De hombres, marcianos y robots: Eric Frank Russell

Eric Frank Russell (1905-1978) nació en Camberley (Surrey, Inglaterra), se educó en Egipto y llegó a la ciencia-ficción tras su adscripción en 1930 a la Sociedad Interplanetaria Británica. Fue el primer escritor de dicho país en colaborar regularmente con Astounding y otros magazines norteamericanos de ciencia ficción, lo que en ocasiones llevó a provocar dudas acerca de su verdadera nacionalidad. De hecho, su primera gran obra, Barrera siniestra (1), aparece publicada primero en el número uno de la revista Unknown (marzo de 1939) y en forma de libro cuatro años después. Inspirada en las teorías (muy en boga por aquel entonces) del escritor Charles Fort, Barrera siniestra es la primera novela en plantear la posibilidad de que la raza humana esté sometida por alguna inteligencia ajena, un argumento clásico del género que con posterioridad a Russell retomaron escritores como Robert A. Heinlein (Amos de títeres, 1951) o Jack Finney (La invasión de los ladrones de cuerpos, 1954), amén de series de televisión como Expediente X de Chris Carter.
En 1956 llega otra de sus obras fundamentales, Tres que capturar (2), una trepidante historia
en la que la Tierra tiene que defenderse de una invasión de alienígenas del planeta Venus capaces de infectar y suplantar seres humanos. El protagonista , Wade Harper, es el único capaz de detectarlos debido a sus habilidades telepáticas que le permiten descubrir a los invasores incluso a cierta distancia. Con influencias asimiladas del género bélico y de la novela de detectives contemporánea, Tres que capturar es una adictiva obra maestra que combina a la perfección dos argumentos recurrentes del género: las invasiones extraterrestres y la alienación del individuo diferente, poseedor de talentos excepcionales que le aislan de sus semejantes y le convierten en una potencial amenaza ante los ojos del resto de la humanidad.

Apenas un año después llegaría Avispa (3), basada en sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial y considerada en su momento como la biblia de la propaganda subversiva. A través de sus páginas el autor nos narra los esfuerzos de un ingenioso saboteador infiltrado entre el enemigo para arruinar su moral y paralizar su maquinaria bélica.
Con posterioridad Russell añadió a su palmarés otros títulos igualmente destacados pero inéditos, por desgracia, en nuestro país como Dreadful Sanctuary (1948), (1953), Sentinels from SpaceThe Space Willies (1958), Dark Tides (1962), The Great Explotion (1962), The Mindwarpers (1964), Deep Space (1974) o Like nothing on Earth (1975).

Russell es un escritor tremendamente fácil y agradable de leer gracias a su estilo ágil y directo, aderezado con un brillante sentido del humor que a ratos recuerda al de otros colegas suyos como Robert Sheckley o el ya citado Fredric Brown. Como ellos, el autor que nos ocupa usaba el humor como excusa para criticar y subvertir determinados aspectos de la sociedad contemporánea, como el absurdo de la burocracia llevada al límite o la estupidez congénita del género humano como especie, aunque siempre desde una vertiente más esperanzadora y optimista. Descubrir o releer a Russell puede suponer un auténtico soplo de aire fresco en estos tiempos de crisis del género repletos de escritores pretenciosos y supuestas "Nuevas esperanzas de la ciencia ficción", perpetradores ambos de infames ladrillos en serie y en cadena que se venden a precio de lingote de oro en las librerías y una vez leídos no dejan más recuerdo detrás de sí que una intensa sensación de pérdida por el tiempo y el dinero malgastados en su lectura.
Índice:
(1) Publicado por Ediciones Tridente, col. Pulsar nº 6 (1992)
(2) Publicado en Cenit Ciencia Ficción nº 35 (1962)
(3) Publicado en Acervo Ciencia Ficción nº 40 (1981)
(4) Si bien la antología como talk no ha sido editada en castellano, la revista Nueva Dimensión publicó en sus páginas los diversos relatos que abarcaba la serie.
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