La canción de Belit

A lo largo de su vida Conan conoció a muchas mujeres, aunque tal vez las que más huella dejaron en él fuesen su esposa Zenobia y Belit, su gran amor de juventud. Howard nos presentó a Belit en el relato «La reina de la costa negra» donde el personaje fallecía al final, dejando su origen envuelto en un velo de misterio. Entre el momento en que conoce a Conan y su muerte han pasado (se supone) tres años, un lapso temporal que el creador de los personajes omite y que otros autores posteriores han intentado rellenar con mayor o menor fortuna, como es el caso de Paul Anderson en la novela Conan el rebelde (1980), de Roy Thomas durante su etapa como guionista de Conan el bárbaro para Marvel Comics, o más recientemente, de Brian Wood y Becky Cloonan para Dark Horse Comics. Pues bien, ahora es el turno de Rodolfo Martínez, el conocido autor de la serie Drimar y de la saga del Adepto de la Oscuridad, de incursionar en el universo bárbaro de Robert E. Howard para revelarnos la historia nunca contada de las aventuras de Conan y Belit durante su etapa como reyes de la costa negra.
En el epílogo a la novela el propio Martínez reconoce lo ambicioso del reto que se propone. Howard es un escritor con un estilo engañosamente sencillo, pero con un talento narrativo excepcional y abundantes dosis de eso que los norteamericanos denominan sense of wonder, y que podría traducirse como la capacidad para enganchar al lector desde el primer párrafo y sumergirle en una atmósfera mágica y misteriosa donde todo es posible: monstruos de tiempos remotos, civilizaciones prehumanas, torres que surgen de la nada y vuelven a la nada de la que han surgido... Todo un reto. Ahora bien, se me ocurren pocos escritores más capacitados que el que ahora nos ocupa para superar airoso semejante desafío. Para empezar, Rodolfo Martínez es un gran admirador de Howard y su obra, que ha leído en su idioma original, además de traducir de nuevo los relatos de Conan al castellano, intentando respetar al máximo el espíritu de la prosa del escritor de Cross Plains. Por otro lado, Martínez ya ha demostrado su habilidad a la hora de sumergirse en el universo creativo de otros autores, como es el caso de sus novelas Sherlockianas, donde además homenajea sin tapujos a otros personajes míticos del mundo del comic y la literatura contemporáneos, enriqueciendo así el Canon original.

Rodolfo Martínez. Imagen © Felicidad Martínez & Sportula
Conviene aclarar que Martínez no se ha limitado a insertar su historia en medio del relato de Howard, sino que se ha visto obligado a desmontarlo y reordenarlo parcialmente en aras de una mayor coherencia narrativa, que él mismo explica en los apéndices finales del libro.
Sin entrar en detalles, para no estropearles la experiencia de antemano a los futuros lectores, si me gustaría dejar mi muy personal opinión acerca de esta canción de Belit. En general la historia es amena, muy bien urdida y desarrollada con las dosis necesarias de acción, romance y humor como para que el interés del lector no decaiga en ningún momento. Pese a todo, en una atenta relectura, es posible intuir un par de puntos débiles que - por otra parte - son comunes a este tipo de pastiches Howardianos.
Howard es un autor de relatos o novelas cortas. Lo suyo no eran las narraciones extensas. De hecho, la única novela de Conan que escribió (La hora del Dragón, 1934) es más bien una sucesión de historias breves encadenadas entre sí por un hilo común. En las historias largas, Conan se desdibuja, sobre todo en textos como este, muy coral, en el que el autor maneja un amplio reparto de personajes e intenta desarrollar varias tramas paralelas. En estos casos el cimerio, más que el protagonista, parece algo así como un testigo presencial, un tipo que pasaba por ahí y se ve involucrado en la acción casi a su pesar. Los planes a largo plazo no le sientan bien a un personaje como este, que se limita a vivir el día a día y evita pensar mucho en el futuro, aunque este sea un defecto achacable a todas las novelas de Conan que se han escrito desde finales de los setenta.
El otro aspecto a tener en cuenta es la corrección política. No es que Howard fuese incorrectamente político, sino que el concepto ni siquiera existía en su época. El texano escribía para su público, y era consciente de que por encima de él había un editor capaz de enmendarle la plana, corregir el texto e incluso cambiar el título para mejorarlo (siempre desde su muy comercial punto de vista). Como dice el propio Rodolfo Martínez, no vamos a condenar ni disculpar a Howard por haber vivido en una época diferente a la nuestra, con otra mentalidad y una sensibilidad distintas. El problema es cuando intentas escribir como Howard AHORA. Una de dos, o guardas las apariencias, o la crítica y buena parte del público te despedazan, eso suponiendo que alguna editorial se atreva a publicarte. Así que no te queda más remedio que jugar con las reglas actuales del juego, edulcorando un tanto el carácter del personaje y su mundo, lo que unido a lo ya expuesto, ahonda en esa sensación de distanciamiento, de que este no es el Conan original, sino una versión más civilizada y políticamente correcta. Puede ser - como explica Martínez en los anexos del libro - que el hecho de estar embarcado en una relación romántica más duradera de lo habitual afecte al carácter del bárbaro, y cierto es que a Howard no le gustaba ahondar en estos aspectos, por lo que la forma de enfocarlo del asturiano puede ser tan válida como la que más. El propio Thomas tuvo algún que otro tira y afloja con el Comic Code a la hora de adaptar el relato, por ejemplo con la vestimenta de Belit, o la sensual danza del apareamiento con que la pirata seduce al cimerio (y a los lectores, que tampoco somos de piedra).

Conan y Belit, por John Buscema
En otro orden de cosas, el libro destaca por su cuidada edición, adornada por unas bellísimas ilustraciones interiores de Juan Alberto Hernández que, junto a la cubierta de inspiración Frazettiana obra de Breogán Álvarez terminan de forjar las señas de identidad de esta obra, una de las pocas aventuras extensas del cimerio escritas y publicadas en castellano y por un autor español, en un momento en que ninguna editorial patria tiene los derechos sobre las novelas más recientes del personaje aparecidas allende nuestras fronteras. A mayor abundamiento, da la impresión de que Martínez se ha dejado la puerta abierta para una hipotética continuación, en caso de una respuesta positiva por parte del público (nuevamente, evito entrar en detalles para evitar espoilers), y teniendo en cuenta su ya comentada habilidad a la hora de sumergirse en universos ajenos, nadie mejor que él para ofrecernos otros relatos inéditos de la siempre apasionante biografía del más notable hijo de Cimeria.

«Y fue entonces cuando llegó Conan el Cimerio, de pelo negro, ojos hoscos y con una espada en la mano. Un ladrón, un saqueador, un asesino triste y ufano al mismo tiempo dispuesto a pisotear con sus sandalias los enjoyados tronos de la Tierra».

Las Crónicas Nemedias.

FICHA TÉCNICA:

Título: La canción de Belit
Autores: Robert E. Howard & Rodolfo Martínez.
Formato: Cartoné con solapas, 22x15 cm., 527 páginas.
Editorial: Sportula.
ISBN: 978-84-16637-46-1.
PVP: 24 € (aprox.).

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