Una aproximación al cine de temática LGBT /01
¡Nadie es perfecto! |
Hacía tiempo que acariciaba la idea de escribir un artículo en dos partes dedicado al cine de temática LGBT. No un estudio en profundidad, que lógicamente requeriría mucho más tiempo y espacio del que ahora mismo puedo dedicarle, sino un breve recorrido sentimental por algunos títulos del género que (a nivel personal) me parecen especialmente significativos por lo le han aportado a este. Siguiendo ese mismo criterio, pasaré muy por encima de otras historias tal vez no menos populares ni interesantes, pero que en su momento no me produjeron el mismo impacto que las anteriores, por lo que no es necesario que los (y las) completistas compulsivos se apresuren a señalar todas las ausencias que consideran injustificables, aunque por supuesto, si que se agradece cualquier sugerencia o aportación que venga a ampliar (y mejorar) el contenido de este artículo.
En Hollywood siempre han tenido claro que la más de las veces, el humor es el mejor vehículo para abordar en pantalla temas potencialmente conflictivos, como el que ahora nos ocupa. Desde que en 1959 Jack Lemmon y Tony Curtis se disfrazaron de chicas para huir de unos gánsteres, escondidos entre el resto de integrantes de una orquesta femenina, en el cine existe una larga tradición de varones que se han travestido por los más diversos motivos, ya sea profesionales (Dustin Hoffman en Tootsie, 1982), familiares (Robín Williams en Mrs. Doubtfire, 1993) o más personales, como el José Sacristán de Un hombre llamado Flor de Otoño (1978) o Miguel Bosé, alias Letal, en Tacones lejanos (1991) de Pedro Almodóvar, aunque sin duda el título de referencia dentro de este género-dentro-del-género sea Víctor o Victoria (1982), donde Julie Andrews es una mujer que finge ser un hombre al que le gustan otros hombres.
En Hollywood siempre han tenido claro que la más de las veces, el humor es el mejor vehículo para abordar en pantalla temas potencialmente conflictivos, como el que ahora nos ocupa. Desde que en 1959 Jack Lemmon y Tony Curtis se disfrazaron de chicas para huir de unos gánsteres, escondidos entre el resto de integrantes de una orquesta femenina, en el cine existe una larga tradición de varones que se han travestido por los más diversos motivos, ya sea profesionales (Dustin Hoffman en Tootsie, 1982), familiares (Robín Williams en Mrs. Doubtfire, 1993) o más personales, como el José Sacristán de Un hombre llamado Flor de Otoño (1978) o Miguel Bosé, alias Letal, en Tacones lejanos (1991) de Pedro Almodóvar, aunque sin duda el título de referencia dentro de este género-dentro-del-género sea Víctor o Victoria (1982), donde Julie Andrews es una mujer que finge ser un hombre al que le gustan otros hombres.
¿Victor, o Victoria? |
Cierto es que muchos de los personajes aquí mentados son heteros, aunque el hecho de disfrazarse provoque un juego de equívocos que puede desembocar en situaciones tan hilarantes como el final de Con faldas y a lo loco ("¡Nadie es perfecto!") o los apuros de Dustin Hoffman por librarse de las atenciones sentimentales del padre de Jessica Lange, por poner un par de ejemplos. Especialmente interesante es el caso de James Garner en Víctor o Victoria, cuyo personaje realmente sufre pensando que se ha vuelto gay, ya que un gánster no puede ser un invertido, hasta que descubre que el hombre por el que se siente atraído es, en realidad, una mujer, y todo vuelve al orden natural de las cosas (como vemos, nada que ver con el Silva que interpreta Javier Bardem en Skyfall, que disfruta acariciando a un maniatado e indefenso Daniel Craig).
Ya en los noventa el director Beeban Kidron se marcó el tanto de convertir en drag queens a tres de los tipos duros oficiales del cine de acción de la época, como eran Patrick Swayze, Wesley Snipes y John Leguizamo en A Wong Foo: Gracias por todo, Julie Newmar (1995) (1), una comedia agridulce acerca de la amistad, la superación personal y el valor de la tolerancia frente a los prejuicios irracionales. Más ácida y atrevida en sus planteamientos es la australiana Las aventuras de Priscilla, Reina del desierto (1994), protagonizada por Terence Stamp, Hugo Weaving (que ya apuntaba maneras, antes de vestirse de elfo) y Guy Pierce, el cual se haría famoso poco después gracias a su papel como el detective Ed Exley en L.A. Confidential de Curtis Hanson (1997) (2). Películas todas ellas con marcado encanto, aunque a título personal, el autor de estas líneas siempre ha sentido una especial predilección por La cage aux folles, una comedia franco-italiana de 1978 en la que una pareja de maduros homosexuales tienen que comportarse como heteros para conocer a la convencional familia de la prometida de su hijo. Divertida a rabiar, existe una versión de Mike Nichols de 1996, mucho más políticamente correcta que su predecesora, aunque cuenta con el aliciente de tener a Robín Williams y Nathan Lane en el papel de la pareja gay protagonista, mientras que el actor Hank Azaria está deslumbrante como Agador Spartacus, el mayordomo y ama de llaves de los anteriores (3).
