Diseccionando a Richard Bachman, el alter ego de Stephen King


En 1977 aparecía en las librerías de EEUU Rage (Rabia), una tensa novela de suspense y terror psicológico ambientada en un centro de enseñanza secundaria de Placerville (Maine) donde un estudiante armado provoca un tiroteo y retiene durante varias horas a sus compañeros, a punta de fusil, sometiéndoles a toda clase de torturas y juegos mentales. Un tema delicado, y más en un país - los EEUU - donde este tipo de acontecimientos son más frecuentes de lo que deberían, y tienen un fuerte impacto social.
La larga marcha, el segundo libro de Bachman, apareció en 1979. En esta ocasión, el autor combinaba el terror y la ciencia ficción para contar la carrera contra la muerte de cien jóvenes adolescentes en una sociedad distópica de un futuro cercano, en la que el ganador se lo lleva todo, mientras que los perdedores van siendo eliminados uno a uno a medida que van cayendo agotados por el camino. Una premisa interesante, en la que no es difícil adivinar el germen de historias posteriores similares como Battle Royale (1999), Los juegos del Hambre (2008) o El corredor en el laberinto (2009).
Bachman reincidió con un argumento similar en El fugitivo (1982), aunque en el interín publicó Carretera maldita (1981), otra historia de violencia y suspense más cercana a Rabia. Finalmente, en 1984, coincidiendo con la publicación de Maleficio, se descubrió el pastel: Richard Bachman era, en realidad, Stephen King. Pero ¿porqué un escritor joven y de tanto éxito como King había decidido recurrir a un seudónimo casi desde el principio de su carrera literaria?
El propio King da varias pistas en el prólogo a The Bachman Books (1985):


«Entre 1977 y 1984 publiqué cinco novelas con el seudónimo de Richard Bachman. Hubo dos razones por las cuales me relacionaron al fin con Bachman: en primer lugar, porque los cuatro primeros libros estaban dedicados a personas próximas a mi, y en segundo lugar, porque mi nombre apareció en los formularios del registro de la propiedad de uno de los libros. Ahora la gente me pregunta por qué lo hice y, aparentemente, no tengo respuestas muy satisfactorias. Por suerte, no he matado a nadie, ¿verdad?»

La primera novela de King en ser publicada de forma oficial fue Carrie, en 1974. Sin embargo, podía haber sido otra. Por aquel entonces, King tenía varias novelas completas y otras en proceso. El escritor probó suerte en diferentes editoriales con diferentes originales y, al final, Carrie fue la afortunada. Tras su éxito casi instantáneo llegaron El misterio de Salem’s Lot (1975) y El resplandor (1977), además de numerosos relatos cortos, muchos de los cuales aparecieron recogidos en su primera recopilación de obras breves, El umbral de la noche (1978). Daba la impresión de que todo lo que firmaba King vendía, y se vendía bien. De nuevo en sus propias palabras:

«Las cifras habían llegado a una cota muy elevada. Eso influyó. A veces me siento como si hubiese plantado un modesto paquete de palabras y hubiese visto crecer una especie de planta mágica... O un jardín descontrolado de libros (¡Más de cuarenta millones de ejemplares en circulación!), como se complace en proclamar mi editor».

Y es, precisamente, a su editor a quien King adjudica buena parte de responsabilidad en el nacimiento de Richard Bachman: «Yo no creía estar saturando el mercado como Stephen King... Pero mis editores si lo pensaban. Bachman se convirtió en un elemento de transición, para ellos y para mi. Mis editores de Stephen King se comportaron como una esposa frígida, que sólo desea entregarse una o dos veces al año, y que le pide a su marido permanentemente cachondo que se busque una prostituta de lujo. Era a Bachman a quien yo recurría cuando necesitaba desahogarme. Sin embargo, eso no explica por qué experimentaba la incesante necesidad de publicar todo lo que escribía, aunque no necesitase el dinero».

Puede que hubiese más motivos, al margen de los puramente crematísticos. Repasando las primera novelas de King y de Bachman, da la impresión de que el primero se centra más en el género de terror, mientras que la producción de Bachman es más variada, y aunque siempre hay un elemento de suspense, e incluso de angustia existencial, se abre a géneros y temas diferentes a lo que podía esperar encontrar un lector habitual de King. Ya hemos hablado sobre Rabia y La larga marcha. Carretera maldita narra la historia de un hombre anónimo en su desesperada lucha para evitar que las autoridades derriben su casa con el objetivo de construir una autopista. Al igual que en Rabia, el autor juega más con el despliegue de violencia y el suspense psicológico que con el terror sobrenatural, tal y como sucede en El fugitivo, que de forma similar a La larga marcha está ambientada en un futuro cercano en el que los EEUU están sumidos en una profunda crisis económica y la gente consume televisión, y sobre todo concursos televisivos, para evadirse de la miseria de su existencia cotidiana. El más popular de todos ellos es El fugitivo, en el que un concursante tiene que sobrevivir durante diez días al acoso de la policía, de los Cazadores e incluso de la propia sociedad, ya que cualquier ciudadano puede denunciarle y así cobrar una recompensa. Se atisba aquí otra característica de la obra de Bachman que lo distingue - hasta cierto punto - de King: la crítica social y política es mucho más evidente en estos libros publicados bajo seudónimo, como si el autor se sintiese más libre a la hora de firmar como Bachman que con su propio nombre. Sin embargo, si tenemos en cuenta que muchos de ellos ya estaban escritos antes que Carrie, y antes de que el propio King se plantease publicar con seudónimo, esa aparente dualidad desaparece o, como mucho, habría que matizarla. Tal vez, como el propio autor insinúa, Bachman se convirtió en su válvula de escape para dar salida a una parte de su producción más personal y quizás por ello, más polémica. De hecho, en años posteriores King se arrepintió de haber escrito Rabia, y no ha vuelto a autorizar su reedición desde 1985, debido a lo delicado de su argumento y al miedo de que la novela pudiese inspirar algún acontecimiento similar en la vida real. Por el contrario, Carretera maldita, que consideraba una de sus obras de juventud más flojas, ha ido ganando categoría hasta convertirse en un título de culto y el favorito de sus libros iniciales.


