La sombra de Fu Manchú (1)

Sax Rohmer

Londres, entre las brumas del Támesis y las sombras de los sucios callejones de Limehouse. Persecuciones contrarreloj. Crímenes nocturnos. Venenos, puñales y otras trampas mortales. Bellas mujeres, tan inocentes como peligrosas. Una amenaza imparable que pone en riesgo la supervivencia del Imperio británico y, por extensión, del modo de vida occidental. El beso Zayat. El Si-Fan. El consejo de los Siete. Dacoits, thugs, phansigars, hashasins, guerreros del amanecer dorado. Y por encima de ellos, la sombra siniestra, refinada e implacable del Dr. Fu Manchú.
Con la figura del diabólico doctor, Arthur Sarsfield Ward, más conocido como Sax Rohmer (1883-1959) creo la quintaesencia del peligro amarillo, así como a uno de los villanos más populares y carismáticos de la literatura, el cine y el tebeo popular de las últimas décadas. Brillante, justo pero severo, e implacablemente decidido a destruir la supremacía blanca en aras de su patria natal, Fu Manchú se ha convertido en todo un icono que ha inspirado a otros personajes similares (como Ming el cruel, la Garra Amarilla o el Dr. No) además de prestar nombre a una banda californiana de Rock, y dar pie a una de las mejores colecciones de comic jamás publicadas por Marvel, la protagonizada por su renegado hijo Shang Chi. Sin embargo, lo que no consiguieron Nayland Smith, James Moriarty, Sherlock Holmes, Solar Pons, el MI-6 o la CIA, lo ha logrado el paso del tiempo, la nueva ola de corrección política y la indiferencia de las nuevas generaciones de lectores, que ya no conectan con las aventuras del buen (según como se mire) doctor. Y es que, mientras que otros autores han podido salir adelante con algunos pequeños retoques cosméticos (caso de Agatha Christie, Roald Dahl o Ian Fleming) Rohmer y sus historias sobre el peligro amarillo resultan demasiado arriesgadas para el público actual, tal y como están repletas de tópicos de género y estereotipos raciales, algo por otra parte muy común en su época (basta con pensar en la obra de gente como H. P. Lovecraft o Robert E. Howard). Un recelo que suele ser fruto más del desconocimiento, y de una cierta ingenuidad intelectual, que de auténtica hostilidad hacia otras razas. Sin embargo, en el Zoco nos confesamos admiradores devotos de Sax Rohmer (al que ya le hemos dedicado algunas entradas) y de su inmortal creación. Vaya, pues, nuestro análisis (a la vez que homenaje) sobre la obra de este interesante autor, auténtico abanderado del pulp y precursor de Ian Fleming. Un poco más de sombras y niebla, por favor.

Primera parte: el Canon (1913-1917).


“- Un caballero desea verle, doctor.
A través de la plaza, el reloj tocó la media.
- ¡Las diez y media! – dije -, ¡Un visitante tardío! Hágale pasar, por favor”.

Con estas líneas empieza El misterioso Dr. Fu-Manchú (1913), primera de las aventuras escritas por Sax Rohmer protagonizadas por el implacable genio criminal y su eterna némesis, Sir Denis Nayland Smith, que en esta ocasión está acompañado por su buen amigo, el doctor Petrie, en lo que viene a ser una clara alusión a la dupla formada por Holmes y Watson, aunque con el tiempo los personajes de Rohmer cobran vida propia al margen de sus modelos. Smith, por ejemplo, es más un hombre de instinto y acción que una fría máquina de pensar, mientras que Petrie evolucionará de ser un simple médico londinense a un respetado científico, alabado incluso por el propio Dr. Fu-Manchú, el cual no duda en poner su vida en sus manos en, al menos, un par de ocasiones. En cuanto al propio villano, así es como Smith se lo describe a su compañero:
“Imagínese a una persona alta, delgada y felina, de hombros altos, cejas a lo Shakespeare y cara de demonio, el cráneo afeitado y unos ojos alargados, magnéticos, verdes como los de un auténtico gato. Dótele usted de toda la astucia cruel de una raza oriental acumulada en una única inteligencia gigantesca, con todos los recursos de la ciencia antigua y actual, con todos los recursos, también, de un gobierno poderoso y que, no obstante, ha negado tener siempre conocimiento de su existencia. Imagínese ese ser monstruoso y tendrá usted el retrato mental del Dr. Fu-Manchú, el peligro amarillo encarnado en una sola persona”.
Durante tres novelas, Smith y Petrie se embarcan en una carrera contra el tiempo para impedir los ambiciosos planes del genio oriental. La mayoría de las veces llegan demasiado tarde, unas pocas empatan y, en muy contadas ocasiones, logran frustrar los planes del diabólico doctor que, no obstante, siempre se las arregla para resurgir de sus cenizas, cual ave fénix. En El misterioso Dr. Fu-Manchú parece morir abrasado; en El regreso del Dr. Fu-Manchú (1915), cae abatido de un disparo en la cabeza, propinado por Karamaneh; y en Los misterios del Si-Fan (1917), ahogado. No importa. Como diría el propio doctor, “El mundo volverá a saber de mí”.
Estas tres primeras novelas suponen el Canon primordial. Con el tiempo, Rohmer añadiría nueva información sobre el talento y los orígenes del villano, pero todo lo fundamental ya está aquí. Son historias Pulp, donde la aventura está sazonada con abundantes dosis de misterio, suspense y, en ocasiones, horror, ambientadas en un Londres fluvial siempre cubierto por la niebla donde todo es posible, los cadáveres flotan río abajo, y el peligro acecha a la vuelta de cada esquina.

