El péndulo de Foucault
Título: El péndulo de Foucault.
Autor: Umberto Eco.
Año de publicación: 1988.
Editorial: Lumen (España).
ISBN: 84-264-1188-6
Sinopsis:
Tres intelectuales que trabajan en una editorial en Milán establecen, por razones en un primer momento profesionales, relaciones demasiado estrechas con autores que se interesan por las ciencias ocultas, las sociedades secretas y las conjuras cósmicas. Inventan, por puro juego, un complejo “plan”, urdido supuestamente por los templarios hace siete siglos y mantenido hasta hoy. Pero alguien tomará en serio este juego y se verán inmersos en una alucinante pesadilla.
Reseña:
“¿Cuál es la influencia oculta que actúa en la prensa, y en todos los movimientos subversivos que hay a nuestro alrededor? ¿Se trata de varios Poderes? ¿O hay un Poder, un grupo invisible que dirige a todos los demás: el círculo de los Verdaderos Iniciados?
(Nesta Webster, Secret societies and subversive movements, London, Boswell, 1924, p. 348).
Tras el éxito de El nombre de la Rosa, Umberto Eco descolocó a todos los que esperaban que incidiese en la misma temática, al descolgarse con este Péndulo de Foucault, una obra iniciática y hermética que – paradójicamente – supone una crítica hacia toda esa literatura esotérica y ocultista que hunde sus raíces en la Edad Media para resurgir con fuerza durante el siglo XIX y principios del siglo XX. Es también la reconstrucción de una época de la historia cercana de Italia (las dos décadas que van entre 1968 y 1988), así como una acerada disección de los mecanismos editoriales del país plasmados en el doble juego de las editoriales Garamond y Manuzio, una táctica que hoy día nos resulta muy habitual pero que entonces estaba dando sus primeros pasos.
De hecho, ese doble juego editorial es el que lleva a conocerse a los tres protagonistas, gente del mundo de la literatura, que deciden (medio en serio, medio en broma) escribir el ensayo definitivo sobre el ocultismo y las conspiraciones ocultistas que han salpicado buena parte de la historia, desde los templarios al nacionalsocialismo, pasando por los Jesuitas, los rosacruces, los Iluminati, el viejo de la Montaña y los Protocolos de los Sabios de Sion. Como inspiración, toman un viejo manuscrito de Manuzio sobre una supuesta conjuración templaria (cuyo autor había desaparecido poco después de entregarlo) para que sirva de punto de partida y eje vertebrador de un supuesto Plan templario a través del cual reconstruyen la historia del Hermetismo y, con ella, la historia de la humanidad durante los últimos seis siglos. Para ello recurren al método de los propios esotéricos: establecer analogías y buscar conexiones entre diferentes hechos, por aleatorias que parezcan, hasta tejer una imbricada telaraña en la que todo está relacionado entre sí y el motor de la historia ya no es la economía, como diría Marx, sino dicho imaginario plan del Temple para dominar el mundo gracias a una herramienta de un poder irresistible. Pero ¿es realmente imaginario? Porque a partir de cierto punto, las fronteras entre lo real y lo imaginado empiezan a difuminarse. Los tres hombres tienen la sospecha de estar siendo seguidos y espiados, y pronto empiezan a ocurrir cosas a su alrededor que los llevarán (a ellos, y al lector) a cuestionarse si realmente han inventado el plan, o este existía y lo han descubierto por pura casualidad (o causalidad, que diría Diotallevi).
Conclusión:
Como decíamos, Eco no tomo para su siguiente novela el camino fácil de continuar las aventuras de Fray Guillermo de Baskerville, aunque El nombre de la rosa inspiró varias series de monjes detectives medievales como el Fray Cadfael de Ellis Peters, sino que se decantó por una historia diferente, aunque – hasta cierto punto – interconectada, con una estructura similar, casi iniciática, repleta de abundantes citas y una erudición poco habitual en este tipo de novelas, que a veces rompe el ritmo y saca al lector de la historia principal. Sin embargo, superados esos obstáculos, la novela comienza a coger impulso y atrapa de nuevo a este con la misma intensidad que Casaubon, Belbo y Diotallevi se ven atrapados por su criatura que, cual monstruo de Frankenstein, acabará volviéndose contra sus propios creadores en castigo por su arrogancia.
A pesar de la relativamente tibia acogida que tuvo en su momento (las comparaciones son odiosas, y más cuando son entre obras del mismo autor) con el tiempo El péndulo de Foucault ha adquirido cierto estatus de obra de culto, contribuyendo a poner de moda el neotemplarismo y el thriller histórico, tal y como demuestran el éxito de El código Da Vinci (2006) de Dan Brown (y todos sus imitadores, que imitaban a Eco sin saberlo), Caballeros de la Vera Cruz (2007) de David Camus o la trilogía templaria de Peter Berling. La influencia del libro de Umberto Eco se extiende incluso a comics como El misterio de la sagrada familia de Martin Mystere (Bonelli Ed., 1992), o sagas de videojuegos como Assassins Creed de Ubisoft. Es cierto que no es un libro fácil, todo lo contrario, pero quien se aventure a adentrarse entre sus páginas acabará atrapado en el plan sin remedio y, como sus autores, no volverá a contemplar la realidad con los mismos ojos.
“Terribilis est locus iste”
(Inscripción en la portada de la iglesia de Rennes-le-Château, Francia).






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