Vida y muerte de Kraven, el Cazador


Kraven nació en 1962 de la mano de Stan Lee y Steve Ditko como uno de los primeros villanos recurrentes de Spider-Man. Mezcla más o menos equilibrada entre Tarzán de los Monos y el malvado Zaroff, Kraven es un cazador profesional, descendiente de la vieja aristocracia rusa, que cansado de perseguir fieras se siente tentado por el mayor desafío posible: la caza humana, en especial de una pieza tan extraordinario como es un Hombre Araña. En ese sentido Kraven se diferencia de otros adversarios de Peter Parker por sus motivaciones, más mundanas y menos relacionadas con el mundo del hampa, lo que no evita que tras su primera derrota busque aliarse con otros delincuentes, como el Camaleón o los Seis Siniestros.
El carácter de Kraven fue mudando con el tiempo, dependiendo de la época y del guionista de turno: enemigo honorable a veces, tramposo y arrogante en otras ocasiones, pero siempre obsesionado con la figura de Spider-Man y empeñado en vencerle, sólo para acumular derrota tras derrota. Hasta que llegó J. M. De Matteis. El guionista venía de DC con un guión para Batman rechazado por su tono lúgubre y algo macabro, incluso para un personaje tan oscuro como el Señor de la Noche. ¿Acaso semejante historia de muerte y redención podía aplicarse a un personaje tan alegre y positivo como Peter Parker? Sin embargo, los editores confiaron en el guionista, y cuando el dibujante Mike Zeck se alistó al proyecto, La última cacería de Kraven fue un hecho. Publicada en 1987 (1), a caballo entre las tres colecciones regulares del personaje, esta miniserie-dentro-de-la-serie estaba llamada a hacer época, aunque en su momento tuviese una tibia acogida. El guión de De Matteis se adelantaba en años al Spider-Man depresivo, iracundo y atormentado de los noventa, y contrastaba con el aire lúdico y festivo que, por aquel entonces, David Michelinie y Todd McFarlane le estaban imprimiendo al personaje. Sin embargo, Kraven nunca había lucido mejor en el comic, más determinado y complejo que nunca.


La historia, a grandes rasgos, es la que sigue: Kraven narcotiza y entierra a Spider-Man, tras lo cual le reemplaza para perseguir y derrotar a Alimaña, otro personaje creado por De Matteis durante su estancia en la colección del Capitán América, y al que Spider-Man sólo había podido vencer en colaboración con el abanderado. Cuando Peter Parker despierta y va tras Kraven, furioso, este le recibe como un amigo, casi como un hermano. El cazador no sólo ha derrotado a su eterno adversario: ha tomado su lugar y ha hecho su trabajo igual de bien, sino mejor (desde su punto de vista) que el Spider-Man original. Por fín satisfecho y en paz, Kraven se despide de su némesis, tras lo cual se introduce el cañón de un fusil en la boca y aprieta el gatillo. Las últimas palabras que pasan por su mente, justo antes de morir, fueron «Dijeron que estaba loca», en relación a su difunta madre, cuya demencia parece ser una característica hereditaria de la familia Kravinoff. En resumen, una obra maestra que se lee de un tirón y asombra por su belleza formal y lo perfecto de su desarrollo, salvo por un problema: al hacer que Kraven alcanzase la paz (y un cierto honor) con la muerte, mucha gente interpretó que De Matteis estaba haciendo una apología encubierta (o, más bien, descubierta) del suicidio, lo que obligó al guionista a retomar la historia para atar algunos cabos sueltos. Pero no nos precipitemos.


La primera secuela no oficial de La última cacería vio la luz en 1990 (2), de la mano del célebre dibujante Todd McFarlane, en su debut en solitario con una nueva colección dedicada al héroe arácnido escrita e ilustrada por él. Para su estreno como autor completo, McFarlane pergeñó una historia oscura y angustiosa, con ecos de la miniserie de De Matteis, en la que Spider-Man tenía que enfrentarse a un Lagarto más salvaje que nunca controlado por Calypso, una sacerdotisa vudú que había sido pareja habitual de Kraven. Víctima del cansancio y las drogas, Peter tiene visiones alucinatorias del cadáver de Kraven, con media cabeza destrozada, que afirma volver desde el más allá para vengarse de su viejo enemigo, lo que no deja de ser contradictorio con lo que habíamos leído en su momento. Da igual: McFarlane, mejor dibujante que guionista, estira la trama hasta convertir una anécdota en una miniserie de cinco episodios, experimentando con páginas y viñetas en un preludio de lo que será su posterior Spawn. Pese a todo, la serie fue en su momento un éxito de ventas, más por el tirón de su autor que por el contenido.


