1956). En esta nueva era el concepto de investigador de lo sobrenatural se transforma, y los nuevos detectives de lo oculto miran más hacia el espacio exterior que hacia el más allá, como es el caso del mítico Dr. Quatermass (The Quatermass Xperiment, 1955, y siguientes) que a través de varias películas y diversos seriales televisivos escritos por el gran Nigel Kneale se enfrenta a toda clase de amenazas extraterrenas. Quatermass es el progenitor de una serie de detectives de lo oculto que oscilan entre el terror y la ciencia ficción y que se prolonga hasta nuestros días en la figura del agente Mulder, icono mediático donde los haya, que lo mismo persigue extraterrestres que investiga conspiraciones gubernamentales, busca al yeti en Canadá o caza vampiros en Texas.
No podemos abandonar las décadas de los 40 y 50 sin mencionar a Solar Pons, del colega y colaborador post mortem de Lovecraft, August Derleth; Pons es otro trasunto de Holmes en la línea de Sir Dennis Nayland Smith, pero más volcado hacia el terreno del fantástico y lo sobrenatural. También otros aventureros más cotidianos como el Doc Savage de Kenneth Robeson, o la Sombra de Maxwell Grant se enfrentan ocasionalmente a adversarios o amenazas de carácter más sobrenatural que mundano. Más interesante resulta Harry Dickson, el moderno Sherlock Holmes de lo sobrenatural, un detective de raíces pulp que se hizo especialmente popular gracias a la pluma de Jean Ray, uno de los más interesantes y originales escritores fantásticos del siglo XX. Sus cuentos se caracterizan por la creación de una atmósfera siniestra cargada de situaciones y personajes absurdos que lo hermanan con los surrealistas. Gracias a ello, las aventuras de Dickson se alejan del canon Holmesiano, siendo más dinámicas y fantásticas que las de su colega británico. Fue el único autor de Europa continental publicado en vida en la legendaria revista Weird Tales. Entre sus obras ajenas al ciclo de Dickson hay que destacar la excelente novela de corte gótico Malpertuis.
Y eso es todo por hoy. Paso a paso nos vamos acercando a la década de los 70 y a la gran revolución que supusieron series, comics y personajes como Kolchack, Blade o, porqué no, Scooby Doo. Pero eso, como decían en las 1000 y una noches, será otro día. Nos vemos o nos leemos, lo que ocurra primero. Un abrazo.
Comentarios
¿Nunca viste una película llamada "Remando al viento" (Gonzalo Suárez, 1987)? Sé que la vi hace años y me gustó mucho (capaz que la veo ahora y no me gusta, pero cuando la vi me gustó). Se trata de Mary Shelley, Percy y Byron (Hugh Grant es Byron); hay un enlace fantástico entre las tragedias personales de estos escritores y Frankenstein: cada vez que va a ocurrir una tragedia aparece el monstruo, es como una premoción, pero también como esa creación incontrolable. Has creado al monstruo y el mismo esacapa a tus dominios. Me pareció que la peli estaba cargada de un simbolismo super interesante, además me encantó el planteamiento de la ficción afectando a la realidad o colándose en ella.
Saludos,
Esperaré la década de los 70: sexo, drogas, rock & roll y redefinición del terror.
Si la he visto, de hecho es una de mis favoritas (y casi todas las de Gonzalo Suarez en general). Romántica, onírica y de una belleza estética rara vez plasmada en el celuloide. Fue donde se conocieron Grant y Hurley, aunque a la larga no para bien. Recuerdo que por esas mismas fechas Ken Russel dirigió una película similar, "Gothic", aunque sin el encanto ni la frescura de la de Gonzalo Suarez, Q.P.D.