La sombra de Fu Manchú (2)
Quinta parte: Presidente Fu-Manchú (1936-1948).
Aunque Fu-Manchú y Sir Denis vivan, hasta cierto punto, en su propio mundo, las novelas de Rohmer no eran ajenas a su época y no podían evitar hacerse eco de acontecimientos de tanta trascendencia como el auge del fascismo en Europa, la revolución rusa o el comienzo de la guerra civil china. Tal vez por ello el propio villano tuvo que evolucionar para adaptarse a los nuevos tiempos. Fu Manchú ya no parece tan empeñado en destruir el imperio británico, como en controlar la política europea, evitando una nueva guerra que pueda ser perjudicial para los intereses de su país. En Presidente Fu Manchú (1936) el doctor diabólico intenta colocar un hombre de paja al frente del gobierno de los Estados Unidos, aunque la acción combinada de Alan Sterling y del Agente Federal 53, más conocido por Sir Dennis Nayland Smith vuelve a frustrar sus planes por enésima vez. Con la siguiente entrega, Los tambores de Fu Manchú (1939) la serie regresa hasta cierto punto a los orígenes, ya que la acción se traslada de nuevo a Londres y se recupera a personajes clásicos como Fah Lo Suee, ahora llamada Koreani. Por cierto, Los tambores de Fu Manchú conoció también una versión televisiva (1940), con el actor Henry Brandon tomando el relevo de sus predecesores.
La isla de Fu Manchú (1941) retoma ese ambiente de novela de espionaje a lo Ian Fleming que Rohmer ensayara ya en La novia de Fu Manchú (1933), y que reaparecerá, años más tarde, en la última de las novelas del buen doctor publicada en España: La sombra de Fu Manchú (1948), donde el siniestro personaje está más preocupado por librar a su país de caer bajo la esfera de influencia del comunismo (recordemos que la revolución maoísta tiene lugar en 1949, mientras que en 1912 ya se había depuesto al último Emperador de la dinastía Qing) que por someter al mundo libre. Poco a poco el personaje ha ido evolucionando de ser un terrorista y asesino implacable para convertirse en un incómodo aliado (a ratos) que comparte, hasta cierto punto, los intereses de las potencias occidentales.
Sexta parte: El Fu Manchú inédito (1949-1973).
Como escribíamos poco más arriba, no sólo La sombra de Fu Manchú (1949) es el último de los títulos del infame doctor publicados en castellano, sino que el propio Rohmer decidió tomarse un descanso de su creación y no sería hasta 1957 que lo retoma en Re-Enter Fu Manchú y Emperor Fu Manchú (1959). Ya a título póstumo aparecería The Wrath of Fu Manchú (1973), una colección de relatos cortos inéditos que vienen a completar la saga.
Eso no quiere decir que la figura del buen doctor cayese en el olvido: en 1956 se estrena otro serial televisivo, The adventures of Fu Manchú, mientras que el editor y escritor August Derleth decidió prolongar sus aventuras haciéndole cruzar espadas con un personaje de su propia cosecha, Solar Pons, una especie de remedo ocultista y paranormal de Sherlock Holmes.
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| Christopher Lee, el mejor Fu Manchú en pantalla |
Séptima parte: Los años de la Hammer (1965-1969).
Curiosamente, Fu Manchú fue uno de los protagonistas del revival de monstruos y criaturas siniestras que la productora Hammer rescató durante su breve pero intensa trayectoria, quizás porque ya contaban con un actor de la talla de Christopher Lee para interpretar al Dr. Fu Manchú y el británico, con unos leves retoques cosméticos, podía encajar perfectamente en la descripción que Nayland-Smith hacía de su archinémesis. Así, entre 1965 y 1969 se rodaron cinco películas, a cuál más bizarra (de hecho, las últimas fueron dirigidas por el inefable Jesús “Jess” Franco) que, si bien se inspiraban en las novelas de Rohmer, no adaptaban con especial fidelidad ninguna de ellas, optando por el tono Pulp y más inquietante del Canon. Dichas películas fueron:
- El regreso de Fu-Manchú (Don Sharp, 1965).
- Las novias de Fu-Manchú (Don Sharp, 1966).
- La venganza de Fu-Manchú (Jeremy Summers, 1967).
- Fu-Manchú y el beso de la muerte (Jesús Franco, 1968).
- El castillo de Fu-Manchú (Jesús Franco, 1969).
En general, son filmes de bajo presupuesto que intentan suplir con mucha imaginación (y con el carisma de Lee) el ambiente de las novelas de Rohmer, aunque forman un pequeño universo cerrado en sí mismas y apenas hay referencias cruzadas entre ellas, o con otras obras del novelista británico. Todavía son relativamente accesibles, y no hace muchos años se editó un pack con las cinco películas en DVD.
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Octava parte: El mundo volverá a saber de mi (1974-1982).
