Brian Michael Bendis y la Edad Heroica / 2

Psicópatas, policías y superhéroes


Sam y Twich eran dos personajes secundarios del éxito superventas de Mc Farlane, Spawn; dos agentes de policía de aspecto cómico que ponían una nota de color en un comic por lo demás un tanto irregular. Una versión en clave policíaca del gordo y el flaco, en la que los lectores creían reconocer los rasgos del actor John Goodman (Sam) y de un Woody Allen con bigote (Twich). Aprovechando el tirón de la pareja, Mc Farlane (el cual, si bien su capacidad como guionista es discutible, su talento como hombre de negocios esta fuera de toda duda) decidió que era un buen momento para lanzar al mercado una serie protagonizada por ambos personajes. Su segundo acierto fue elegir al equipo responsable, Bendis al guión mientras que el apartado gráfico en un principio corrió a cargo de Angel Medina. Si bien este se limitó a cumplir imitando el peculiar estilo de Mc Farlane en la serie madre, Bendis fue mucho más revolucionario en sus planteamientos, introduciendo en una obra de encargo y dirigida al gran público todos esos recursos narrativos que eran sus señas de identidad.


Para empezar, el enfoque que le dio a la serie fue más mundano, alejándola del comic de superhéroes y optando por el psycho-thriller policíaco al estilo de Seven, o El silencio de los corderos. De hecho, Spawn tan sólo hará una fugaz aparición durante toda su etapa para pedir ayuda a los protagonistas, siendo hilarantemente rechazado por estos en apenas un par de viñetas.
En Udaku, la primera saga (números 1 a 8 USA, VIII/99-III/2000), una historia de guerra de bandas y asesinos sobrenaturales, Bendis empezó apostando fuerte y dedicó las dos primeras páginas a narrar a base de pequeñas viñetas con primeros planos de los protagonistas una conversación entre el detective Twich y una chica que resulta ser agente de Servicios Internos. Frases cortas, con repeticiones, aliteraciones, dobles sentidos y golpes de efecto en la mejor tradición de autor. Algo en lo que insistiría a lo largo no solo de toda la saga, sino de toda la serie, al menos mientras Bendis estuvo al frente. El autor optó por un desarrollo de la trama lineal y metódico, sin prisas, empleando un lenguaje muy cinematográfico a base de primeros planos o planos medios, e intercalando continuamente extensos diálogos o monólogos en los que el personaje de turno narra alguna historia o anécdota impactante, como es el caso de Deena Pilgrim, en el número 1 de Powers, o el soliloquio de Sammy Silke al comienzo del número 26 USA de Daredevil. Aunque ahora no nos lo parezca tanto, este gusto de Bendis por el desarrollo pausado de la historia era una apuesta arriesgada, porque el comic americano de los noventa nos acostumbró en su momento a que pasasen muchas cosas en 24 páginas, a que pasasen muy deprisa, y a que la acción primase sobre el dialogo o la reflexión. Por ello, resulta estimulante que los lectores hayan sabido apreciar la personal mezcla de lenguaje entre literario y cinematográfico que este autor imprime a sus trabajos.

