El cine histórico de Ridley Scott: una retrospectiva
Los duelistas, 1977 |
Muy probablemente, Ridley Scott pasará a la historia del Séptimo Arte gracias a contar en su haber con dos clásicos de culto como son Alíen (1979) y Blade Runner (1982). Sin embargo, hay otra faceta de su filmografía que no por más comercial resulta menos interesante, como son sus incursiones en el cine histórico o de época, que nos ha dejado también filmes tan memorables como Gladiator (2000) o, más recientemente, Éxodus (dioses y reyes), su muy personal revisión del mito de Moisés y el éxodo del pueblo hebreo rumbo a la tierra prometida. Así pues, por una vez (y sin que sirva de precedente) nos olvidaremos de Rick Deckard y de la Tte. Ripley para centrarnos en el Scott más épico, idealista y, en ocasiones, romántico. ¿Están listos? Pues allá vamos.
Antes de Alíen, estuvieron Los duelistas, una inspirada recreación de las guerras napoleónicas a través de la rivalidad en el tiempo entre dos oficiales del ejército francés, brillantemente interpretados por Keith Carradine (d'Hubert) y Harvey Keitel como su némesis, el irascible y pendenciero Feroud. El argumento partía de un relato corto de Joseph Conrad titulado "The duel" que Scott expande hasta los cien minutos de duración, con su habitual perfeccionismo a la hora de rodar y contar la historia. Para ser su primer proyecto cinematográfico es un trabajo redondo, brillante, absorbente, que fascina por su esmerada reconstrucción de época y un estilo realista, casi documental, que contrasta con esas atmósferas de fantasía tan suyas propias de películas posteriores, y que no deja de traernos a la cabeza un filme similar y muy cercano en el tiempo: el Barry Lyndon (1975) de Stanley Kubrick. Y antes de que los puristas se me echen a la yugular, sí, me estoy atreviendo a comparar el estilo de Scott con el del magistral creador de 2001 (1968) o El resplandor (1980), entre otros títulos de éxito. Y es que pese a sus diferencias (que las tienen) ambos comparten una misma obsesión por el detallismo perfeccionista, la escenografía, o la importancia del lenguaje visual a la hora de narrar la historia. Es cierto que el cine de Kubrick es más cerebral y arriesgado técnicamente, aunque en ese sentido Scott también ha apostado duro y nos ha ofrecido algunas de las mejores secuencias de la historia del cine (ahora mismo, todos estamos pensando en el monólogo de Roy Batty al final de Blade Runner, pero no es el único ejemplo).
La conquista del paraíso, 1992 |
Tras Los duelistas Scott se embarcó en diversos proyectos, alternando géneros con desigual resultado, hasta que en 1992 rodó 1492: La conquista del paraíso, una ambiciosa recreación del primer viaje de Colón y del descubrimiento de América con motivo del Quinto Centenario del mismo, con el francés Gerard Depardie como protagonista. Pese a ser una película hasta cierto punto fallida, que recibió numerosas críticas en el momento de su estreno, 1492 condensa buena parte de la filosofía que caracteriza al cine histórico de su autor. Por un lado, el rechazo a la intolerancia y los fanatismos religiosos, que reaparecerá, con mayor fuerza, en El reino de los cielos; por otro, la denuncia de las desigualdades sociales, unida a una cierta reivindicación del papel del hombre común como héroe en potencia, ya sea un arquero como Robín Longstride o un simple herrero como Balian de Ibelin. Su Colón es, de hecho, un idealista, un soñador que aspira a crear un nuevo mundo. "¿Y quién querrá vivir en vuestro nuevo mundo?" le pregunta un religioso durante la segunda mitad de la película. "Ellos", responde Colón / Depardie, señalando hacia los soldados e indígenas que se están esforzando por levantar una ciudad entre la selva, en una escena que recuerda a la protagonizada por Orlando Bloom en El reino de los cielos, cuando el Obispo le increpa: "¿Ya está? ¿Creéis que por armarles caballeros lucharán mejor?" y Balian le responde con un escueto "Lo harán", en medio de la mirada de admiración de sus hombres.