A principios de los setenta, Marvel Cómics se hizo con los derechos de las novelas de Sax Rohmer, pero en vez de adaptarlas fielmente decidió crear nuevas historias en la que el buen doctor fuese el adversario recurrente, mientras que el papel protagonista recaería en su hijo Shang Chi, fruto de su unión con una deportista norteamericana. La colección, que duró 125 números entre 1974 y 1982, recuperaba a algunos personajes originales (como Nayland Smith, el Dr. Petrie, Fah Lo Suee, Karamaneh o Shan Greville) con otros nuevos creados exprofeso para la serie, como Black Jack Tarr, Clive Reston o Leiko Wu, el interés romántico de Chi (y del propio Reston). Durante ocho años, el grupo frustrará varios planes del diabólico doctor para hacerse con el control del mundo, bajo la batuta de Doug Moench, acompañado en el apartado gráfico por artistas del calibre de Paul Gulacy, Mike Zeck o Gene Day. Al final, y tras la (aparente) enésima muerte de Fu Manchú, la colección cerró sus puertas, aunque Moench prolongó las andanzas de su hijo pródigo en diversos especiales y miniseries, como la que le llevó a reunirse con Paul Gulacy de nuevo en 2002 bajo el sello MAX.
El tono de la serie, por su parte, fue evolucionando desde el ambiente Pulp y el homenaje a las novelas originales a adquirir una personalidad más propia con la llegada de Paul Gulacy, que, junto con Moench, imprimieron un rumbo más aventurero y de espionaje a las historias de Shang Chi, auténticos juegos de engaño y muerte en el que el aliado de hoy es el enemigo de mañana y donde apenas puedes confiar en nada ni en nadie. En general, este ambiente de intriga se mantuvo con sus sucesores, aunque el barroquismo de Day le daba un toque extra de suspense a la serie, casi de terror, como una especie de homenaje encubierto a la etapa de la Hammer. Moench se convierte así en el autor que más historias ha escrito sobre Fu Manchú, después de su creador original, pudiendo ser considerado con toda justicia como el más digno de los sucesores de Sax Rohmer.
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| Shang Chi, en carne y hueso |
Novena parte: La importancia de llamarse (o no) Fu Manchú (1983-2022).
Paralelamente, Marvel había dejado expirar los derechos sobre la obra del escritor, por lo que si bien podían seguir usando a los personajes de su propia cosecha (como Shang, Black Jack Tarr, Reston o Leiko) no podían hacer lo mismo con los personajes originales de Rohmer, como Nayland Smith, el Dr. Petrie, Fah Lo Suee o el propio Fu Manchú, por lo que el estatus de Shang Chi dentro de Marvel se volvió un poco confuso hasta que Ed Brubaker vino a resolverlo dentro de las páginas de Vengadores Secretos (2008). Sin embargo, la versión cinematográfica de 2021 obvia la versión de Brubaker, haciendo que en su lugar Chi sea hijo del Mandarín y de una chica, también oriental, y nativa de una ciudad mágica que coexiste en una realidad paralela a la nuestra (para más información al respecto, véase nuestro artículo dedicado a Shang Chi y la leyenda de los diez anillos, 2021). De hecho, la nueva colección en comic de Shang Chi es un híbrido entre lo visto en el cine y lo establecido por Brubaker, con un Shang Chi más asiático y oriental que nunca, mientras que su padre ha cambiado de nombre y ha visto sensiblemente alterado su background. Cosa que no parece importarle a nadie, porque los detentadores de los derechos de la obra de Rohmer hace años que no autorizan la reedición de las novelas, por considerarlas racistas, supremacistas y políticamente incorrectas.
La última edición en castellano fue la de ediciones B (1998), que sacó tres volúmenes en tapa dura que recopilaban los nueve primeros títulos de la saga (es de suponer que faltó un cuarto volumen que recuperase el resto del material, tanto el ya publicado como el inédito). También hace poco SD aprovechó una reedición de la serie original en los EE. UU. para publicarla en castellano, en siete volúmenes de su colección Limited, que se completan con otro álbum que incluía aventuras más recientes del personaje y crossovers con otros héroes de la casa (Los mejores golpes, 2016). Quien tenga todo este material debería de atesorarlo como oro en paño, ya que mientras otras sagas y autores se editan y reeditan hasta la saciedad, Rohmer y su obra parecen condenados al ostracismo, más incluso que Ian Fleming, Agatha Christie o Roald Dahl y otros autores tildados de “políticamente incorrectos” y que han salido adelante con pequeños retoques en su obra.
El repaso no estaría completo sin mencionar el testamento cinematográfico de Peter Sellers, El diabólico Dr. Fu Manchú, que ya en 1980 pretendía ser una parodia de las aventuras del buen doctor y de sus nobles contrincantes. Se dice que un mito empieza a degenerar cuando llegan las parodias (Abbot y Costello son buena muestra de ello), más incluso que cuando cae en la serie B (hay series B muy dignas y respetables) y qué duda cabe que la película de Sellers era una buena muestra de que los tiempos estaban cambiando y de que el Dr. Fu Manchú ya no tenía cabida en el panteón de villanos de fines del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI… ¿O sí? Los buenos villanos (como los rockeros) nunca mueren, las modas vienen y van, y China se perfila como uno de los grandes rivales militares y económicos de Europa y los EE. UU. para lo que resta de siglo (y quien sabe si para muchos años más). Así que no es descartable que el doctor diabólico regrese, empeñado en reinstaurar la gloria de la vieja china Imperial, o reencarnado en algún burócrata del partido, aunque eso, como se suele decir, ya es otra historia…







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