En 1991 fue el propio De Matteis, ya guionista regular de una de las colecciones del Hombre Araña, el que retomó los hechos de La última cacería en una nueva historia (3) que no es tanto una secuela como una ampliación de la misma, ya que apenas se alude a Kraven y su triste final, mientras que el título de la miniserie (El niño que llevas dentro) tanto puede referirse a Harry Osborn, el nuevo Duende Verde, y su relación con su hijo Normie, como al villano Alimaña, un niño maltratado durante su infancia y cuyos recuerdos ocupan buena parte de la narración. En realidad, toda la trama gira en torno a la redención del villano, así como a explorar las secuelas psicológicas que Peter sufre tras su experiencia a manos de Kraven, agravadas por el enfrentamiento con el Duende Verde y su gas alucinógeno. Pese a no ser una mala historia, no llega al nivel de la original, además de verse lastrada por el dibujo de Sal Buscema, un artista muy en boga por aquella época, pero con un estilo en las antípodas del de Zeck.


Finalmente, en 1992 se publica El alma del cazador (4), un especial en formato Prestige donde De Matteis y Mike Zeck se reunen de nuevo para añadir un nuevo (y último, se suponía) capítulo a La última cacería de Kraven. Atormentado por sus pecados, el espíritu del cazador es incapaz de ir más allá, y es a Spider-Man a quien le corresponde ayudarle aunque para eso tenga que reconciliarse antes consigo mismo, y con todo lo que Kraven le hizo pasar. El comic tiene un cierto tufillo a «Mea culpa», como si De Matteis quisiera disculparse por glorificar el suicidio de Kraven e intentase ahora convencernos de que quitarse la vida uno mismo está mal. Como tal, resulta prescindible, y no le aporta nada más a la saga que el hecho de que Peter acepte por fin lo que le había ocurrido y siga adelante, algo que ya se dejaba entrever en la antedicha El niño que llevas dentro.
A título anecdótico, Kraven tuvo dos sucesores: Vladimir Kravinoff, alias el Cazador Macabro, y su medio hermano Alyosha Kravinoff, mucho más divertido e interesante, que acabó protagonizando su propia miniserie (5) y alejándose del mundo de los super villanos para instalarse en Hollywood con su novia y dedicarse a producir películas indie. Para llenar el vacío, en Marvel decidieron traer de vuelta al Kraven original durante los eventos de El desafío y La cacería macabra (6), donde aparece reunida la plana mayor de la familia Kravinoff. La ceremonia necesaria para traer a Kraven de vuelta exige el sacrificio del Hombre Araña. Sin embargo, los Kravinoff se dejan engañar por Kaine, que suplanta a Spider-Man para morir en su lugar, lo que provoca que el cazador regrese cambiado (a peor) de la muerte, como la Megan Fox de El cuerpo de Jennifer (Karyn Kusama, 2009).
Todas las historias aquí mencionadas fueron publicadas en su momento por las editoriales Forum y Panini, y han sido reeditadas a lo largo de los años, algunas de ellas en fechas bastante recientes, por lo que en general permanecen accesibles al gran público.


A título personal, mi favorita sigue siendo La última cacería, que me parece una de las mejores historias de Spider-Man jamás escritas, así como la mejor protagonizada por Kraven, sin duda alguna. Ya a cierta distancia, merece la pena El niño que llevas dentro, mientras que Tormento y El alma del cazador sólo pueden tener interés para los aficionados nostálgicos y completistas. De hecho, creo que el final de La última cacería es perfecto tal y como se concibió, y que la vuelta de tuerca que el propio De Matteis plantea en El alma del cazador es tan superflua como innecesaria. Ignoro los motivos que le llevaron a ello, si fueron presiones editoriales o hubo motivos más personales que influyeron en la génesis de dicha historia, pero negarle a Kraven la grandeza que había alcanzado durante la primera miniserie me parece tan absurdo como traerlo de vuelta, muchos años después, ya que su forzada resurrección arruina muchos de los supuestos planteados en La última cacería. Recordemos, pues, a Kraven como ese hombre que murió con dignidad tras haber hecho las paces consigo mismo y con su adversario, que ya es más de lo que muchos de muchos de nosotros podremos alcanzar en la vida.


Bibliografia:

1. "La última cacería de Kraven". J. M. De Matteis & Mike Zeck. Panini Comics.
2. "Tormento". Spider-Man de Todd McFarlane Vol. 1 de Panini Comics, 2014.
3. "El niño que llevas dentro". J. M. De Matteis & Sal Buscema. Panini Comics, 2019.
4. Incluida en el volumen 100% Marvel: "El Asombroso Spider-Man. El alma del cazador". Panini Comics, 2019.
5. "Spider-Man: Get Kraven". Reeditada en 2018 por Panini Comics como "Monstruos de Hollywood".
6. Marvel Saga. El asombroso Spider-Man #28 (2018).

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