A todo esto hay que sumar la característica puesta en escena de Scott, muy visual, que se recrea en los colores y las texturas, amén de escenas tan detalladas como aquella en la que los nativos observan, admirados, al caballo de Moxica (Michael Wincott), o los exóticos escenarios por los que se mueven sus personajes. Y es que pese a su desmesura, Scott es un narrador nato, que al igual que el difunto John Ford, concede gran importancia al paisaje, hasta convertirlo en otro protagonista más de la acción, ya sea la jungla tropical, el desierto, o los espesos bosques de Sherwood.
Gladiator, 2000 |
Tras un breve intervalo de ocho años el cineasta regresa al cine histórico (que no al cine, a secas; en el ínterin, estrenó Tormenta blanca y La teniente O'Neill) con Gladiator, todo un éxito de crítica y público que arrasó en taquilla, se hizo con cinco Oscars y despertó el interés por un determinado tipo de cine clásico que nos dejó otros títulos tan interesantes como El rey Arturo (2004), Centurión (2010) o La legión del Águila (2011). Gladiator marca también el comienzo de la colaboración entre Ridley Scott y Russell Crowe, uno de sus actores fetiche, con el que repetiría en Un buen año (2006), American Gangster (2007) y la ya mencionada Robín Hood (2010).
El reino de los cielos, 2005 |
En el 2005 se estrena El reino de los cielos, una película ambientada en la época de las Cruzadas, cuyo guión ya llevaba varios años rodando por Hollywood y pasando por varias manos antes de recalar en las de Scott. La película vino precedida de una cierta polémica ya que muchos la acusaron de falsear la historia, además de ver en ella una crítica de la religión cristiana frente a una visión mucho más benevolente del Islam, en un momento en que Al Quaeda y el integrismo musulmán se perfilaban como una seria amenaza contra el mundo occidental. Vista con la perspectiva que da el tiempo, en El reino de los cielos no hay ninguna contradicción con el ideario de su realizador, que en materia religiosa siempre se ha mostrado escéptico pero imparcial, salvo en el caso de los fanatismos religiosos, que crítica siempre vengan estos de donde vengan. Sin embargo, también es fácil encontrar en la película personajes creyentes a la vez que tolerantes, como Tiberias (Jeremy Irons) o el caballero Hospitalario que interpreta David Twehlis, por poner un par de ejemplos. Sin olvidarnos del propio Orlando Bloom, al que Scott consigue arrancarle una de las mejores interpretaciones de su ya de por sí exitosa trayectoria cinematográfica. En cuanto al rigor histórico, ya sabemos que el cine es una fábrica de sueños que no tiene porque ceñirse estrictamente a la realidad (y si no, que se lo digan a Tarantino y sus Malditos bastardos). Otra cosa es la reconstrucción de época que, como ya es habitual en Scott, es sobresaliente: desde los verdes paisajes de la Francia medieval al calor del desierto, pasando por el puerto de Acre en Italia o la misma Jerusalén. La coreografía de las batallas rezuma épica en cada plano y, a título personal, me gustaría destacar esa escena en la que Orlando Bloom y sus hombres se disponen a defender a los civiles que corren a refugiarse en el castillo del Crac frente a un ejército muy superior a ellos. Eva Green le contempla desde lo alto de las murallas y cuando Reinaldo de Chatillon le pregunta: "¿Qué miráis?" ella responde, emocionada: "A un caballero. Y a sus hombres". A continuación, Scott nos muestra un impresionante plano aéreo en el que vemos como la caballería musulmana literalmente engulle a Balian y sus caballeros. La escena tiene un digno colofón cuando el personaje que interpreta Orlando Bloom es liberado por un lugarteniente de Saladino gracias a un acto de generosidad anterior. "Así como dais, recibiréis". Una sentencia que puede condensar buena parte de la filosofía del cineasta.
