J. M. Straczynski y el dificil arte de narrar historias /02


 Estrella Naciente

Para su siguiente proyecto - un comic de super héroes, provisionalmente titulado Rising Stars - Straczynski optó por una editorial más asequible, como era el sello Top Cow de Image. El estudio de Marc Silvestri le daba, por un lado, la libertad creativa que él necesitaba y además tenía una estrecha relación con el mundillo del cine y la TV de tal manera que en caso de querer reconvertir Rising Stars en una serie televisiva, o incluso llevarla a la gran pantalla, los contactos de la editorial podrían facilitar el trabajo.
A estas alturas cabe preguntarse por qué un autor que ya ha triunfado en televisión cambia de tercio para dedicarse a escribir comic-books, en vez de dar el siguiente paso natural, que es el salto al cine. Sin embargo, Straczynski siempre ha reconocido que es un gran aficionado al género, y que al niño que aun hay dentro de él, y que creció leyendo al Superman de la Edad de Plata, le atraía la idea de desarrollar sus propios personajes. Así pues, en marzo de 1999 aparecía en las librerías norteamericanas el número 0 de Rising Stars, publicitado como la nueva serie del creador de Babylon 5, al que seguirian pocos meses después el número 1 y así sucesivamente hasta un total de 24 entregas divididas - a la manera clásica - en tres actos con algún episodio de transición más un par de miniseries que amplian algunos aspectos de la trama. También parece claro que el autor tenía bastante claro el desarrollo y desenlace general de la saga desde el primer momento, ya que toda la historia está narrada en flash-back por el único superviviente de los personajes protagonistas.


La serie comienza una noche cualquiera en Pederson, un aparentemente tranquilo pueblecito del medio oste americano, donde se estrella un extraño meteorito sin consecuencias aparentes en un primer momento. Sus habitantes continuan con sus vidas sin pensar más en ello, hasta que descubren que los niños concebidos durante esa noche son diferentes: todos ellos poseen poderes extraordinarios, que no se manifiestan hasta una determinada edad, y que los alejan del resto de la humanidad. El gobierno decide, pues, aislarlos y estudiarlos hasta descubrir si son una amenaza potencial y, en ese caso, descubrir como destruirlos. Como vemos, Straczynski mezcla aquí elementos de la más rancia ciencia-ficción (el meteorito parece sacado de "El color que cayó del espacio", de H. P. Lovecraft, mientras que los protagonistas recuerdan a los niños mutantes de Los cuclillos de Midwich, una de las novelas de más éxito del escritor británico John Wyndham) con otros más propios del mundo del comic (la desconfianza ante los Especiales de Pederson recuerda a la paranoia anti-mutante de los tebeos Marvel de los sesenta) para crear una serie que muchos en su momento tildaron - de forma algo despectiva - como de "Súperhéroes", una definición no exenta de polémica por los motivos expuestos a continuación.
Los protagonistas de Rising Stars tienen, es cierto, superpoderes en el sentido más clásico del término, aunque ninguno de ellos resulte excesivamente original: pirokinesia, superfuerza, invisivilidad, levitación... vamos, prácticamente nada que no hayan usado ya Lee y Kirby allá por los años 60. Sin embargo, a diferencia de los mutantes de Marvel, los niños de Pederson prefieren no usar sus poderes para convertirse en superhéroes al estilo tradicional, sino que la mayoría prefiere llevar una vida lo más normal y discreta posible, buscando un trabajo que se adapte a sus particulares dones.
Así, salvo contadas excepciones, como Matthew Bright (un trasunto realista de Superman) Cuervo Sombrío (ídem de Batman) o Flagg/Patriot, la mayor parte de los niños afectados huyen del mundo de las capas y mallas hasta que las circunstancias les obligan a echar mano de sus poderes. Por lo tanto, se podría deducir que más que de superhéroes, estamos hablando de superhombres o suprahumanos, poderosos, pero con sus defectos y miserias. Como muestra, ahí está el triste ejemplo del Hombre Invulnerable y su imprevisible final.
El elemento que altera esta situación es una serie de asesinatos de "Especiales" (que es como los niños afectados se denominan a sí mismos). Durante la investigación los supervivientes descubren que cada vez que uno de ellos muere su energía se reparte entre los demás, reforzando sus poderes. Ahora bien, si ese es el móvil, el asesino ha de ser necesariamente uno de ellos.
Ante la premisa del ejecutor de superhéroes, no falta quien ha comparado Rising Stars con esa obra maestra del comic de todos los tiempos que es The Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, en especial después de que Straczynski aludiera a Moore como su principal influencia en la génesis de la serie. Comparación a todas luces exagerada, porque más allá de algunas similitudes superficiales, ambos títulos difieren de forma radical, tanto en la forma como en el contenido. Mientras que The Watchmen es una lúcida reflexión sobre el papel del Justiciero en una sociedad desquiciada, en Rising Stars predomina un tono lúdico y más aventurero, con ribetes de novela de misterio y ciertas reminiscencias del comic de los años dorados del género. Sin embargo, en lo que si coinciden ambos autores es en una preocupación casi obsesiva por los pequeños detalles, además de una esmerada construcción de personajes. De hecho, Straczynski ha reconocido en alguna ocasión que ese es siempre su primer paso a la hora de abordar una historia: empezar por los protagonistas.
En Rising Stars, donde tiene que lidiar con un amplísimo elenco, el autor se esfuerza en desarrollar a cada personaje y darle una personalidad propia, creible y diferenciada. Curiosamente, el otro leiv-motiv sobre el cual se construye la trma es la responsabilidad. Esa idea clásica de que todo gran poder conlleva una gran responsabilidad (¿a alguien le suena esa frase?), aunque el autor prefiere no hacer un sermón de ello y en su lugar entretener al lector.

(Continuará).

Comentarios

Elwin Álvarez Fuentes ha dicho que…
¡Qué interesante se ve este cómic! Haré lo posible para comprármelo..¿Cierto que es genial este autor?

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