Segunda parte: los años perdidos (1917-1931).

Durante casi quince años, Rohmer no escribió nuevas historias protagonizadas por el siniestro Dr. Fu-Manchú, lo que no quiere decir que este se resignase al olvido. En El escorpión de oro (1919) el detective Gastón Max y su compañero, el Dr. Stuart, han de enfrentarse a Fo-Hi, otro miembro del Si-Fan y colaborador de Fu-Manchú, el cual tiene una breve aparición en la historia, lo que la situaría cronológicamente en torno a 1915, cuando este aún estaba vivo. Más tarde, en 1984, Cay Van Ash nos revela una aventura inédita donde Sherlock Holmes y el Dr. Petrie tienen que aunar esfuerzos para rescatar a Smith y descubrir el enésimo plan secreto del diabólico doctor. Sherlock Holmes contra Fu-Manchú se desarrolla de forma paralela a los eventos de Los misterios del Si-Fan (1917), antes de la aparente muerte del Dr. Fu-Manchú, por lo que aparecen algunos personajes comunes (como la mestiza Zarmi, o el inspector Weymouth) y, por su interés, merece con toda justicia formar parte del Canon original de Rohmer.
Más recientemente (2003), el a ratos excéntrico, pero siempre genial guionista Alan Moore nos reveló en la primera entrega de La liga de los caballeros extraordinarios que el señor del crimen oriental ya estaba activo en Inglaterra en una época tan temprana como 1898, durante la cual sostuvo una guerra secreta contra el profesor Moriarty por el control de los bajos fondos de Londres, mucho antes de que Smith y él se encontrasen por primera vez en Birmania, en 1911.

Tercera parte: El regreso de Fu-Manchú (1931-1934).

