El largo camino de vuelta a casa / Anexo


Es costumbre que, tras publicar un relato, dedique la última entrada (a modo de epílogo, o anexo) a rememorar un poco como surgió la inspiración del mismo, o como este fue evolucionando por el camino hasta acabar convertido en algo completamente distinto. Como diría Rafa, el Making Of de la trama, y conste que no es una mala definición, ya que muchas veces sucede que la historia detrás de la historia resulta tanto o más interesante (o, cuanto menos, curiosa) que la narración en sí, tal y como ocurre con este largo viaje de vuelta a casa que esbocé hace casi 20 años y finalmente ha visto ahora la luz en el blog. Por aquel entonces estaba intentando coordinar muchos de mis relatos cortos de ciencia ficción en una hipotética historia del futuro para darles un poco más de coherencia y explicar así algunas referencias cruzadas entre ellos. También estaba muy influido por el trabajo de autores como John Varley, Roger Zelazny o, sobre todo, Mike Resnick, algo que (creo) también se deja notar en esta y otras de mis historias de aquella época.
No sé en que momento decidí que Janine March fuese bisexual. Era un personaje que ya había aparecido como secundaria al menos en otro par de relatos y al ponerle (de momento) punto y final a su accidentada trayectoria decidí hacer más explícito ese aspecto de su personalidad. No creo que buscase escandalizar ni reivindicar nada, simplemente me parecía lógico que en el futuro esa cuestión (como otras tantas) se abordase desde una óptica más distendida y natural, tal y como hacían no pocos autores entre los ochenta y noventa, e incluso algunos clásicos como Robert A. Heinlein, que hacia el final de sus días se volvió un viejo verde (o quizás siempre lo fue y por entonces se molestaba menos en disimular, vaya Ud. a saber). Puede que también me dejase llevar en su momento por obras como Un planeta llamado traición de Orson Scott Card (en la edición de Nebulae, 2ª época) o Y mañana serán clones de John Varley (Quantum, 1978) aunque todo ello pasado por el tamiz de la ciencia ficción humanística de Mike Resnick.
En cualquier caso, cuando muchos años más tarde me encontraba atascado escribiendo un relato sobre (irónicamente) un escritor en blanco que se enamoraba de otra persona con una personalidad muy diferente a la suya, no pude evitar acordarme de Janine March y Hannah Cross y pensar: ¿por qué no hago que ambos personajes sean del mismo género? Y así nació Sunny, que con el tiempo ha acabado generando sus propias secuelas (Miranda y Noa, esta última actualmente en proceso). De nuevo, como ya expliqué en su momento, mi intención no era escandalizar ni reivindicar nada, sino salir del punto muerto en que me encontraba y enfocar el argumento desde un nuevo punto de vista. Lo curioso es que al final si acabé escribiendo la historia original, tiempo después, con un nuevo título (Juegos de palabras) y algunos otros cambios menores para actualizarla y diferenciarla de las anteriores (en esta ocasión, el protagonista - Jorge Montenegro - no está tanto bloqueado como cansado de escribir, y se ha retirado a las montañas para escapar de la presión mediática y del mundillo editorial). En cierto modo, pues, las tres historias están relacionadas o de alguna manera se han inspirado entre sí; y dado que Sunny y Juegos de palabras ya estaban disponibles en el blog, me parecía interesante rescatar este largo camino de vuelta a casa que, siendo anterior en el tiempo, ha terminado publicándose mucho después.
Como siempre que rescato alguno de mis viejos relatos le he hecho algunos retoques menores antes de subirlo al blog. Correcciones de estilo aparte, dos han sido las modificaciones más significativas. Una, el final, que en la versión original era muy brusco (por no decir que quedaba directamente cortado). Quizás en aquel momento no supe como acabarlo, o quizás mi idea era retomar y continuar la historia poco después, vayan Uds. a saber; en cualquier caso, me vi obligado a añadir unas cuantas líneas para darle al menos una cierta sensación de "Esto es todo por ahora". La otra sería el título, que en origen era Regreso a Deneba. Dado que hace poco había publicado en el blog un relato con un título parecido (Regreso a Carcosa, cuya secuela está en fase de elaboración, al igual que Noa) al final decidí cambiar Regreso por El largo camino de vuelta a casa, que no suena tan fantacientífico, pero no deja de describir la situación personal de la protagonista.
De cara al futuro, la ficción seguirá teniendo su lugar correspondiente en el Zoco, aunque seguiré simultaneando la publicación de nuevas historias con la recuperación de algunos de estos viejos relatos que tienen la ventaja de que ya están escritos y eso, ahora que el tiempo libre escasea cada vez más, no deja de ser un argumento a tener muy en cuenta. Lo que no quita para que a lo largo del 2016 vayan viendo la luz Noa y otras historias actualmente en desarrollo. Al final, después de tanto criticar a Lucas, uno termina siendo tan perfeccionista como él, y no puede evitar caer en la tentación de retocar una y otra vez lo hecho en busca de una perfección que, reconozcamoslo, es patrimonio de gente con más talento y experiencia que un servidor. Y hablando de secuelas, alguien se preguntará si hay alguna continuación de este relato. Pues no, aunque el personaje de Janine March si aparecía (tal y como apuntaba poco antes) en alguna que otra historia corta de la misma época, pero más como secundaria que como auténtica protagonista. Sin embargo, quién sabe. Tampoco Miranda y Sunny iban a ir más allá de su primer encuentro, y ahí están Miranda y muy pronto Noa para completar la trilogía y cerrar el círculo. Así que tampoco descarto coninuar la trama algún día, para saber que fue de Pericles, de la agente Cross y de la señorita March una vez que esta se hubo asentado de forma definitiva en Deneba.

Comentarios

Elwin Álvarez Fuentes ha dicho que…
¡Qué interesante cómo nos revelas el origen de muchos de tus cuentos! (el proceso que implica ello, inspiraciones y otros). Se nota lejos cuánto amas la ciencia ficción.
Alejandro Caveda ha dicho que…
Me alegro de que te haya gustado, Elwin. Y como siempre muchas gracias por encontrar un hueco para dejar un comentario positivo acerca d emis modestos escritos. ¡Saludos!

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