Robin Hood, 2010 |
Ya en 2010 llegaría Robín Hood, una nueva versión del personaje que ya habían interpretado en pantalla con éxito Errol Flynn, Sean Connery y más recientemente Kevin Costner. La versión de Scott y Crowe es, no obstante, mucho más realista que la de sus predecesoras, y cargada - como ya es habitual en él - de cierta crítica social ante los abusos de la nobleza y, en especial, de un rey Juan sediento de poder y dispuesto a no ceder un paso en cuanto a sus derechos y privilegios. Frente a él encontraríamos el contrapeso del personaje de Robín Longstride y sus hombres, e incluso de algunos nobles como William Marshall (William Hurt) en un papel que es casi un remedo del Tiberias de El reino de los cielos. A mayor abundamiento, Lady Marian (Kate Blanchett) es mucho más resuelta y combativa que en versiones anteriores, rehuyendo el tópico de la damisela en apuros que necesita que Robín (o quien sea) acuda en su rescate. Destacar también que el Robín Hood de Scott es una especie de precuela o Año I del personaje, donde se nos cuentan sus orígenes y como llegó a ser un fuera de la ley, dejando así la puerta a futuras secuelas o, simplemente, a entroncar con la historia que ya conocemos del personaje, aunque endureciendo algunos de sus rasgos más amables.
Éxodus, 2014 |
Tras otra temporada inmerso en precuelas y secuelas, Scott regresa al género con Éxodus (Dioses y reyes), otro desmesurado (en cuanto a metraje) filme que recrea (de nuevo) la historia de Moisés y la huida de Egipto del pueblo de Israel. ¿En qué se diferencia la versión de Ridley Scott de otras anteriores, como Los diez mandamientos (Cecil B. DeMille, 1956) o El príncipe de Egipto (1988)? Para empezar, cuenta con una estrella del calibre de Christian Bale en el papel protagonista, apoyado en un plantel de solventes secundarios habituales de este tipo de cine (como Ben Kingsley), además de un guión bien trabajado y una recreación de época más que convincente. A mayor abundamiento, Scott intenta imprimirle un cierto racionalismo a la historia, al dejarnos con la duda de si Moisés realmente habla con Yahvé, o este es fruto de una alucinación consecuencia de un golpe en la cabeza, al igual que los consejeros del Faraón intentan explicarle a este de forma científica el encadenamiento entre las distintas plagas que azotan a su reino. Por otro lado, el Moisés de Bale es menos espiritual y mucho más belicoso que sus predecesores, es un soldado cuya primera respuesta al encargo que le hace el Señor es hostigar a los egipcios mediante una guerra de guerrillas hasta conseguir que cedan bajo el peso de la opinión pública, al igual que les pasó a los norteamericanos en la guerra de Vietnam.
Pese a todo, este Éxodus no termina de entusiasmar. Ya sea porque ya nos conocemos la historia, ya sea porque el cineasta se ha vuelto autocomplaciente y no arriesga tanto como al principio, el caso es que la película es un tanto fría y resulta difícil empatizar con los personajes, al contrario de lo que sucedía en El reino de los cielos o, incluso, en Robín Hood. Eso no le resta un ápice de épica, ni de talento narrativo. El británico es un cineasta con muchos años de oficio a sus espaldas y a estas alturas sabe perfectamente como contar una historia, al menos en el aspecto visual. Éxodus no escatima medios para sorprender al espectador, desde los efectos de las siete plagas hasta el momento de cruzar el Mar Rojo con el ejército egipcio en los talones. Y sin embargo, no termina de enganchar del todo, aunque hay algunos momentos aislados de interés, como cuando Moisés decide abandonar a su familia, o la muerte del hijo del Faraón, por poner un par de ejemplos. Con todo, como decíamos, no es un mal filme, aunque carezca de ese encanto primerizo de Los duelistas o La conquista del paraíso, que pertenecen a la época del Scott más inquieto, innovador y que sabía cómo sacarle el máximo partido a sus recursos.
¿Qué nos deparará el futuro? Parece ser que, siguiendo la estela de Nolan, Scott podría volver su mirada hacia la II Guerra Mundial para rodar un nuevo filme sobre la batalla de Inglaterra, pero antes de eso será el turno del thriller Todo el dinero del mundo, y de una nueva precuela de Alíen, situada tras los eventos de Alíen: Covenant (2017). Esperemos que el proyecto no quede olvidado en el cajón de algún estudio, y que algún día no muy lejano podamos disfrutar con la batalla de Inglaterra vista por el genial creador de Alíen y Blade Runner. Seguro que merecerá la pena.
Filmografía (Parcial):
- Los duelistas (1977).
- 1492: La conquista del paraíso (1992).
- Gladiator (2000).
- El reino de los cielos (2005).
- Robín Hood (2010)
- Éxodus (Dioses y Reyes), 2014.
- La batalla de Inglaterra (Proyecto).
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