Estrellas Muertas (Una historia del universo expandido de Star Wars) 02

Imagen de user6702303 en Freepik

(No dejes de leer la primera parte para saber como Danni y el resto de la tripulación de la Moebius han llegado hasta aquí. De nada).

- ¿Están todos aquí? - comentó esta, casi como si estuviese hablando sola, y el capitán tardó un par de segundos en darse cuenta de que le estaba haciendo una pregunta.
- Sí, claro.
- ¿No falta nadie? ¿No han recogido ni dejado ningún otro pasajero desde que salieron de Obroa-Skai?
- No somos una nave de línea. No transportamos pasajeros. ¿A qué viene tanto interés? ¿Y por qué estamos retenidos, exactamente? - insistió Quinn, pero la imperial le ignoró por completo, tecleando en el datapad hasta acceder a los archivos correspondientes.
- Lex Quinn, capitán. Karrt, segundo de a bordo. Mazo y Nawara Fenn, tripulantes. KX9, droide de servicio multifunción. Finn Dathomar, cartógrafo. Y Danni Quee, astrónoma, astrofísica, exploradora y especialista en biotecnología. ¿Es correcto? - inquirió, observando directamente a Danni. Cogida por sorpresa, esta apenas acertó a asentir con la cabeza.
- Parece muy joven para tener ya tanta experiencia.
- No más que usted - contraatacó Danni, obteniendo a cambio una sonrisa de aprobación por parte de la otra mujer.
- Servimos a algo más grande que nosotros mismos. Contestando a su pregunta, capitán, están retenidos por su propia seguridad. Esta es una zona peligrosa del espacio y consideramos que nuestra obligación es escoltarles hasta un punto más seguro. Entretanto, a nuestro oficial al mando le gustaría hablar con sus pasajeros.
Danni y Dathomar intercambiaron una rápida mirada de sorpresa.
- ¿Con nosotros? ¿Por qué con nosotros?
- Digamos que nos interesa estar al día de las últimas novedades de Coruscant.
- Nosotros no venimos de Coruscant. Trabajamos para la biblioteca...
- ... de Obroa-Skai, ya lo sé. Pero incluso en el borde interior estarán más al día de lo que pasa en la capital que aquí, en medio de las regiones desconocidas. Un poco de su tiempo no es mucho pedir a cambio de nuestra protección.
Danni tomó una rápida decisión.
- Sólo si el capitán puede venir con nosotros - dijo, señalando a Lex Quinn.
- Si eso le hace sentirse más tranquila... - aceptó la oficial, sarcástica, mientras les devolvía el datapad -. Hagan el favor de seguirme.
- Un momento - interrumpió Quinn -. Mazo, Nawara, Kix, volved a la nave y esperadnos ahí. Mantendremos los canales abiertos por si surge cualquier novedad - añadió el piloto, mientras observaba de reojo al destacamento imperial. Si estos se sintieron ofendidos por sus palabras, no lo demostraron en absoluto.
- ¿Podemos ir ya o prefiere esperar a instalar un campo de minas alrededor de su nave? - bromeó la oficial, aunque su aspecto serio y algo rígido le restaba humor a sus palabras.
- Cuando guste - aceptó Quinn, acercándose a Danni en un gesto protector que no pasó desapercibido para la mayoría de los presentes.

