Kevin McClory y "Nunca digas nunca jamás" (1983)


No hay dos sin tres. Se dice que, cuando Sean Connery aceptó regresar a la franquicia 007 para filmar Diamantes para la eternidad (Guy Hamilton, 1971), el actor se despidió tras el rodaje con un firme “Nunca jamás”. De ahí, se rumorea, el título de la película que ahora nos ocupa: Nunca digas nunca jamás (Irvin Kesrhner, 1983), que vendría ser algo así como una versión más suave del mítico “Te lo dije”.
Lo cierto es que Nunca digas nunca jamás es una de las entregas más interesantes de toda la filmografia de James Bond, no tanto por la película en si misma (que también) como por toda la historia de pleitos, desencuentros y proyectos frustrados que la rodean, y que han terminado por convertirla en una rareza de culto entre los aficionados al personaje, a medio camino entre el canon oficial y la versión apócrifa. Pero mejor empecemos por el principio.
Nunca digas nunca jamás es un remake confeso de Operación Trueno (Terence Young, 1965), la cuarta película de la serie, inspirada en la novela del mismo título de 1961. Sin embargo, su génesis es diferente al de otras novelas de Fleming protagonizadas por James Bond. Operación Trueno se desarrolló a partir de un guión escrito para una hipotética película sobre 007, proyecto que al final quedó descartado, por lo que el escritor decidió aprovechar el material ya existente para una nueva aventura literaria del personaje, donde aparecían por primera vez la siniestra organización SPECTRA y su líder, Ernst Stavro Blofeld.


Fleming falleció un 12 de agosto de 1964, cuando la saga 007 ya se había convertido en un éxito cinematográfico a escala mundial gracias al éxito de Goldfinger (1964), pero antes del estreno de Operación Trueno. Es entonces cuando reaparece en escena Kevin McClory. Este guionista, productor y aspirante a director de cine irlandés había colaborado con Fleming en el guión original de Operación Trueno, y se atribuía el cincuenta por ciento del mérito (y de los derechos) sobre la historia, así como sobre la creación de Spectra y Blofeld. En resumen, tras un largo y complejo proceso legal, McClory se aseguró aparecer en los títulos de crédito de la película, así como un reconocimiento parcial sobre los derechos del guión en sí, que no de la novela. Sin embargo, fue más que suficiente para estimular la ambición de McClory, empeñado no sólo en hacer un remake de Operación Trueno, sino incluso en crear su propia saga de James Bond, paralela a la oficial.


Sea cierto o no, se rumorea que ya en 1976 McClory tentó a Sean Connery con volver a interpretar a 007 en un proyecto titulado, de forma provisional, Warhead 8, aunque más tarde se reautizase como James Bond, del Servicio Secreto. El proyecto, sin embargo, no fructificó hasta principios de los ochenta, cuando la carrera del actor atravesaba un cierto impasse y se mostraba más abierto y receptivo a la posibilidad de encarnar de nuevo a James Bond, aunque fuese por motivos crematísticos. McClory ya tenía su protagonista, además del material de base (el guión original), pero faltaba por pulir todo lo demás. Los responsables de la saga oficial hicieron valer sus derechos, acotando todo lo que el irlandés NO podía usar en su película, como los títulos de crédito iniciales o la mítica banda sonora de Monty Norman y John Barry. Tampoco se podían compartir intérpretes de la saga oficial, por lo que hubo que buscar nuevos actores para que interpretasen a M (James Fox), Felix Leiter (Bernie Casey) o Q (Alec McCowen). A título anecdótico, Casey fue el primer actor afroamericano en interpretar al agente de la CIA, antes de la etapa de Daniel Craig. El resto del reparto incluía nombres tan populares como los de Kim Bassinger (Domino Petachi), Klaus Maria Brandauer (Maximilian Largo), Barbara Carrera (Fátima) o el recientemente fallecido Max Von Sidow como el líder de SPECTRA, Ernst Stavro Blofeld. Lorenzo Semple Jr. se encargó de la reescritura del guión, mientras que la dirección recayó en manos de todo un profesional como Irvin Kershner, que venía de triunfar en todo el mundo con el Episodio V de La guerra de las galaxias, El Imperio contraataca (1980). 
Los cambios en el guión incluyeron actualizar la película. Desligada de la saga oficial, Nunca digas nunca jamás se entendía como una continuación de Diamantes desde la eternidad (Guy Hamilton, 1971), la última (hasta entonces) entrega de la serie protagonizada por Sean Connery. Sin embargo, entre ambas películas habían pasado doce años, y Connery ya no era tan joven, por lo que Semple optó por un enfoque más realista y, hasta cierto punto, autoparódico, al plantear la historia como la última misión de un envejecido 007, casi al borde del retiro, pero que aún conserva buena parte de su carisma y forma física, además de seguir luciendo un esmoquin en pantalla como pocos. Por lo demás, el argumento sigue de cerca al Thunderball original, aunque con una narración más ágil (que denota el buen oficio de Kershner) que a ratos te hace olvidar de que se trata de un remake. Otras bazas de la película son la soberbia interpretación de la atractiva Barbara Carrera como la letal asesina a sueldo de SPECTRA, Fátima, o ese sentido del humor que empapa toda la trama, con escenas tan memorables como aquella en la que Connery se defiende de un sicario arrojándole a la cara un líquido que cree ser ácido, pero que resulta ser una muestra de su orina.


