Los rivales de James Bond
Bourne, Jason Bourne |
En 1953 aparecía publicada Casino Royale, la primera de las novelas protagonizadas por James Bond y escritas por Ian Fleming. Pero no fue hasta el estreno de 007 contra el Dr. No (Terence Young, 1962) y, sobre todo, de Goldfinger (Guy Hamilton, 1964) que se desató la Bondmania, propiamente dicha.
No es que James Bond fuese el primer espia de ficción, ni mucho menos. Antes de él ya existian personajes a medio camino entre el género "serio" y el pulp, como Simon Templar, alias el Santo, el aventurero y hombre de acción creado en 1928 por Leslie Charteris, o el agente secreto X9 original (antes del reboot firmado por Archie Goodwin o Al Williamson). E incluso, de forma paralela a Fleming, otros autores desarrollaban sus propios personajes, como el George Smiley de John Le Carré. Pero 007 era mucho 007. Desde esa mítica escena de presentación en la que Sean Connery dice: "My name is Bond, James Bond", vestido de esmoquin a la vez que le da fuego a una bella damisela, el mejor agente secreto al servicio de su Majestad se convirtió (de forma consciente, o no) en el modelo de referencia en el que se basaban tanto sus imitadores como sus más directos competidores, entre los que cabe destacar a Harry Palmer (1), Paul Chevasse (2) o el propio George Smiley.
No es que James Bond fuese el primer espia de ficción, ni mucho menos. Antes de él ya existian personajes a medio camino entre el género "serio" y el pulp, como Simon Templar, alias el Santo, el aventurero y hombre de acción creado en 1928 por Leslie Charteris, o el agente secreto X9 original (antes del reboot firmado por Archie Goodwin o Al Williamson). E incluso, de forma paralela a Fleming, otros autores desarrollaban sus propios personajes, como el George Smiley de John Le Carré. Pero 007 era mucho 007. Desde esa mítica escena de presentación en la que Sean Connery dice: "My name is Bond, James Bond", vestido de esmoquin a la vez que le da fuego a una bella damisela, el mejor agente secreto al servicio de su Majestad se convirtió (de forma consciente, o no) en el modelo de referencia en el que se basaban tanto sus imitadores como sus más directos competidores, entre los que cabe destacar a Harry Palmer (1), Paul Chevasse (2) o el propio George Smiley.
Michael Caine como Harry Palmer |
Asimismo, la fiebre Bond relanzó la tira de prensa dedicada a Phil Corrigan, el agente secreto X9, que de la mano de Archie Goodwin y Al Williamson alcanzó nuevas cotas de interés y calidad. Sin olvidarnos de Nick Fury, el entregado agente de SHIELD creado por Stan Lee y Jack Kirby y perfeccionado poco después por James Steranko, y que vendría a ser un Bond High Tech elevado a la enésima potencia (3), al cual hemos podido ver en el cine con los rasgos del excelente actor Samuel L. Jackson (aunque en origen Fury fuese de ascendencia italoamericana). En un terreno más fantástico (y a veces rozando lo existencial) encontramos series británicas tan populares como Los Vengadores (John Steed y Emma Peel, no el grupo de superhéroes de Marvel), El Prisionero (que consegró al británico Patrick Mac Goohan como uno de los mejores actores del momento) o El Santo (1962-1969), basada en el antedicho personaje de Leslie Charteris, al que daba vida un jovencísimo Roger Moore que poco después tomaría el reemplazo como agente 007.
Ya en los setenta, Trevanian vino a darle una vuelta de tuerca más oscura al género con sus novelas protagonizadas por el "Sancionador" profesor Jonathan Hemlock (4), y, sobre todo, con Shibumi, un auténtico tour de force al que muchos consideran como el mejor Bond jamas escrito, aunque Nicholai Hel difiere en no pocos aspectos de su homólogo británico. Shibumi ha tenido incluso una reciente precuela (Satori, 2011) escrita por Don Winslow, el siempre interesante autor de El poder del perro y El cártel. Pese a sus diferencias, Hel y Bond comparten un cierto espíritu refinado, así como una clara tendencia al sibaritismo que otros autores han intentado imitar (sin éxito) cuando no parodiar abiertamente.