La astrofísica nunca había estado dentro de un destructor estelar clase Interdictor. Si había visto algunas naves capitales, e incluso en una ocasión había visitado el puente de uno de los nuevos cruceros mon calamari de la flota de la República, pero el interior del Intruso era algo completamente distinto: grande, oscuro, amenazador, y muy frío. No sólo la decoración. Danni sentía, literalmente, como su aliento escapaba en volutas de su boca, al tiempo que el vello de sus brazos se erizaba incluso por debajo de las mangas aislantes de la chaqueta de su traje de vuelo. Apenas vieron a nadie por el camino y los pocos tripulantes con los que se cruzaron no les dedicaron ni una simple mirada de curiosidad. Como si estuviesen acostumbrados a las visitas o, peor aún, pensó Danni, considerasen que no merecían la pena.
La astrofísica apretó el paso para acercarse hasta la oficial, que iba en cabeza.
- Disculpe, señora...
- ¿Sí?
- No reconozco su uniforme. ¿Cuál es su rango exactamente?
- Tiene razón, no me he presentado. Disculpen mis modales. Soy la comandante Faye, Iria Faye, del departamento imperial de ciencias avanzadas.
- Confieso que no conocía ese departamento. ¿Es nuevo?
- No. Somos algo así como una... división científica especializada dentro de la Flota - repuso la oficial, de forma algo críptica, y Danni no insistió.
Finalmente llegaron a las que parecían ser las dependencias del capitán, donde les aguardaban otros dos oficiales varones. Uno de ellos era de mediana edad y estaba sentado detrás de la mesa de mando. Lucía barba de varios días, tenía el cabello descuidado y profundas sombras alrededor de los ojos. El uniforme le quedaba holgado por lo que, o había perdido peso últimamente, o pertenecía a otra persona y no se había molestado en arreglarlo antes de ponérselo. El segundo hombre permanecía de pie a pocos pasos. Era mayor, más delgado, con una abundante melena blanca y un brillo alucinado en los ojos. El uniforme le sentaba algo mejor que a su compañero, aunque el efecto general quedaba deslucido por la forma obsesiva que tenía de pellizcarse el mentón mientras se humedecía los labios con la lengua. El que estaba sentado se incorporó al verlos entrar, pero al darse cuenta de la presencia de Quinn le lanzó una mirada de curiosidad a la comandante, la cual se encogió de hombros con otra de esas sonrisas suyas que lo mismo podían significar algo que nada en absoluto.
- Bienvenidos a bordo. Soy el capitán Kirten Sandor, del DCA, al mando del ISD Intruso. Ya conocen a la comandante Faye. Y este es el coronel Herzog, del DCA. Y ustedes son... el doctor Finn Dathomar y la doctora Danni Quee, ¿correcto? - preguntó el oficial, ignorando por completo al tercer miembro de la Moebius.
- En realidad, todavía no tengo el título oficial de doctora - repuso Danni, pero antes de que pudiese añadir nada más Lex decidió intervenir en la conversación.
- Discúlpeme, pero me gustaría saber con qué autoridad nos han detenido y nos quieren someter a interrogatorio. Si no estoy equivocado, el Imperio ya no existe, este es espacio libre, y no tienen ustedes ningún gobierno detrás que respalde sus acciones. De hecho, esta retención ilegal podría ser considerada como un acto de piratería.
- Como ya les habrá explicado la comandante, no están exactamente retenidos. Yo calificaría su situación más bien de refugiados. En cuanto a mi autoridad, digamos que quince baterías de turbo láseres, quince cañones de iones y una dotación de dos mil soldados de asalto, me dan toda la autoridad que necesito aquí y ahora. ¿No le parece? - repuso el capitán Sandor, con un cierto deje de arrogancia.
- Puede que estemos muy lejos del centro, pero la República no dejará pasar impune ninguna agresión a cualquiera de sus ciudadanos.
- No se preocupe, capitán. Le aseguro que su bienestar es nuestra mayor prioridad ahora mismo. Y ya que ha salido el tema, ¿qué tal van las cosas por Coruscant? ¿Hay alguna novedad que quieran compartir con nosotros? ¿Rumores de guerra? ¿Cambios de gobierno? ¿Algún famoso que nos haya dejado antes de tiempo?
Finn y Danni intercambiaron una mirada de confusión. Ahora fue el turno de la joven de responder:
- Lo único que recuerdo haber escuchado son las típicas disputas entre los populistas y los centristas en el Senado. La verdad, en Obroa-Skai no estamos muy al día de las últimas noticias de Coruscant. También hemos oído que la senadora Organa se está distanciando del gobierno de la República por su postura frente a la Primera Orden...
- Disculpe, ¿a qué primera orden se refiere? - la interrumpió el capitán Sandor.
- Una facción militarista pro-imperial que reivindica el viejo Orden de Palpatine. Nadie se los toma muy en serio, pero la senadora Organa cree que pueden ser más peligrosos de lo que parecen.
- ¿Amigos suyos, por un casual? - dejó caer Lex, con aire de fingida inocencia.