En clave de comedia se han analizado también, y en más de una ocasión, las relaciones personales entre homosexuales y heteros, como es el caso de Algo más que colegas (1982) donde el guaperas Ryan O'Neil (el Barry Lyndon de Stanley Kubrick) es un agente de la ley encubierto, el cual tiene que trabajar junto a (y convivir con) un compañero gay, brillantemente interpretado por el actor John Hurt, para detener a un asesino en serie. En 1994 el también actor y modelo Rupert Everett (4), uno de los rostros (y cuerpos) más atractivos que hemos podido ver en ambas pantallas, estableció el arquetipo definitivo del amigo gay del (o la) protagonista en La boda de mi mejor amigo (1997), que abriría las puertas a una legión de proyectos similares, como Mucho más que amigos (1998) (5) o la mítica (e irremplazable) sitcom Will & Grace (1998-2006), que terminaron de normalizar la figura del personaje gay dentro del reparto de una película o serie de TV, como es el caso de la pareja formada por Cameron y Mitchell en Modern Family (2009 en adelante) (6). Como vemos, un catálogo de lo más variado, aunque el repaso no estaría completo sin mencionar Brokeback Mountain (2005), la arriesgada apuesta del cineasta taiwanés Ang Lee acerca de dos vaqueros norteamericanos secretamente enamorados los cuales mantienen una tormentosa relación sentimental a través de varias décadas o, sobre todo, la imprescindible Un hombre soltero, del 2009, donde el británico Colin Firth da una lección magistral de interpretación como George Falconer, un maduro profesor homosexual en la conservadora Gran Bretaña de los años sesenta (7).
Ya en los noventa el director Beeban Kidron se marcó el tanto de convertir en drag queens a tres de los tipos duros oficiales del cine de acción de la época, como eran Patrick Swayze, Wesley Snipes y John Leguizamo en A Wong Foo: Gracias por todo, Julie Newmar (1995) (1), una comedia agridulce acerca de la amistad, la superación personal y el valor de la tolerancia frente a los prejuicios irracionales. Más ácida y atrevida en sus planteamientos es la australiana Las aventuras de Priscilla, Reina del desierto (1994), protagonizada por Terence Stamp, Hugo Weaving (que ya apuntaba maneras, antes de vestirse de elfo) y Guy Pierce, el cual se haría famoso poco después gracias a su papel como el detective Ed Exley en L.A. Confidential de Curtis Hanson (1997) (2). Películas todas ellas con marcado encanto, aunque a título personal, el autor de estas líneas siempre ha sentido una especial predilección por La cage aux folles, una comedia franco-italiana de 1978 en la que una pareja de maduros homosexuales tienen que comportarse como heteros para conocer a la convencional familia de la prometida de su hijo. Divertida a rabiar, existe una versión de Mike Nichols de 1996, mucho más políticamente correcta que su predecesora, aunque cuenta con el aliciente de tener a Robín Williams y Nathan Lane en el papel de la pareja gay protagonista, mientras que el actor Hank Azaria está deslumbrante como Agador Spartacus, el mayordomo y ama de llaves de los anteriores (3).
En clave de comedia se han analizado también, y en más de una ocasión, las relaciones personales entre homosexuales y heteros, como es el caso de Algo más que colegas (1982) donde el guaperas Ryan O'Neil (el Barry Lyndon de Stanley Kubrick) es un agente de la ley encubierto, el cual tiene que trabajar junto a (y convivir con) un compañero gay, brillantemente interpretado por el actor John Hurt, para detener a un asesino en serie. En 1994 el también actor y modelo Rupert Everett (4), uno de los rostros (y cuerpos) más atractivos que hemos podido ver en ambas pantallas, estableció el arquetipo definitivo del amigo gay del (o la) protagonista en La boda de mi mejor amigo (1997), que abriría las puertas a una legión de proyectos similares, como Mucho más que amigos (1998) (5) o la mítica (e irremplazable) sitcom Will & Grace (1998-2006), que terminaron de normalizar la figura del personaje gay dentro del reparto de una película o serie de TV, como es el caso de la pareja formada por Cameron y Mitchell en Modern Family (2009 en adelante) (6). Como vemos, un catálogo de lo más variado, aunque el repaso no estaría completo sin mencionar Brokeback Mountain (2005), la arriesgada apuesta del cineasta taiwanés Ang Lee acerca de dos vaqueros norteamericanos secretamente enamorados los cuales mantienen una tormentosa relación sentimental a través de varias décadas o, sobre todo, la imprescindible Un hombre soltero, del 2009, donde el británico Colin Firth da una lección magistral de interpretación como George Falconer, un maduro profesor homosexual en la conservadora Gran Bretaña de los años sesenta (7).
