La Torre Oscura
“El hombre de negro huía a través del desierto, y el pistolero iba tras él”. En 1970 un Stephen King mucho más joven escribió estas palabras en su traqueteada máquina Underwood como introducción a su novela La hierba del diablo, primera entrega de la saga de la Torre Oscura, que narra el viaje de Rolando de Gilead (único superviviente de un mundo que se ha movido) y sus compañeros en busca de la mítica Torre, puerta y nexo de unión entre todas las realidades posibles habidas y por haber. Por el camino, Rolando ha recorrido cientos de kilómetros, hecho amigos y enemigos, y vivido extraordinarias aventuras. Ahora, muchos años más tarde, el pistolero ha llegado por fin a su destino.
Basada remotamente en el poema Childe Roland de Robert Browning la serie de la Torre Oscura es una larga aventura épica en la que King entremezcla hábilmente la fantasía, el western, la ciencia-ficción y el género de terror para dar pie a una de las series de aventuras más adictivas de los últimos años. Un mundo fascinante, parecido al nuestro y a la vez sutilmente diferente, en el que los caballeros andantes empuñan colts y la magia está a la orden del día. Las dos primeras entregas, La hierba del diablo (1982) y La Invocación (1985) son tal vez las más fáciles de leer por cuanto sirven de presentación de la trama y de los principales personajes. Sin embargo, a partir de la tercera parte (Las Tierras Baldías, 1991) las historias se van haciendo más densas, extensas y distanciadas en el tiempo, de tal manera que algunos seguidores de la saga especulaban con la posibilidad de morir de muerte cerebral o natural antes de que Rolando alcanzase la dichosa torre. Tal vez por ello, tras publicar la quinta entrega (Los lobos del Calla, 2003) el autor decidió darse prisa a sí mismo y volcarse en terminar la serie, de manera que en apenas dos años ha publicado las dos últimas partes: La canción de Susannah (2004) y La Torre Oscura (2005).
Tal y como apunta el crítico Jesús Palacios esta serie es también la historia del propio King; ha ido creciendo con él, y es posible percibir la evolución del estilo del autor en cada entrega, cada una de ellas más voluminosa e hinchada que la anterior. Pero quien tuvo retuvo, y también es posible percibir algo de aquel joven que escribió El resplandor acechando entre las líneas de cada una de las miles de páginas que componen la serie. Como detalle anecdótico, el autor ha convertido la saga de la Torre Oscura en un ejercicio de Metaficción narrativa al enlazarla con el resto de su producción, rescatando escenarios y personajes de obras anteriores (como el padre Callahan de El misterio de Salem’s Lot) e introduciéndose incluso él mismo (o al menos una versión de sí mismo) como personaje secundario de la trama en las tres últimas entregas.
Rolando ha llegado, pues, al final de su viaje. Lo que encontrará en la Torre Oscura es algo que cada lector debe descubrir por sí mismo. Tal vez no les guste, pero como dice el propio autor, es el único final posible y, además, lo importante no era el destino, sino disfrutar del camino, libro a libro, en compañía de Rolando y todos sus compañeros.
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