Roger Zelazny y los Nueve Príncipes de Ámbar
La Factoría de Ideas acaba de sacar al mercado la que probablemente sea, hasta la fecha, la edición definitiva en castellano de la saga de Ámbar del escritor norteamericano Roger Zelazny, en dos volúmenes de su colección de Grandes Éxitos que recopilan los 5 primeros libros de la serie. Un acontecimiento especial que justifica que hagamos un repaso a la figura de este genial autor y de esta su obra más apasionante.
Zelazny es uno de los estandartes de lo que se dio en llamar la New Wave desde que irrumpió en el panorama literario en la década de los sesenta con títulos tan impactantes como Tu, el inmortal (1966), La isla de los muertos (1969), Hoy escogemos rostros (1973) o el que probablemente sea su obra maestra – junto con la saga de Ámbar –: El Señor de la Luz (1968).
Es difícil resumir en pocas líneas las claves de su fulgurante éxito. Zelazny tenía una imaginación desbordante puesta en escena con una prosa culta, elegante y poética. Su talento a la hora de crear universos exóticos pero plausibles solo era superado por el arrollador carácter de sus personajes protagonistas. Aunque no puede decirse que fuese un autor “político” en el sentido más literal del término, en sus libros alienta un mensaje liberal e inconformista que se transmite de forma más implícita que explícita.
Curiosamente, las religiones – antiguas o exóticas – tienen un peso considerable en las primeras novelas de Zelazny, caso de la mitología grecorromana en Tu, el inmortal; la egipcia en Criaturas de luz y tinieblas (1969); la hindú en El señor de la luz; o incluso inventadas para la ocasión como en La isla de los muertos (1969).
Es un tópico habitual decir que Zelazny era un escritor de ciencia ficción que poco a poco se fue volcando hacia la fantasía. Personalmente, disiento; creo que lo fantástico está presente desde el principio en la mayor parte de su obra (El señor de la luz, El hombre que no existía (1973), los relatos de Dilvish, etc.) pero lo que sí es cierto es que a partir de la publicación de Nueve príncipes de Ámbar (1970) la ciencia ficción va perdiendo peso salvo excepciones puntuales como Señales en el camino en las que, no obstante, es difícil diferenciar entre los elementos pertenecientes a ambos géneros o decir cual de los dos tiene más importancia.
Nueve príncipes de Ámbar marca pues un punto de inflexión en la vida y la carrera literaria de Zelazny, ya que va a ser su gran saga (sin olvidarnos de la de Dilvish), que desarrollará durante las dos décadas siguientes y le ha dado fama y reconocimiento mundiales. El argumento de la serie, a grandes rasgos, se centra en la fabulosa ciudad de Ámbar, uno de los dos únicos lugares reales del universo (el otro son las Cortes del Caos), rodeada por las tierras de la sombra, y cuyos habitantes – en especial su familia real – no solo pueden viajar a través de la sombra gracias a su poder mental sino también modificarla a su antojo.
La trama arranca con la desaparición de Oberón, el rey de la ciudad, hecho que desata una feroz lucha por el poder entre sus hijos y descendientes (los aludidos nueve príncipes). Se forman diversas facciones, una de las cuales pacta con las fuerzas de las Cortes del Caos que buscan en secreto la total destrucción de Ámbar para derrotar al orden y convertirse así de nuevo en el único punto real del universo.
El hilo conductor de toda la historia es Corwin de Ámbar, auténtico protagonista de la saga. Al comienzo del primer libro, Corwin es sólo un paciente amnésico en un sanatorio privado para enfermos mentales. Tras escapar, empieza a recobrar la memoria, lo que le llevará de vuelta a Ámbar y a despertar viejas rivalidades con algunos de sus hermanos, especialmente Eric, que se ha hecho con el trono en ausencia de su padre y teme el regreso de Corwin como un posible rival.
A lo largo de los cinco títulos que abarcan la serie (Nueve príncipes de Ámbar, Las armas de Avalón, El signo del unicornio, La mano de Oberón y Las cortes del Caos) asistiremos a los esfuerzos de Corwin por hacerse con el trono y salvar Ámbar (y ya puestos, todo el universo) de las intrigas de su hermano Brand y las siniestras Cortes del Caos.
(Continuará...).
Comentarios
cosas de
Amigo Sportingista: Necesidades del guión. Ya sabes: chica intelectual pero poco agraciada. Para compensar, a Fred Ward en Temblores 2 le pusieron una modelo de portada del Playboy (no es coña).