Zur-en-Arrh: Bruce y Grant, 2ª Parte
Cuando DC Comics decidió relanzar al Señor de la Noche tras los eventos de Guerra de Bandas y Un Año Después uno de los autores elegidos para tal misión fue Grant Morrison (el otro fue Paul Dini, el cual merece también un extenso artículo por méritos propios), que ya había demostrado su talento a la hora de trabajar con el personaje en títulos como los ya comentados Arkham Asylum, Gothic o dentro de la JLA. El escocés pertenece a esa fertil cantera de escritores y artistas británicos que desde mediados de los ochenta, siguiendo las huellas de Alan Moore, desembarcaron en el mercado norteamericano para revolucionar el mundo del comic USA y, sin duda, es uno de los mejores de los mismos. Sus trabajos al frente de la Patrulla Condenada o en Animal Man (sólo por citar dos ejemplos) demuestran su talento innato a la hora de escribir historias sorprendentes e innovadoras, pero siempre sin perder de vista la esencia misma del personaje. Tal vez el mejor ejemplo de lo antedicho sea Animal Man, donde Morrison coge a un caracter secundario del Universo DC y lo remoza por completo en apenas 26 números que, leídos de un tirón, forman una de las más agudas y fascinantes reflexiones sobre el mito del superhéroe jamás plasmadas en un comic-book.
Morrison abordó esta etapa al frente de Batman con el mismo espíritu de ahondar en las raices clásicas del personaje al tiempo que le daba una vuelta de tuerca a la continuidad "oficial" del mismo partiendo de un supuesto tan arriesgado como sugerente: ¿Y si todas las aventuras del Señor de la Noche, desde aquel lejano nº 27 de Detective Comics, hubiesen sido vividas efectivamente por el personaje a lo largo de un lapso de tiempo no superior a unos 16 años?
En el fondo de la idea subyace la admiración que el guionista - como cualquier lector de comics en torno a la cuarentena - sentía por aquellas delirantes historietas clásicas repletas de alienígenas o duendes de la quinta dimensión, donde Batman viajaba a planetas exóticos como el misterioso Zur-en-Arrh o se encontraba con versiones alternativas de sí mismo, más grotescas o atemorizadoras dependiendo de las circunstancias. Tras la severa revisión que supusieron las Crisis en Tierras Infinitas, y las sucesivas renovaciones experimentadas tanto por el Universo DC como por el propio personaje, todas aquellas coloridas historias quedaban fuera de la continuidad oficial de la serie. Nunca habían tenido lugar. Lo cual tenía el efecto secundario añadido de dejar un gran hueco en los primeros años de actividad del Señor Oscuro, que DC ha intentado rellenar con miniseries como Año I y II, o las colecciones Leyendas de Batman o Batman: Confidencial. Morrison decidió aprovechar su etapa al frente de la colección para, con la colaboración en el apartado gráfico de los artistas Andy Kubert y Tony Williams (entre otros), lanzar un doble ataque tanto a la cordura de Bruce Wayne como a todo lo que los lectores creiamos saber acerca del personaje.
Se trata de un experimento arriesgado que, no obstante, Morrison ha sabido culminar con éxito ofreciéndonos la que sin duda (con perdón de Paul Dini) sea la mejor saga de Batman de los últimos años, cuyas repercusiones en el rico universo del Señor de la Noche aun están por definir.
Recapitulando los hechos: según el autor, en los comienzos de su carrera, cuando Dick Grayson apenas se había estrenado como Robin, Batman colaboró con el ejército en varios experimentos de aislamiento y privación sensorial bajo la supervisión de un científico llamado Hurt. Su objetivo oculto era comprender lo que pasaba por la cabeza de sus enemigos más alienados, como el Joker. En uno de esos experimentos, Batman se vió trasladado al planeta Zur-en-Arrh, donde una versión futurista de sí mismo mantenía la ley y el orden con la compañía de un doble robótico. En otra, Robin moría en un mundo alienígena sin que Batman fuese capaz de salvarlo, lo que provocó en Bruce Wayne estados alucinatorios que le llevaron a plantearse la posibilidad de abandonar su tarea como protector de Gotham City.
