Una noche en el Gehenna /05


- ¿Y qué va a hacer con... con ese bicho?
- ¿El sabueso? - inquirió el dueño del local -. Bien entrenado, será una gran adquisición para el departamento de seguridad del Gehenna. Estos teletransportadores atraviesa ángulos siempre son perfectos para perseguir clientes que quieren irse sin pagar.
- ¿Todo en orden, pues? - insistió Ruthven.
- Todo en orden - reafirmó Cromwell, extendiendo su mano derecha en gesto de paz. El apretón fue firme y conciso, pero Ruthven no volvió a respirar tranquilo hasta que el otro hombre le soltó la mano.
- ¿Y cuál va a ser su siguiente paso?
Ruthven recordó las palabras de Cassandra y, sin molestarse en disimular una sonrisa de resignación, respondió:
- Parece que tendré que hacerme un viajecito a Carcosa.
- Mal asunto. Pocos son los que llegan, y menos aun los que vuelven.
- Lo sé.
- Sin embargo, si alguien puede conseguirlo, ese es usted. Espero volver a verle pronto, doctor.
- Yo también. Con su permiso, tengo que empezar a hacer los preparativos para el viaje.
- Por supuesto. Buena suerte, y recuerde: en Carcosa, nada es lo que parece.
- Lo tendré en cuenta - musitó Ruthven.
Ya en el piso inferior, Ruthven pasó cerca del reservado de Cassandra, la cual le saludó con un gesto burlón que no le costó nada traducir como "Ya te lo dije". El bibliotecario se acercó a la chica para reconocer, humildemente:
- Vale, tenías razón. La he cagado.
- ¿Y qué vas a hacer ahora?
- ¿A qué viene esa pregunta? Si tú misma me has dicho que... Vale, seguiremos el guión hasta el final. Tengo que viajar a Carcosa, encontrar a Maal y recuperar el manuscrito. ¿Puedes echarme una mano?
- Conozco una ruta que debería dejarte casi al lado, pero necesitas tener el Signo Amarillo en tu poder, no sólo para hacer el viaje y volver, sino como medida de protección. Corren tiempos turbulentos por la ciudad. El culto está revuelto, y se rumorea que uno de los antiguos ha reaparecido para enfrentarse con ellos.
- ¿Uno de los antiguos?
- El Espectro de la Verdad - susurró Cassandra, en un tono de voz apenas audible.
- Vale. Entrar, recoger lo que estoy buscando y salir cagando leches. Está chupado.
- ¿Tú crees? Toda acción conlleva una reacción. Todo cambio, por pequeño que sea, puede alterar el más perfecto de los esquemas. Pase lo que pase, habrá consecuencias. Y por cierto, dale recuerdos de mi parte cuando la encuentres.
- ¿A quién? - preguntó Ruthven, que había olvidado buena parte de la conversación que habían mantenido poco antes.
- A tu destino - repuso Cassandra, levantando su mano derecha y separando los dedos pulgar e índice en forma de L.
- Estás muy segura de ti misma, ¿no te parece?
- El mismo día que la conozcas la llevarás a tu casa, le regalarás la cazadora de tu ex, e irás tras ella para salvarle la vida.
- Ni borracho.
- ¿Van mil dólares?
Ruthven abrió la boca para aceptar, pero se lo pensó mejor y decidió dar media vuelta, camino de la salida del Gehenna. Después de todo estaba amaneciendo y, si no se daba prisa, podía acabar en un rincón completamente distinto de la ciudad.
Carcosa, repitió para sí. De todos los malditos lugares del universo. Aquella maldita ciudad siempre le ponía enfermo, aunque tenía un cierto encanto decadente. Iba a necesitar de una buena cantidad de conjuros y amuletos para entrar y salir de ahí sin perder ninguna extremidad por el camino.
En el exterior, comenzaba a amanecer y el bibliotecario podía percibir débilmente el olor a humedad y plantas acuáticas del río Miskatonic. Por un momento valoró la idea de llamar un taxi, pero al cabo de un rato se encogió de hombros y, tras abrochar y subirse el cuello del abrigo, echó a andar en dirección a su casa. Maal parecía un tipo razonable. Tal vez pudiesen llegar a alguna clase de acuerdo y si no, tal vez, alguno de los dos tendría que matar al otro.
Esperaba ser él el que viviese para contarlo.

Addenda: Cronológicamente, este relato se situa tras "Una noche en Miskatonic" y justo antes del comienzo de Los sabuesos del infierno. No obstante, quién quiera conocer más detalles acerca de la estancia de Ruthven en Carcosa deberá estar atento a nuestro futuro relato: "Regreso a Carcosa II: La Intersección Kerenski".

© Alejandro Caveda (Todos los derechos reservados).
Este relato ha sido registrado en Safe Creative (Registro de la propiedad intelectual) de forma previa a su publicación en el Zoco.

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