El largo camino de vuelta a casa /02


La recién llegada dedicó los dos días siguientes en inspeccionar sus dominios y el estado en general de los edificios y la maquinaria de la granja. El resultado final no pudo ser más desalentador.
- ¡Menudo desastre! - dijo en voz alta, de manera que el módulo remoto de Pericles que flotaba a poca distancia de su hombro derecho pudiese oirla -. Si esto fuese una nave, me negaría a embarcar por miedo a que explotase durante el despegue. ¿Cómo es posible que mi abuelo dejase que se echase a perder de esta manera?
- Su abuelo no era un mal mecánico, señorita March - respondió la IA -. Simplemente llegó un punto en que no vio necesidad de seguir esforzándose. El tiempo y la climatología se encargaron del resto.
- Ya, bueno, pues yo tengo que encargarme de ponerlo de nuevo en pie, y me temo que no bastará sólo con nosotros dos. Necesitamos algo más de fuerza bruta, y creo que sé donde conseguirla.
Ese mismo día la navegante se ausentó para visitar el Puerto Franco. A la vuelta, venía acompañada de un aerodeslizador de carga que depositó un contenedor de tamaño medio frente a la entrada de la granja. Pericles observó con curiosidad el proceso mientras la joven abría el mismo para descubrir un robot de forma cubica, cuya desgastada superficie estaba recubierta de diversos apéndices, ahora plegados.
- Si quería un espantapájaros, podíamos haber fabricado uno con un par de palos y varias prendas viejas, señorita March - opinó Pericles.
- No dejes que su aspecto te engañe. Es un CHR de Sistemas Arcadia. Fue diseñado para servir como operario de mantenimiento en astilleros y naves espaciales, pero tiene una tecnología muy básica y se le puede reprogramar facilmente para que trabaje como agromecánico y moviendo cargas pesadas de aquí para allá. Nos va a ser de gran ayuda, ya lo verás - replicó Janine March, activando al robot que se incorporó en medio de un estruendo de engranajes hidraúlicos. La máquina permaneció de pie sobre tres de sus apéndices metálicos, aguardando instrucciones, mientras Pericles la examinaba a fondo cos sus lentes ópticas.
- Supongo que no vendrá preparado para jugar al ajedrez.
- Mucho me temo que no.
- Es como conocer a tu primo tonto del pueblo. En fin, al menos no nos aburrirá con una conversación intrascendente.
- Desde luego. Para eso ya te tengo a tí - apuntó la joven, sarcástica.
- Muy graciosa - musitó la IA, flotando en dirección a la vivienda con un ostentoso aire de dignidad ofendida.