Como decíamos, la auténtica identidad de Richard Bachman se descubrió cuando estaba a punto de salir al mercado la novela Maleficio (1984), que apareció ya con el nombre de Stephen King en cubierta. Tal vez pos eso cuando en 1985 se decidió reeditar toda la obra de Bachman en un sólo volumen, The Bachman Books, Maleficio no fue incluida, aunque fuese concebida en su momento para ser publicada bajo dicho seudónimo. En reediciones posteriores, estos libros vienen firmados por el propio King, aunque con la leyenda añadida: «Escribiendo como Richard Bachman», a excepción de Rabia el cual, como ya adelantamos, no ha vuelta a ser publicado hasta la fecha.
Pese a todo, Bachman se resiste a morir. Cuando se descubrió su doble identidad, King estaba trabajando en otra novela pensada para ser publicada con el nombre de su alter ego: Misery (1987), una sobrecogedora historia que narra el padecimiento de un popular escritor a manos de una fan enloquecida, y que se convirtió en uno de los mayores éxitos del propio King. La sombra de Bachman planea también en La mitad oscura (1989), en la que el alter ego ficticio de un escritor cobra vida para atormentarle y volver su existencia del revés. Muchas de estas historias se han beneficiado, además, de contar con una excelente adaptación cinematográfica, como es el caso de La mitado oscura (George A. Romero, 1993), Misery (Rob Reiner, 1990) o El fugitivo, rodada en 1987 por Paul Michael Glaser a mayor gloria de la estrella del cine de acción Arnold Schwarzenegger, en una versión libre que se aparta notablemente del original de Stephen King. Respecto a La larga marcha, Frank Darabont tiene desde hace años los derechos para llevarla a la gran pantalla, en un proyecto que quiere que sea intimista y más cercano al terror existencial que otras de sus adaptaciones previas de King.
En 1996 el escritor de Maine retomó a su hijo pródigo para un curioso experimento: el díptico Desesperación & Posesión, dos novelas que partiendo de una premisa similar, y con el mismo escenario y elenco de personajes, discurren por diferentes derroteros, aunque haya algunos puntos de conexión entre ambas. Desesperación (firmada por el propio King) se inclina más por el horror sobrenatural y primigenio. mientras que Posesión (escrita, en teoría, por el difunto Bachman) muestra una mayor querencia por lo fantástico y la violencia indiscriminada. Sin ser malas novelas no están al nivel de su producción inicial, e incluso no superan el nivel de las obras originales de Bachman, aunque se dejan leer con agrado y tienen ese toque extra de interés que supone ver a Stephen King colaborando consigo mismo e intentando marcar distancias con su otra mitad literaria. A mayor abundamiento, en el prólogo al libro King proporciona algunos de los pocos datos biográficos que tenemos sobre el casi desconocido Bachman:

«Antes de morir de cáncer a finales de 1985, Richard Bachman publicó cinco novelas. En 1994, durante los preparativos de una mudanza, la viuda del autor encontró en el sótano una caja llena de manuscritos en distintos estadios de elaboración. Los más incompletos estaban escritos a mano en los cuadernos para taquigrafía que solía usar Bachman. El más completo era el de la novela que publicamos a continuación. Estaba en un archivador cerrado con bandas elásticas, como si Bachman se hubiese propuesto enviarlo a su editor después de una revisión final.
La viuda de Bachman me pidió que le echara un vistazo y a mí me pareció que estaba al nivel de sus obras anteriores. Me he permitido hacer algunos cambios, casi todos para actualizarlo (por ejemplo, sustituir a Rob Lowe por Ethan Hawke en el primer capítulo), pero en líneas generales lo he dejado tal cual. La publicación de esta obra (aprobada por la viuda del autor) viene a coronar una carrera peculiar, aunque no desprovista de interés».


Blaze (2007) es - hasta la fecha - la última novela oficial de Richard Bachman. En realidad, se trata de una de las pocas obras juveniles de Stephen King que a estas alturas permanecían inéditas, y cuya publicación autorizó el autor tras redescubrirla y revisar el texto original. El argumento de Blaze mezcla el género policíaco con elementos sobrenaturales en lo que, hasta cierto punto, puede considerarse un precedente de obras posteriores de King, como la trilogía de Bill Hodges (2014-2016).
Y eso es todo, que tampoco es poco. Aunque Bachman no fuese Stephen King su obra es lo suficientemente interesante por sí misma como para garantizarle un puesto de honor entre los mejores autores de la segunda mitad del siglo XX. Y es que, como el propio escritor no se cansa de repetir, acerca de las novelas de Richard Bachman: «Las escribí con el corazón, y con una energía que ahora sólo puedo imaginar en sueños (...). Si hubiera conocido un poco mejor el mundo editorial... Sólo las publiqué entonces (y permito que se reediten ahora) porque siguen siendo mis amigas». Nuff said!

Bibliografía:

- Rabia (1977).
- La larga marcha (1979).
- Carretera maldita (1981).
- El fugitivo (1982).
- Maleficio (1984).
- The Bachman Books (1985).

- Misery (1987).
- La mitad oscura (1989).

- Desesperación & Posesión (1996).
- Blaze (2007).

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