Leonard Nimoy: Mucho más que Mr. Spock (1)


A lo largo de la historia del Séptimo Arte, no pocos actores han acabado fagocitados por el éxito de su personaje más popular. En el imaginario colectivo, Bela Lugosi siempre será Drácula; Johnny Weissmuller siempre será Tarzán de los monos; George Reeves siempre será Superman, el Hombre de Acero, y Sean Connery siempre será el mejor agente con licencia doble cero al no tan secreto servicio de Su Majestad. Ese podría haber sido también el caso de Leonard Nimoy y su alter ego vulcano (¿o vulcaniano?), Mr. Spock. Pero como a él le gustaba recordar, Leonard Nimoy era mucho más que Spock, e incluso mucho más que actor. Su personalidad inquieta y experimental le llevó a probar suerte (con distinta fortuna) en campos tan variados como la dirección, la poesía, la fotografía o la música, además de desarrollar una interesante trayectoria cinematográfica y televisiva al margen de Star Trek y su personaje más popular y recordado.
Precisamente por eso, en este artículo nos proponemos olvidarnos (con perdón) de Mr. Spock para centrarnos en esas otras facetas (y papeles) menos conocidos de Leonard Nimoy, pero no por ello menos interesantes. Un recorrido nostálgico (y algo reivindicativo) por la vida y obra de este entrañable actor, que él mismo sin duda hubiese agradecido.

1. To bodly go... (1931-1968):

Oriundo de la costa este, Leonard Nimoy vino al mundo en Boston, Massachusetts, un 26 de marzo de 1931. Actor desde muy temprana edad, debutó en la gran pantalla como miembro del reparto de la comedia Queen for a day (Arthur Lubin, 1951), al que seguirían otros trabajos igualmente discretos en Zombis de la estratosfera (Fred C. Brannon, 1952), el western Old Overland Trail (William Witney, 1953) o el clásico de la ciencia ficción La humanidad en peligro (Gordon Douglas, 1954) como un no acreditado sargento del ejército.
A partir de 1955 su rostro comenzó a hacerse habitual gracias a su participación en diversas series televisivas como West Point (1956-1957), Submarino (1957-1958), Flecha Rota (1957-1958), Patrulla de Tráfico (1957-1958), Target (1958), Mackenzie’s Raiders (1959), Investigador submarino (1958-1960), El Hombre Alto (1960-1961), Caravana (1959-1962) o La Hora Once (1963-1964), además de apariciones episódicas en series de culto de la época, entre las que cabe destacar La dimensión desconocida (Ep. "A quality of mercy", 1961), Hospital General (Ep. 1.17, 1963), The Outher Limits (dos episodios en 1964) o Superagente 86 (Ep. "The Dead Spy Scrawls", 1966), que le sirvieron para ser invitado al casting de Star Trek y, a la postre, para ser elegido como el frío y cerebral Mr. Spock. Pese a algunas divergencias con los productores, Roddenberry tenía muy claro que la presencia de Spock en pantalla (y, sobre todo, su interacción con Kirk y McCoy) era fundamental para el éxito de la serie, y el tiempo se encargó de darle la razón: el vulcano se convirtió, muy a su pesar, en uno de los personajes de ficción más populares del momento, auténtico icono pop que encumbró a un Leonard Nimoy el cual sentía que, dentro de lo malo, gracias a él podía permitirse explorar nuevas y más arriesgadas perspectivas profesionales.


2. Los años perdidos (1969-1979):

En una poco conocida entrevista de 1976 el actor confesaba su decepción con respecto a la tercera temporada de la serie original que, por comparación con las dos primeras, le parecía menos fresca y más repetitiva, por lo que no compartió en su momento el disgusto generalizado de sus compañeros cuando el show fue cancelado sino que lo vio, más bien, como una oportunidad de alejarse de la sombra de Spock y abordar otros registros. Así, casi seguido, pudimos verle interpretando al agente Paris en la serie original de Misión: Imposible, durante su cuarta y quinta temporadas (1969-1971). Ese mismo año protagonizó el western El oro de nadie (Catlow, 1971), tras lo cual aparecería como actor invitado en las series Night Gallery (Ep. "She’ll Be Company for You", 1972) y Colombo (Ep. "A stitch in Crime", 1973), donde interpretaba a un cirujano homicida que está a punto de cometer el crimen perfecto hasta la intromisión del célebre teniente de policía. Pero sin duda, lo más destacable de esta época es su gran trabajo como el Dr. David Kibner en la película La invasión de los Ultracuerpos (Philip Kaufman, 1978), remake del clásico de Don Siegel de 1956, ambos inspirados en la novela del mismo título de Jack Finney. La versión de Kaufman es uno de esos escasos ejemplos en que un remake iguala o supera a su original, gracias en buena medida a su excepcional reparto, que además del propio Nimoy incluía a Donald Sutherland, Brooke Adams, Verónica Cartwright y un jovencísimo Jeff Goldblum. En esta inquietante parábola sobre la alienación y la incomunicación del mundo moderno, Nimoy interpreta a uno de los primeros convertidos, y líder de las semillas alienígenas que poco a poco van suplantando a los ciudadanos originales.
Curiosamente, mientras que las demás copias se caracterizan por su aire serio y distante, el Kibner-copia es mucho más humano, y se comporta de forma tan convincente que engaña incluso a sus propios amigos, que no descubren su naturaleza alienígena hasta que este decide revelársela. No deja de ser interesante que tras hacerse famoso por interpretar un personaje similar (como es Mr. Spock) Nimoy abordase el papel del Dr. Kibner casi como su opuesto, destacando sus aspectos más humanos, tal vez en un afán inconsciente de no convertirle en una copia insípida del vulcano. Si es así no cabe duda que su decisión fue todo un acierto ya que - Star Trek aparte - su interpretación en esta película me parece su mejor trabajo, lo cual, tratándose de alguien con una filmografía tan extensa - y tan interesante - como es la de Nimoy, no es poco decir.
Pese a todo, el actor no pudo liberarse del todo de la sombra de Mr. Spock, ya que le volvió a prestar su voz al personaje durante las dos temporadas de la serie animada (1974-1973). Y además, el éxito de Star Trek: la película y, con él, el renacer de la franquicia, aguardaban a la vuelta de la esquina. Pero no adelantemos acontecimientos...