Colin Firth, un hombre soltero |
Obviamente, tampoco han faltado las aproximaciones más crudas al tema, ya en títulos tan clásicos como El expreso de medianoche (Alan Parker, 1978) o, sobre todo, A la caza, filme de 1980 donde el agente que interpreta Al Pacino tiene que introducirse en los ambientes más sórdidos del cruising y del mundillo leather y sadomaso gay, y que en cierto modo es el precedente oscuro y realista de la antedicha Mucho más que colegas. Sin olvidarnos de Mi Idaho privado, de Gus Van Sant (1991) con unos jóvenes y atractivos River Phoenix y Keanu Reeves en la piel de dos chaperos que se ganan la vida vendiendo su cuerpo a otros hombres en las calles de Portland. Aunque si tuviera que destacar algún título por encima de los demás ese sería El hombre deseado (1994), basado en la novela gráfica homónima de Ralph König (8), en la que el siempre interesante Til Schweiger es el hombre deseado y atrapado en un curioso triángulo amoroso entre su ¿ex? novia Doro (Katja Riemann) y su nuevo compañero de piso gay, Norbert (Joachim Król). Menos radical en su planteamiento que el comic en el que se inspira, la película explora en clave de humor las siempre complejas relaciones sentimentales (y sexuales) humanas, demostrando que a la postre homos y heteros no somos tan diferentes a la hora de complicarnos la vida por la persona de la que estamos (perdidamente) enamorados.
Til Schweiger (a la derecha), el hombre deseado |
Una atenta relectura del artículo nos permite comprobar que no siempre hay una correspondencia exacta entre el personaje y la orientación sexual del actor que le da vida, y así lo mismo podemos encontrarnos a heteros haciendo papeles de homosexual (como Hank Azaria) que al contrario (aquí, guardemos un respetuoso minuto de silencio en memoria del mítico Rock Hudson y tantos otros como él, que tuvieron que fingir ser algo que no eran para no ser dejados de lado por el público y la industria de Hollywood). En realidad, si de actores hablamos, el único elemento de juicio debería de ser su talento interpretativo, mientras que nadie debería de ser despreciado o encasillado por cuestiones más personales y que, al fin y al cabo, poco o nada tienen que ver con su trabajo. Hasta aquí la primera parte de este artículo, que retomaremos la próxima semana repitiendo esquema con el cine de temática lésbica.
Notas:
(1). A título anecdótico, Julie Newmar fue una de las actrices que encarnó a Catwoman en la serie clásica de Batman de los años 60.
(2). También hemos podido ver la situación inversa en pantalla, es decir, mujeres que se disfrazan de hombres, como Jane March en El color de la noche (1994) o Amanda Bynes en Ella es el chico (2006), por poner un par de ejemplos.
(3). Azaria es especialmente conocido en su faceta como actor de doblaje por prestar su voz a varios personajes de Los Simpson.
(4). Los artistas Claudio Villa y Ángelo Stano se inspiraron en 1986 en un joven Rupert Everett para establecer el físico del exitoso personaje italiano del comic Dylan Dog.
(5). A mayor gloria de la atractiva actriz Jennifer Aniston, la inolvidable Rachel de Friends.
(6). ¿Soy yo, o Cameron cada vez tiene más pluma?
(7). A partir de la novela del mismo título de Christopher Isherwood. A modo de curiosidad, la película es el primer filme dirigido por el también diseñador de moda Tom Ford.
(8). Para los interesados, que sepan que el comic fue publicado en su momento en España por ediciones La Cúpula.
(2). También hemos podido ver la situación inversa en pantalla, es decir, mujeres que se disfrazan de hombres, como Jane March en El color de la noche (1994) o Amanda Bynes en Ella es el chico (2006), por poner un par de ejemplos.
(3). Azaria es especialmente conocido en su faceta como actor de doblaje por prestar su voz a varios personajes de Los Simpson.
(4). Los artistas Claudio Villa y Ángelo Stano se inspiraron en 1986 en un joven Rupert Everett para establecer el físico del exitoso personaje italiano del comic Dylan Dog.
(5). A mayor gloria de la atractiva actriz Jennifer Aniston, la inolvidable Rachel de Friends.
(6). ¿Soy yo, o Cameron cada vez tiene más pluma?
(7). A partir de la novela del mismo título de Christopher Isherwood. A modo de curiosidad, la película es el primer filme dirigido por el también diseñador de moda Tom Ford.
(8). Para los interesados, que sepan que el comic fue publicado en su momento en España por ediciones La Cúpula.
Comentarios
Del resto de películas que mencionas conozco "As good as it gets" (que aquí se tradujo como "Mejor... imposible")y es verdad que Kinnear hacía un gran trabajo, aunque su personaje quedaba un poco relegado a un segundo plano ante el duelo interpretativo entre Jack Nicholson y Helen Hunt. Y sí, has dado en la diana con Neil Jordan, que es uno de mis cineastas favoritos desde la época de "En compañía de lobos" (1984). Un abrazo y espero que la 2ª parte sea igualmente de tu agrado.