Como muestra, ahí están filmes como Our man Flint (1966), protagonizado por el viril James Coburn, o la saga del agente de la CIA Matt Helm, que en manos de Dean Martin se volvió mucho más complaciente y autoparódica que en las novelas originales de Donald Hamilton. En el terreno del comic no podemos dejar de mencionar a Anacleto (Agente Secreto) de Vázquez, recientemente llevado al cine por Javier Ruiz Caldera; y, sobre todo, a Mortadelo y Filemón, los famosos agentes de la TIA, que si bien empezaron su trayectoria como émulos de Sherlock Holmes y el dr. Watson, muy pronto acabarían abocados al mundillo del espionaje humorístico reflejado en álbumes como El sulfato atómico, de 1969.
Ya en los setenta, Trevanian vino a darle una vuelta de tuerca más oscura al género con sus novelas protagonizadas por el "Sancionador" profesor Jonathan Hemlock (4), y, sobre todo, con Shibumi, un auténtico tour de force al que muchos consideran como el mejor Bond jamas escrito, aunque Nicholai Hel difiere en no pocos aspectos de su homólogo británico. Shibumi ha tenido incluso una reciente precuela (Satori, 2011) escrita por Don Winslow, el siempre interesante autor de El poder del perro y El cártel. Pese a sus diferencias, Hel y Bond comparten un cierto espíritu refinado, así como una clara tendencia al sibaritismo que otros autores han intentado imitar (sin éxito) cuando no parodiar abiertamente.
Como muestra, ahí están filmes como Our man Flint (1966), protagonizado por el viril James Coburn, o la saga del agente de la CIA Matt Helm, que en manos de Dean Martin se volvió mucho más complaciente y autoparódica que en las novelas originales de Donald Hamilton. En el terreno del comic no podemos dejar de mencionar a Anacleto (Agente Secreto) de Vázquez, recientemente llevado al cine por Javier Ruiz Caldera; y, sobre todo, a Mortadelo y Filemón, los famosos agentes de la TIA, que si bien empezaron su trayectoria como émulos de Sherlock Holmes y el dr. Watson, muy pronto acabarían abocados al mundillo del espionaje humorístico reflejado en álbumes como El sulfato atómico, de 1969.
La década de los setenta, y sobre todo de los ochenta, fueron los años de la renovación. Se acerca el final de la Guerra Fría y nuevos villanos amenazan con tomar el relevo de la extinta URSS. Los límites se desdibujan, los bandos ya no están tan claros, y las agencias de espionaje deben de adaptarse a un nuevo mundo en el que nada es lo que parece y el aliado de hoy puede ser el enemigo del mañana, tal y como ocurre en las novelas de John Le Carré, aunque tal vez el autor que mejor ha sabido reflejar el espíritu algo confuso y paranoico de la época haya sido el norteamericano Robert Ludlum (1927-2001) con su trilogía de Bourne (5), llevada al cine a partir del 2001, interpretada por Matt Damon y dirigida por Doug Liman, primero, y Paul Greengrass después. Bourne y Bond son (acada uno a su manera) atractivos y letales, pero ahí se acaba todo el parecido. El personaje de Ludlum tiene el cerebro lavado, apenas puede fiarse de sus recuerdos, y para sobrevivir debe de mantenerse en continuo movimiento, huyendo tanto de sus compatriotas como de otros enemigos que desean verle muerto. Es un hombre sólo contra todo el mundo, que carece de todos esos gadgets tan característicos del agente 007, pero con una notable resistencia física y una capacidad de improvisación digna del propio McGyver. Bourne regresó a las salas de cine en 2016, aunque en el interín se estrenó un spin-off protagonizado por Jeremy Renner, y su influencia es más que evidente en el Bond de Daniel Craig.
Hablando de McGyver, el personaje original fue creado en 1985 como una réplica individual de El Equipo A (1983), y en la actualidad conoce un remake protagonizado por Lucas Till donde se actualiza y acentua su faceta como agente secreto. Más o menos de la misma época es Jack Ryan, el analista de la CIA que debutó en la novela La caza del Octubre Rojo (1984) de Tom Clancy, a la que siguieron otras catorce hasta la muerte de su autor en 2013 (6). Clancy practicó una aproximación más realista al género, que también se hace palpable en películas como Juego de espías (2001), Siryana (2005) o la galardonada Munich (2005) de Steven Spielberg, basada en hechos reales.
