El Necronomicón, Lovecraft y la península ibérica
¿El Necronomicón y España? Al pensar en los escenarios habituales de los Mitos de Cthulhu nos vienen a la mente nombres como Providence, Arkham, Miskatonic, Kadath o la meseta de Leng, pero ni el más acérrimo seguidor de Lovecraft incluiría nuestro país en la lista, al menos a priori. Y, sin embargo, España ocupa un lugar destacado dentro de la cosmogonía de los Mitos. Según la tradición, el título oficial de el Necronomicon es Al-Azif que se supone es el inquietante sonido que producen en el desierto algunos insectos nocturnos. En el 950 fue traducido al griego por Theodorus Piletas en la ciudad de Constantinopla. En 1228 Olaus Wormius lo traduce al latín. En el 1232 es prohibido por el Vaticano. Tan sólo constan dos ediciones posteriores: la alemana del siglo XV y... pues sí, señores, la española del siglo XVII. Tal vez por ello en España siempre ha habido un gran interés por la obra de Lovecraft ya desde los años sesenta gracias a la labor de intelectuales como Rafael Llopis, Francisco Torres Oliver o Carlo Frabetti que recopilaron, tradujeron y prologaron muchas de las mejores historias y antologías de HPL. No es de extrañar que unos cuantos jóvenes escritores patrios crecieran influenciados bajo la sombra del genio de Providence, ni que ahora que son autores consagrados le rindan homenaje en su obra.
Tal es el caso de Antonio Lázaro que en las páginas de El club Lovecraft narra las aventuras de un grupo de intelectuales, admiradores del escritor, que reciben el encargo de buscar en la gotica ciudad de Toledo un ejemplar perdido del misterioso Necronomicón. Aunque lastrado por un estilo retórico y algo pretencioso, el libro contiene pasajes de auténtica fuerza narrativa, como las escenas que describen el mundo de pesadilla que acecha en los subsuelos de Toledo o las visiones prehistóricas de criaturas primordiales acechando sobre el valle en el que algún día se levantará la ciudad.
Evidentemente, no están todos los que son y cualquier visitante avispado echará en falta nombres célebres como los de Carlos Saíz Cidoncha o Joan Perucho, entre otros, aunque aquí no nos proponíamos ser exhaustivos sino tan sólo hacer un repaso a las obras más recientes y novedosas de esa corriente hispana de los Mitos a la que aludíamos al principio. Todo lo cual demuestra que tanto aquí como en Providence el todopoderoso Cthulhu goza de buena salud, y que si bien con el paso de los evos hasta la muerte misma puede morir, al espíritu de Lovecraft aun le queda mucho para descansar en paz, por suerte para todos sus fieles.


Comentarios
Y yo que quería escribir una novela sobre los Dioses Ocultos en Gijón...