¿Quiere eso decir que Bendis es un genio innovador exento de pegas? No, pero tampoco es necesario irse al extremo opuesto. Su mayor mérito está en saber actualizar y reciclar tópicos y esquemas de toda la vida del cine negro y el comic de superhéroes, pero dándoles un enfoque nuevo y original. Sus diálogos, por ejemplo, traen a la mente diversas escenas de películas de Tarantino, como el delirante comienzo de Reservoir Dogs; o las absurdas conversaciones entre John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction. ¿Quiere decir eso que Bendis se inspira en Tarantino? No, tan sólo que ambos aprendieron en la misma escuela. Sin embargo, Bendis fue el primero en hacer algo similar en las páginas de un comic.
Udaku, por desgracia, dejaba un sabor agridulce al final, el cual decepcionaba un poco tras la sugerente atmósfera que el autor ha conseguido reflejar página a página. El detalle de los miembros humanos duplicados es muy impactante, pero apenas aporta nada al desarrollo de la trama y el descubrimiento de la identidad de los asesinos resulta un tanto anticlimático tras el suspense creado. Sin embargo, no estuvo mal como punto de partida. “Este chico promete”, fue la idea generalizada entre críticos y lectores. Tras un episodio de transición, llega nueva saga (Brujería, números 10 a 13 USA) y nuevo dibujante, el italiano Alberto Ponticelli, aunque la estética característica de la serie se mantiene. Más interesante resulta La guerra de los cazarrecompensas (números 15 a 19 USA), en colaboración con Alex Maleev (con el que repetiría en Daredevil) donde Sam y Twich tienen que formar equipo con Jinx Alameda para atrapar a otro cazarrecompensas llamado Bilal, en una historia que abandona el tono psycho-killer de la serie para optar por el género policíaco más puro y duro en la onda de películas como Cazador, de Steve Mc Queen. Por desgracia, esta excelente miniserie dentro de la serie fue también su despedida, ya que a partir de aquí el mismo Mc Farlane paso a hacerse cargo de los guiones. Bendis se despidió de la colección dejando tras de si un puñado de buenas historias y tras haber transformado a Sam y Twich en personajes casi de carne y hueso, en vez de los estereotipos planos que eran en un principio.
Su otro gran trabajo de este periodo, también para Image,  es la serie Powers, (2000 en adelante) donde formó equipo con el dibujante Michael Avon Oeming. En Powers, Bendis juega a fusionar dos de sus temas preferidos, el género policíaco y el comic de superhéroes para contarnos las peripecias diarias de otra pareja de detectives, Christian Walker y Deeena Pilgrim que deben hacer cumplir la ley en una ciudad plagada de superhéroes y supervillanos. En su primera misión, de hecho, Walker y Deena deben enfrentarse al asesinato de Retro Girl, una famosa heroína, para lo cual deberán interrogar tanto a sus compañeros como a todos los posibles sospechosos, lo que da pie a los autores para “invitar” un buen puñado de personajes habituales de Image, además de introducir otros nuevos que tendrán su repercusión en el futuro.
Como es habitual, Bendis ofrece unos guiones muy bien trabajados y desarrollados con todo detalle en los que alcanza un equilibrio perfecto entre el suspense, el drama y el humor, haciendo uso de todo su repertorio de tics habituales. Los personajes – tanto protagonistas como secundarios – están perfectamente retratados, especialmente Walker (un antiguo superhéroe de aspecto similar al Bruce Wayne animado, reconvertido en policía). Sorprende esa preocupación de Bendis por los detalles humorísticos y cotidianos que contribuyen a realzar la verosimilitud de la serie, como el acto reflejo de Calista al descolgar el teléfono en la comisaría, las dificultades que tiene el forense para realizar la autopsia de Retro Girl, o la forma expeditiva que tiene Deena de comprobar si su nuevo compañero tiene superpoderes. Pero el punto fuerte de Bendis siguen siendo los diálogos, como la ya aludida escena de presentación de Deena, en el episodio 1, o el interrogatorio de Royalle por el detective Kutter en el número 3.
Oeming, por su parte, le da a la serie un tratamiento muy original, con un aire animé, como de dibujos animados, que recuerda un poco al estilo de Bruce Timm en Las Aventuras de Batman (esa mandíbula cuadrada del detective Walker...), el cual se complementa perfectamente con el tratamiento que Bendis le intenta dar a la colección. En la actualidad, este sigue complementando sus trabajos para la editorial Marvel con los guiones para Powers, que va ya por su onceavo año de existencia, y de la cual afirma sentirse muy satisfecho.

(Continuará...)

Comentarios

Elwin Álvarez Fuentes ha dicho que…
¡Quiero leer estas dos obras! En la semana estaba comprando cómics (adquirí el de Corben que hace pocas semanas nos recomendaste y a muy bajo precio) y encontré las reediciones en tapa dura de "Raising Stars" de las que también mencionaste en otro post...¡Estaban carísimas! Gracias por contribuir a mis conocimientos sobre cómics.
Elwin Álvarez Fuentes ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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