Werner Oland como Fu Manchu

Indirectamente, fueron el cine y los seriales radiofónicos los que trajeron de vuelta al personaje. En 1929 se estrena El misterioso Dr. Fu-Manchú, con el actor Werner Oland en el papel del siniestro villano oriental. Oland repetiría al año siguiente en La expiación del Dr. Fu-Manchú, películas ambas libremente inspiradas en la trilogía original de Rohmer, pero para proseguir la serie hacían falta nuevas historias, por lo que el autor decidió ponerse de nuevo tras la máquina de escribir y publicar La hija de Fu-Manchú (1931), una aventura de corte más exótica, donde la acción se traslada desde Londres a El Cairo, ciudad en la que residen ahora el Dr. Petrie y su esposa, Karamaneh. Los trabajos del arqueólogo Sir Lionel Barton (que ya había aparecido como personaje secundario en obras previas) han llamado la atención del Si-Fan y, en concreto, de una de sus mejores agentes: Fah Lo Suee, alias madame Ingomar, y más conocida como la hija de Fu-Manchú. Con Petrie casi retirado, Smith busca ayuda en la figura del también arqueólogo Shan Greville y su prometida Rima, sobrina de Sir Burton. Casi al final de la novela, un envejecido Fu-Manchú reaparece para atestiguar que sobrevivió a su aparente muerte en 1917. ¿Acaso se estaba planteando Rohmer jubilar al buen doctor, y reemplazarlo por su hija? Es difícil saberlo. En cualquier caso, cuando Greville vuelve a encontrase con el genio del crimen en la siguiente entrega de la serie, La máscara de Fu-Manchú (1932), este aparece mucho más joven y activo, gracias a su perfeccionado elixir vitae que no sólo le permite prolongar su existencia, sino combatir los efectos del paso del tiempo. Es posible que Rohmer reciclase su idea sobre Fah Lo Suee para crear otro personaje similar y mucho más exitoso, como es el caso de Sumuru. Es interesante asimismo constatar que, en La máscara, Fu Manchú se presenta como una especie de profeta o Mahdi similar al Nathok el Velado de Robert E. Howard, el cual a su vez rendiría homenaje al propio Rohmer en su novela Rostro de calavera y sus secuelas.
Tanto La hija como La máscara de Fu-Manchú conocieron sendas (e igualmente libres) adaptaciones cinematográficas, aunque en la segunda es el célebre actor Boris Karloff quien toma el relevo de Oland como el fanático señor del crimen oriental. Entretanto, el mundo real estaba cambiando. En 1922, Egipto se independiza del imperio británico y se transforma en el reino de Egipto, mientras que en 1927 comienza la guerra civil China, que redefinirá el estatus del propio Dr. Fu-Manchú y su papel como líder del Si-Fan, ahora una organización mucho más internacional, que no sólo engloba a orientales, sino también a árabes y otros pueblos africanos.

Cuarta parte: Desde Montecarlo, con amor (1933-1934).

Las novias de Fu Manchú

Con Fu-Manchú de nuevo joven y activo en un mundo que poco a poco se encamina hacia un nuevo desastre bélico, las novelas de Rohmer van perdiendo algo de ese espíritu Pulp de los comienzos para acercarse al género de espionaje, con sus bases subterráneas, sus laboratorios secretos, sus plagas artificiales, sus secuaces y toda una serie de gadgets futuristas que no desmerecen los inventos de la sección Q. De hecho, La novia de Fu-Manchú (1933) es uno de los títulos más populares de toda la saga, que marca un nuevo rumbo en la trayectoria de los protagonistas. A los ya habituales Smith y Petrie, Rohmer añade al botánico Alan Sterling y Fleurette, la hija secreta del Dr. Petrie y Karamaneh, destinada a ser la futura esposa de Fu-Manchú hasta que esta se enamora de Sterling. Curiosamente, se trata este de un recurso muy habitual en las novelas de Rohmer, donde es casi un tópico que las agentes de Fu-Manchú se enamoren a primera vista del socio de Sir Denis, tal y como ocurre entre Petrie y Karamaneh, Fleurette y Alan Sterling, la señora Adair y Mark Hepburn, Ardatha y Bart Kerrigan, Camille Navarre y Morris West, o Fah Lo Suee y el propio Nayland Smith. Pese a lo cual, el buen doctor no se da por vencido, y sigue empleando a secuaces jóvenes y hermosas, las cuales le traicionan una y otra vez apenas conocen al héroe de turno.
En otro orden de cosas, los planes de boda del Dr. Fu-Manchú no dejan de recordarnos los orígenes de Shang Chi, el maestro del Kung Fu de Marvel, cuya madre fue escogida por el propio doctor para engendrar su progenie debido a sus particularidades físicas y genéticas, aunque una vez conseguido su propósito perdió todo su interés en ella. Tal vez ese hubiera sido el destino de Fleurette, de no haberse interpuesto Alan Sterling en su camino.
Frustrados sus planes en Montecarlo, la caza del criminal continúa en El rastro de Fu-Manchú (1934), ahora de vuelta en Inglaterra. De toda la saga, este es la entrega en el que el villano pasa por su peor momento, con su organización desarticulada, y perseguido (y casi acorralado) por Smith y sus hombres, pese a lo cual logra escabullirse de nuevo. El rastro de Fu-Manchú nos amplia también varios detalles sobre la biografía del villano, algunos ya presentes en la saga, como su talento para hablar diferentes lenguas, mientras que otros resultan más novedosos y sorprendentes, como su amplia colección de doctorados o el hecho de que pueda tener (según Smith) unos 160 años, gracias a las cualidades preservativas y regeneradoras del elixir vitae.

(Continuará....)

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