- Como le dije, somos una expedición científica. No respondemos ante ninguna autoridad militar, ya sea imperial o republicana. Prosiga, por favor.
- Bueno, estaba ese rumor acerca de la posibilidad de trasladar la sede del Senado de Coruscant a Hosnian Prime, pero no hay nada oficial todavía - continuó Danni. Esta vez sus palabras si parecieron impresionar a los imperiales, en especial al llamado Herzog, que dejó de pellizcarse el mentón a la vez que exclamaba:
- ¿A Hosnian Prime? ¿Y por qué a Hosnian Prime? ¿Qué tiene de interesante ese depósito de escoria espacial?
- Creo que el objetivo es descentralizar el poder y repartir las instituciones de gobierno entre diversos mundos. Además, Coruscant todavía arrastra la lacra de haber sido la capital del Imperio, aunque hayan pasado más de veinte años desde la firma del Concordato y el final de la guerra.
- ¿Ese es todo el motivo? ¿No hay nada más?
- ¿Cómo qué? - inquirió Danni, confusa, sin saber muy bien a donde quería llegar el imperial.
- Guerra. Un ataque imprevisto. Una catástrofe ecológica irreparable.
- No, en absoluto. Todo ha estado muy tranquilo desde la batalla de Jakku.
- Pero usted es exploradora, ¿no? - terció el capitán Sandor -. Puede que haya oído hablar de algún contacto reciente con una raza alienígena desconocida.
- Reciente no. Salvo que se refiera usted al remanente Chiss, pero desde la desaparición del gran Almirante Thrawn han mantenido un perfil muy bajo.
- ¿Desaparición, ha dicho usted?
- Bueno, sí. Por lo que yo sé nunca se pudo recuperar el Quimera después de la batalla de Lothal, así que oficialmente el Almirante y su tripulación siguen desaparecidos. Creo - añadió, algo insegura, Danni.
- Entiendo. Gracias por su paciencia. Supongo que estarán deseando regresar a su nave para continuar ruta cuanto antes. La comandante Faye les avisará una vez sea seguro alejarse del Intruso. Entretanto... espero tener ocasión de volver a verles, pero, por si acaso, buenas noches y buena suerte - dijo el capitán Sandor, volviendo su atención a su pantalla de datos como si Lex, Finn y Danni ya no estuviesen presentes. Una vez fuera, la astrónoma murmuró en voz baja:
- ¿Un oficial imperial que da las gracias? Menuda novedad.
- No sólo eso - dijo Quinn -. Parecía mucho más interesado en lo que teníamos que contar, que en nosotros mismos. Y una vez que le dijimos lo que quería saber, le ha faltado tiempo para echarnos.
- Sí, pero ¿qué es lo que quería saber? ¿A qué venían todas esas preguntas sobre invasiones y razas alienígenas?
- No tengo ni idea - resumió el capitán de la Moebius, mirando incómodo a la comandante Faye, que había escuchado toda su conversación en silencio. Sin embargo, la atención de la imperial parecía concentrada en la propia Danni.
- Así que especialista en biotecnología. Es un curioso campo de trabajo.
- En realidad, es más bien una afición. Mi auténtica especialidad es la astrofísica.
- ¿Y el interés por la tecnología alienígena de dónde le viene?
- De una exposición sobre culturas alienígenas a la que me llevaron mis padres. La mayor parte de la muestra eran piezas de época prerrepublicana, procedentes del Imperio Infinito, de los Sharu, y de otras muchas razas tan antiguas que ni siquiera sabemos cómo se llamaban, o qué aspecto tenían. Recuerdo que había un poco de todo: restos arqueológicos, obras de arte, máquinas y objetos cotidianos. Y todos ellos eran... extraños. Fruto de una forma de pensar y entender la realidad completamente diferente de la nuestra. Desde entonces, es un campo que siempre me ha fascinado, aunque mi especialidad sea la astrofísica.
- Tecnología alienígena - repitió la comandante, como si hubiese alguna clase de doble sentido en las palabras de Danni que ni siquiera ella alcanzaba a descubrir -. Estoy segura de que lo que hacemos aquí le resultará igualmente interesante. Tal vez podríamos seguir hablando con calma en otro momento. ¿Qué le parece mañana, a la hora del almuerzo? Le invito al comedor de oficiales del Intruso. Tráigase a su capitán, si quiere, pero esta vez dejen al imperial a bordo. No se ponga nervioso, doctor Dathomar - se apresuró a añadir la oficial, disfrutando con el nerviosismo del cartógrafo -. Hace falta un imperial para reconocer a otro. ¿No le parece?
- Hace tiempo que no sirvo al Imperio - precisó Dathomar, molesto.
- ¿Está seguro? Tal vez ese fue otro doctor Dathomar. O tal vez las cosas no son las que parecen, después de todo. Hemos llegado. Espero con impaciencia nuestra próxima reunión, doctora. Ah, y procuren no salir de su nave antes de tiempo. De vez en cuando perdemos algún tripulante. Es extraño, ¿no? Nadie debería perderse en un espacio cerrado. Y, sin embargo, no conviene pasear a solas por el Intruso - añadió la comandante, con aire cómplice, dejando que su auditorio reflexionase acerca del misterio que escondían sus palabras.

(Continuará....)

Comentarios

Entradas populares