Nunca digas nunca jamás se estrenó finalmente en 1983, compitiendo en pantalla con Octopussy, la decimotercera entrega de la saga oficial, y la sexta protagonizada por Roger Moore como 007. Y aunque la ventaja en taquilla se decantó finalmente del lado de la segunda, la película de Kershner y McClory recaudó 160 millones de dólares, además de recibir una buena acogida de público y crítica. Lo suficientemente buena, de hecho, como para que McClory considerase la posibilidad de hacer un nuevo remake (o trimake) de la misma. Connery, por su parte, se embolsó un buen cheque por su trabajo además de relanzar su carrera con nuevos (e interesantes) títulos de éxito, entre los que cabe destacar Los Inmortales (1986), El nombre de la rosa (1986), Los intocables de Elliot Ness (1987) o Indiana Jones y la última cruzada (1989), por poner varios ejemplos.


Respecto a McClory, este siguió adelante con su empeño de seguir explotando su particular gallina de los huevos de oro. Con Connery fuera de la ecuación, se rumorea que ya en 1987 tanteó a Pierce Brosnan para interpretar una saga de películas de Bond paralela a la oficial, interpretada en ese momento por Timothy Dalton, a partir de un proyecto inicial titulado - de forma provisional - Atomic Warfare, la cual no dejaba de ser un nuevo remake de Nunca digas nunca jamás. De ser cierto esta claro que el proyecto nunca cristalizó, aunque hay que reconocerle a McClory cierta capacidad como profeta, ya que Brosnan acabó interpretando al agente 007 en cuatro películas, entre 1995 y 2002. Sin embargo, como no hay dos sin tres (o, a estas alturas, tres sin cuatro), McClory volvió a la carga en 1997, con otra versión versión de Thunderball ahora rebautizada como Warhammer 2000. Dispuesto a tirar la casa por la ventana, el productor buscó para el papel principal a otro ex-Bond, Timothy Dalton, además de ofrecer el rodaje de la película al tandem Roland Emmerich & Dean Devlin, por aquel entonces responsables de título de éxito como Stargate (1994) o Independence Day (1996). Fuese por la presión de los productores de la saga oficial, fuese por diferencias creativas o financieras, Warhammer 2000 tampoco salió adelante. De hecho, en 1997 los derechos de distribución de Nunca digas nunca jamás fueron adquiridos por Metro Goldwyn Mayer, que ya distribuía las películas Bond de EON, asegurándose de esa manera el control de las sucesivas ediciones del filme en vídeo y DVD.
McClory, por su parte, falleció en Dublin, su ciudad natal, el 20 de noviembre de 2006, a lo ochenta años de edad, el mismo año que se estrenaba en cines Casino Royale, la primera película Bond de la era Daniel Craig, que suponía un relanzamiento en toda regla de la franquicia. Pese a que muchos lo critiquen por su oportunismo, lo cierto es que sin él no tendríamos esta Nunca digas nunca jamás que, pese a no ser uno de los filmes oficiales de la saga es, sin duda, una de las mejores películas de James Bond jamás rodadas y, en mi humilde opinión, mucho mejor que Octopussy, su más directa competidora, además de ser la única ocasión (parodias aparte) en que vemos a un 007 envejecido y al borde del retiro, pese a que Connery - como decíamos - se conservase en una forma excelente para su edad, que en 1983 era ya de 53 muy bien llevados años.

Filmografía real e hipotética:

- Operación Trueno (Terence Young, 1965). Coescrita y producida por Kevin McClory. 
- Diamantes para la eternidad (Guy Hamilton, 1971).
- Warhead 8 (1976, escrita por Kevin McClory, Len Deighton y Sean Connery. También conocida como James Bond del Servicio Secreto).
- Nunca digas nunca jamás (Irvin Kesrhner, 1983). En teoría, tiene lugar doce años después de Diamantes para la eternidad, omitiendo las películas más recientes de Roger Moore.
- Atomic Warfare (1987), proyecto con Pierce Brosnan como 007.
- Warhead 2000 (Roland Emmerich & Dean Devlin, 1997). Iba a ser producida por Kevin McClory con Timothy Dalton retomando su papel como Bond.

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