Sin embargo a esas alturas Batman se había hecho poco menos que imprescindible, por lo que el ejército y la policia de Gotham decidieron sacar adelante un nuevo proyecto dirigido por el mismo Hurt cuyo objetivo era crear una serie de Batman "alternativos" para el caso de que el original muriese o se retirase. Tres agentes de policia de Gotham se presentaron voluntarios para el experimento (nuevamente dirigido por el misterioso Dr. Hurt) convirtiéndose en los substitutos secretos del Hombre Murciélago. No obstante, para asegurarse de que fueran eficaces, era necesario que se enfrentaran al hombre al que debían reemplazar. Batman logró derrotarlos pero, debilitado por los experimentos previos, los asumió como otra alucinación y se olvidó de ellos. El proyecto fue archivado y los tres agentes "enterrados" hasta que fuesen necesarios. Sin que los militares o el propio Batman lo supusieran, el doctor Hurt había implantado sugestiones post-hipnóticas tanto en el Señor de la Noche como en sus tres sustitutos para tenerlos bajo su control, tras lo cual huyó a Europa donde creó el sindicato del crimen conocido como el Guante Negro.
Mientras tanto, ignorante de todo esto, Bruce Wayne continua con su personal cruzada contra el crimen. Pasan los años. Jason Todd substituye a Dick Grayson como Robin, y este a su vez es reemplazado por Tim Drake. Tras los eventos de Un Año Después Batman regresa a Gotham City y Bruce decide adoptar a Tim como su propio hijo. Es en este punto cuando Morrison decide retomar al acción y poner en marcha el último acto del plan del Guante Negro para volver loco a Batman y hacerse con el control de Gotham. En Batman vol. 2 de Planeta números 1 a 6 Morrison reintroduce al personaje de Damian Wayne (el hijo "secreto" de Bruce y Talia) al tiempo que los "sustitutos" de Batman despiertan de su letargo y los callejones de la ciudad aparecen pintarrajeados con una misteriosa expresión: Zur-en-Arrh. Morrison continua la trama en los números 9 y 12, este último un especial de aniversario ambientado en un futuro alternativo donde Damian Wayne ha tomado el manto de su padre y tiene que enfrentarse a tres Batman alternativos, en una alucinógena historia repleta de alusiones al Cuento de Navidad de Dickens. En los tres números siguientes, Morrison nos redescubre al olvidado Club de Héroes, al tiempo que reintroduce al Guante Negro y al misterioso Dr. Hurt. Por fin, los números 26 y 27 suponen el prólogo definitivo a Batman R.I.P., el tomo que cierra toda la trama y a través del cual descubrimos la auténtica identidad del esquivo Dr. Hurt y somos testigos de su enfrentamiento final con Batman. Por el camino Morrison ha reintroducido en la continuidad oficial del personaje a Batmito y todas aquellas historias clásicas de los años 50 y sesenta (aunque sea catalogándolas como alucinaciones), al tiempo que ha enriquecido el universo del Señor de la Noche con nuevos conceptos como los Archivos Negros, Damian Wayne o esos Batman "alternativos". Deliberadamente, Morrison deja el destino final de Bruce Wayne / Batman en el aire, para que sus sucesores (por lo pronto, Neil Gaiman) desarrollen la trama libres de restricciones o cabos sueltos.
Ahora mismo tal vez sea demasiado pronto para aventurar si esta larga y fructífera etapa de Grant Morrison en Batman tendrá, a largo plazo, el mismo éxito que otras de sus historias del Señor de la Noche ya comentadas. De lo que no cabe duda es que el autor ha sabido recuperar el interés de los espectadores por las aventuras del Guardian de Gotham City, a través de una sabía combinación de misterio, humor y nostalgia hábilmente dosificadas página a página. Pendientes de saber lo que Gaiman y demás continuadores harán con el personaje a partir de ahora, sólo nos queda agradecerle a Morrison, una vez más, el buen rato que nos ha hecho pasar con sus historias el cual es, a la postre, el mejor halago que se le puede hacer a un guionista.
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