La sobreexplotación del héroe lleva a la deconstrucción y a la búsqueda de nuevos conceptos. La franquicia Bond se resetea de la mano de Daniel Craig en 2006, influida por el éxito de la trilogía de Bourne y la saga de Misión: Imposible de Tom Cruise (7), inspirada a su vez en la serie de televisión de los años sesenta. Jack Bauher (Kiefer Sutherland) se convierte en un icono televisivo con sus trepidantes misiones de 24 horas mientras que Vin Diesel interpreta en xXx y su secuela del 2017 al anti Bond por excelencia, un macarra deslenguado, algo machista y repleto de piercings y tatuajes que - paradójicamente - hubiera sido el villano ideal para una novela de Ian Fleming.
Hablando de McGyver, el personaje original fue creado en 1985 como una réplica individual de El Equipo A (1983), y en la actualidad conoce un remake protagonizado por Lucas Till donde se actualiza y acentua su faceta como agente secreto. Más o menos de la misma época es Jack Ryan, el analista de la CIA que debutó en la novela La caza del Octubre Rojo (1984) de Tom Clancy, a la que siguieron otras catorce hasta la muerte de su autor en 2013 (6). Clancy practicó una aproximación más realista al género, que también se hace palpable en películas como Juego de espías (2001), Siryana (2005) o la galardonada Munich (2005) de Steven Spielberg, basada en hechos reales.
La sobreexplotación del héroe lleva a la deconstrucción y a la búsqueda de nuevos conceptos. La franquicia Bond se resetea de la mano de Daniel Craig en 2006, influida por el éxito de la trilogía de Bourne y la saga de Misión: Imposible de Tom Cruise (7), inspirada a su vez en la serie de televisión de los años sesenta. Jack Bauher (Kiefer Sutherland) se convierte en un icono televisivo con sus trepidantes misiones de 24 horas mientras que Vin Diesel interpreta en xXx y su secuela del 2017 al anti Bond por excelencia, un macarra deslenguado, algo machista y repleto de piercings y tatuajes que - paradójicamente - hubiera sido el villano ideal para una novela de Ian Fleming.
xXx |
Los agentes secretos cada vez son más jóvenes. Charlie Higson escribe las aventuras de un James Bons adolescente; Robert Rodríguez inaugura en el 2001 su saga sobre los Spy Kids, que ha reverdecido en la última década con un nuevo filme y una serie de TV; en el 2003 y 2004 pudimos ver a Frankie Muniz (Malcom in the Middle) como el Agente Secreto Cody Banks, y en 2006 llega a las pantallas Alex Ryder: Operación Stormbreaker, basada en una historia original de Anthony Horowitz, autor de algunas novelas sobre Sherlock Holmes y James Bond.
Pero el mundo del espionaje no es exclusivamente masculino, y las mujeres ya no se limitan a ser el objeto de interés romántico del protagonista. Siguiendo la estela de Modesty Blaise (8), Angelina Jolie demostró en Salt (Philip Noyce, 2010), que podía competir con sus rivales varones sobre el terreno y dar la talla sin perder un ápice de feminidad, tal y como había hecho cinco años antes en Sr. y Sra. Smith. Por su parte, la exluchadora Gina Carano resultaba de lo más convincente en Indomable de Steven Soderbergh (2011), mientras que en Atómica la bellísima Charlize Theron interpreta a una espía norteamericana en Europa durante los últimos años de la Guerra Fría. Pero sin duda, el personaje carismático por excelencia es la femme Nikita, creada por Luc Besson en 1990, y que ha conocido dos adaptaciones televisivas a cargo de la escultural Peta Wilson (1997-2001) y la exótica Maggie Q (2010-2013), además de un remake hollywoodiense en 1993 protagonizado por Bridget Fonda.