Janine March sabía que sólo era cuestión de tiempo que las autoridades volviesen a hacer acto de presencia. Aunque había seguido las instrucciones de la agente Cross acerca de regularizar su situación al pie de la letra, Deneba no dejaba de ser un planeta pequeño donde todo el mundo se conocía y los recién llegados siempre eran motivo de curiosidad. A mayor abundamiento, la navegante apenas se relacionaba con el resto de ciudadanos y pasaba casi todo su tiempo recluida trabajando en la hacienda familiar, lo que no hacía sino aumentar el interés hacia su persona y los motivos de su estancia. Por eso no se sorprendió cuando vio regresar a la oficial de policía apenas dos semanas después de su primera visita. Sin embargo, en vez de entrar directamente, la recién llegada se entretuvo estudiando como había cambiado el terreno. Al cabo de un rato, March decidió salir al exterior a ejercer de anfitriona.
- Buenas tardes, agente Cross. ¿Le apetece una taza de café?
- Sí, muchas gracias. Veo que ha estado haciendo algunas mejoras por aquí.
- Bueno, no todo el mérito es mio, pero es muy amable por darse cuenta. ¿A qué debo el placer de su visita?
- ¿Tengo que tener algún motivo en concreto? ¿Y si le dijese que sólo es una visita de rutina?
Por toda respuesta, Janine March se limitó a mantener su sonrisa escéptica. Al cabo de un rato, su visitante se dio por vencida y asintió:
- Esta bien, tiene razón. He estado investigandola. Tiene usted un historial muy interesante, señorita March. Navegante oficial de sistemas de primera clase, con aptitudes para la mecánica y un talento fuera de lo común como xenolinguista. Dos años de servicio en la Armada de la Sinarquía y otros tres en la marina civil. Y unas cuantas menciones por contrabando, hurtos menores y participar como piloto en carreras ilegales entre el territorio de los Mundos Libres y la Liga de Hali.
- Pero nada especialmente grave. Y tampoco tengo ningún cargo pendiente, o ya me estaría llevando a rastras y esposada al auto patrulla.
- En principio, no. Pero ya que ha salido el tema, ¿podría echarle un vistazo a su equipaje? - insinuó la agente -. En especial, a ese contenedor criogénico que no aparece entre los registros de la aduana.
- ¿Es una orden? - replicó la navegante.
- En principio, una petición informal. Pero si desea que lo hagamos por las malas, puedo conseguir una orden de registro sobre la marcha.
- No hará falta - dijo Janine March, conciliadora, regresando al interior sólo para volver al cabo de varios segundos, con el contenedor abierto bajo el brazo.
- ¿Qué diablos es todo esto? - inquirió la agente, curiosa, al ver que el contenido del mismo consistía en un montón de paquetes precintados rellenos de lo que parecían ser cápsulas de distintos colores.
- Semillas modificadas genéticamente para germinar y crecer en climás áridos y casi desérticos, como el de Deneba. Me gasté mis últimos ahorros en adquirirlas en un laboratorio de Minerva Mayor antes de venir aquí. La mayoría son cereales, trigo y maiz, sobre todo, pero también hay algunas legumbres y frutales.
- Asi que va en serio con esa idea de convertirse en agricultora.
- Aha.
- Y supongo que tendrá en regla toda la documentación necesaria para introducir estas semillas en Deneba, ¿no? Facturas, permisos, seguros, y todo lo demás.
- Sabe, agente Cross, si no estuviésemos disfrutando juntas de este agradable momento de relax, diría que está buscando cualquier excusa para expulsarme del planeta a patadas.
- Reconozco que usted me intriga, señorita March. Este es un sitio pequeño, y estamos muy lejos del glamour de la capital. Aquí sólo vienen dos clases de personas: las que están huyendo de algo, o las que no tienen nada que perder. Y no puedo dejar de preguntarme en cual de ellas encaja usted. O por qué alguien con sus múltiples talentos elige enterrarse en vida en un agujero como este. ¿Y bien? ¿Qué opina al respecto?
- ¿La verdad? Que encuentro muy halagador que dedique tantas horas del día a pensar en mí, agente Cross - repuso Janine March, impertérrita, para disgusto de su visitante.
- Señorita March, encuentro muy molesta esa tendencia suya a tomarse en broma todo cuanto digo. Le recuerdo que ahora está usted en mi jurisdicción y que, como bien dice, puedo subirla en cualquier momento a la primera nave que salga de Deneba sin opciones de regreso.
- Mis disculpas, agente. En mi descargo, diré que tuve una juventud alocada y me faltó a mi lado una figura autoritaria que me llevase por el buen camino. ¿Cree que todavía estoy a tiempo de enmendarme? - contratacó la joven, sin apear un instante su sonrisa de desafio. Y la patrullera fue consciente de que su interlocutora seguía burlandose de ella, pero sólo tenía tres opciones: borrarle la sonrisa de la cara de un puñetazo, arrestarla o dejarlo pasar. Tras un breve periodo de reflexión, optó por esta última.
- La estaré vigilando de cerca, señorita March - sentenció, apurando la taza de café antes de dejarla sobre la mesa del recibidor.
- Cuento con ello, agente Cross.
La navegante y Pericles siguieron con la mirada a la agente mientras esta subía de nuevo a su auto patrulla, despegaba y se perdía en la distancia.
- Veo que ha tenido usted un pasado de lo más interesante, señorita March. ¿Hay alguna otra clase de actividad extra legal que haya olvidado mencionarme? - inquirió la IA.
- Nada que ella pueda averiguar, Pericles. No te preocupes.
- Oh, yo estoy muy tranquilo, señorita March. Soy el único de los dos que sabe que no acabará en una celda de la prisión local, rehuyendo las atenciones indeseadas de alguna compañera de cautiverio de su mismo género, aunque no tal vez de la misma raza.
- Sabes, Pericles, me pregunto si tu sentido del humor venia de serie, o es fruto de alguna actualización posterior.
- Es una innovación personal. Últimamente he tenido mucho tiempo libre para introducirme algunas pequeñas mejoras. ¿Qué le parece?
- Sigue practicando - repuso la joven, antes de regresar al interior de la vivienda para protegerse del sol del mediodía.

(Continuará).
© 2016 Alejandro Caveda (Todos los derechos reservados).
Este relato ha sido registrado en Safe Creative de forma previa a su publicación.

Comentarios

Rafa ha dicho que…
Sigo enganchado.Una semana de espera me parece demasiado.

Entradas populares