3. Star Trek, Phase II

Los setenta fueron buenos años para el género fantástico. El éxito de películas como La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977) o Encuentros en la Tercera Fase (Steven Spielberg, 1978) y de shows televisivos como Battlestar Galáctica (1978-1979), demostró que la ciencia ficción podía ser rentable más allá de la serie B. De hecho, Paramount llevaba algún tiempo planeando un relanzamiento de la franquicia de Star Trek, provisionalmente titulado Phase II, con algunos cambios significativos con respecto a su predecesora. Al ser requerido Nimoy para retomar su papel como Spock en la nueva serie este se negó, lo que obligó a reemplazarlo por un nuevo personaje, el vulcano Xon, interpretado por el actor David Gautreaux. Sin embargo, el proyecto se transformó sobre la marcha en un filme de gran presupuesto y Phase II quedó descartada. Algunas de sus ideas se reutilizaron para el guión de la película, mientras que otras sirvieron de inspiración para la serie Star Trek: La nueva Generación. Y finalmente, fue a Spock, y no a Xon, quién vimos en pantalla. ¿Por qué? ¿Cuáles fueron las circunstancias que motivaron el cambio de opinión del actor? Para contestar a estas preguntas, es necesario retroceder varios años en el tiempo, hasta la época inmediatamente posterior a la cancelación de la serie original.


4. Los nuevos viajes (1979-1994):

Tal y como comentábamos más atrás, las inquietudes personales de Nimoy no se limitaban al campo de la interpretación. Como buen profesional, sentía que debía involucrarse más a fondo en todos los aspectos técnicos de cada proyecto en el que se involucraba. Es público y conocido que en sus conversaciones con Roddenberry aportó no pocas sugerencias acerca de la personalidad de Spock que finalmente fueron trasladadas a los guiones y se convirtieron en canónicas. Ya en los setenta, hizo sus pinitos detrás de la cámara dirigiendo un episodio de la serie de televisión Night Gallery (Ep. "Death on a Barge", 1973) tras haber aparecido como actor invitado en un episodio anterior (Ep. "She’ll be a company for you", del mismo año). Cuando el proyecto para relanzar Star Trek entró en una nueva y más ambiciosa fase (valga el juego de palabras) el actor vio una oportunidad de condicionar su regreso a cambio de que le permitieran participar en los guiones e, incluso, perfeccionar su faceta como director. Al final, la Paramount aceptó y Nimoy retomó su rol como Spock en Star Trek: La película, en lugar del inicialmente previsto Xon, aunque el actor David Gautreaux tuvo un pequeño papel en pantalla como el Comodoro Branch.
Así, Nimoy dirigió las entregas III y IV de la saga cinematográfica, además de colaborar en varios guiones, en especial el de Star Trek IV: Misión: Salvar la Tierra (1986), que se convirtió en una de las películas más rentables de la franquicia.
Paralelamente, el actor había participado en varios proyectos más personales como Vincent (1981), un biopic sobre el célebre pintor postimpresionista, escrito y dirigido por el propio Nimoy, el cual se reservó el papel de Theo, el hermano menor del artista. En 1983 dirigió el Ep. "The Decoy", de la serie de televisión T. J. Hooker, protagonizada por su amigo y compañero William Shatner, con el que volvió a compartir pantalla poco después en otro episodio de la misma serie, "Vengeance is Mine", donde Nimoy interpretó al teniente Paul McGuire. A título anecdótico, en 1984 colaboró en el videoclip Going down to Liverpool, del grupo californiano The Banglesh.
El éxito de Star Trek IV le abrió, a su vez, las puertas a nuevos trabajos ajenos a la saga estelar creada por Gene Roddenberry. En 1987 dirigió Tres hombres y un bebé, versión norteamericana de la comedia francesa Trois hommes et un couffin (1985), protagonizada por Tom Selleck, Steve Guttenberg y Ted Danson, a la que le siguieron el drama El precio de la pasión (1988) y las comedias Funny Baby (1990) y Esposa por herencia (1994). Todas ellas películas técnicamente correctas y que dieron buen resultado en taquilla, aunque quizás pequen de un exceso de convencionalismo y una cierta falta de personalidad. Si bien no se puede decir que Nimoy fuese un mal director, le faltaba ese toque extra de calidad que marca la diferencia entre un artesano solvente (como él) y un realizador de talento. Toda esta intensa actividad, no obstante, no le hizo olvidarse de sus compromisos con Star Trek y Spock, al que volvió a encarnar en las películas La última frontera (1989) y Aquel país desconocido (1992), además de aparecer como invitado de honor en varios episodios de La nueva Generación (1991).


Parte 1 de 2.
Concluirá la próxima semana.

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