Pero el mundo del espionaje no es exclusivamente masculino, y las mujeres ya no se limitan a ser el objeto de interés romántico del protagonista. Siguiendo la estela de Modesty Blaise (8), Angelina Jolie demostró en Salt (Philip Noyce, 2010), que podía competir con sus rivales varones sobre el terreno y dar la talla sin perder un ápice de feminidad, tal y como había hecho cinco años antes en Sr. y Sra. Smith. Por su parte, la exluchadora Gina Carano resultaba de lo más convincente en Indomable de Steven Soderbergh (2011), mientras que en Atómica la bellísima Charlize Theron interpreta a una espía norteamericana en Europa durante los últimos años de la Guerra Fría. Pero sin duda, el personaje carismático por excelencia es la femme Nikita, creada por Luc Besson en 1990, y que ha conocido dos adaptaciones televisivas a cargo de la escultural Peta Wilson (1997-2001) y la exótica Maggie Q (2010-2013), además de un remake hollywoodiense en 1993 protagonizado por Bridget Fonda.
La Femme Nikita |
En la actualidad, el género sigue demostrando una salud excelente. Matt Damon ha regresado para encarnar a Jason Bourne en una cuarta entrega (2016) y Daniel Craig podría repetir por quinta vez como el mejor agente secreto al servicio de su Majestad, mientras que las dos entregas de Kingsman (Matthew Vaughn, 2014 y 2017) han cosechado unos buenos resultados de crítica y taquilla. Sin olvidarnos de la antedicha Atómica, con una Charlize Theron dispuesta a convertirse en toda una heroina del cine de acción tras su espléndido trabajo como la Imperator Furiosa de Mad Max: Furia en la carretera (George Miller, 2015).
Como en ocasiones anteriores, el lector atento podrá echar en falta algún título más aparte de los aquí comentados, pero al igual que en dichas ocasiones, nuestro propósito no ha sido el de ser exhaustivos, sino el de trazar un bosquejo general de como ha influido el agente 007 en el devenir del género, así como hacer un repaso de sus más ilustres competidores, algunos de ellos prácticamente olvidados hoy en día. Como siempre, gracias por leernos y nos vemos en breve de vuelta con Dario Argento y su Trilogía de las Madres. ¡Hasta pronto!
Como en ocasiones anteriores, el lector atento podrá echar en falta algún título más aparte de los aquí comentados, pero al igual que en dichas ocasiones, nuestro propósito no ha sido el de ser exhaustivos, sino el de trazar un bosquejo general de como ha influido el agente 007 en el devenir del género, así como hacer un repaso de sus más ilustres competidores, algunos de ellos prácticamente olvidados hoy en día. Como siempre, gracias por leernos y nos vemos en breve de vuelta con Dario Argento y su Trilogía de las Madres. ¡Hasta pronto!
Notas:
1. Palmer fue un personaje creado por el escritor Len Deighton en 1962, al cual Michael Caine interpretó en cinco películas entre las décadas de los setenta y ochenta.
2. Otro agente secreto creado, en esta ocasión, por Jack Higgins, cuyas aventuras fueron publicadas tiempo atrás en España por Plaza & Janés dentro de su colección Jet de bolsillo.
3. Para saber más sobre Furia y su organización les recomiendo leer el artículo que escribí en 2010 para Tebeosfera.
4. Ediciones Roca reeditó hace pocos años Shibumi, así como La sanción de Eiger (1972) y La sanción de Loo (1973), las dos novelas protagonizadas por Jonathan Hemlock. A título anecdótico, la primera de ellas fue llevada al cine en 1975 con el título de Licencia para matar e interpretada por Clint Eastwood.
5. El caso Bourne (1980); El mito de Bourne (1986), y El ultimatum de Bourne (1990). Tras la muerte de Ludlum, el también escritor Eric Van Lustbader ha continuado la saga de Bourne con nuevas entregas (cuatro más, hasta la fecha).
6. Para saber más sobre Jack Ryan y sus diversas encarnaciones, lease el artículo que ya le dedicamos en su momento en el Zoco.
7. Para saber más sobre Ethan Hunt y la saga de Misión: Imposible, lease el artículo que ya le dedicamos en su momento en el Zoco.
8. Célebre personaje de comic creado por Peter O'Donnell en 1963.
Para saber más:
- Spectre
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