Då svidaniya, doctor Jones
Es cierto que el tiempo no pasa en vano y que ni Lucas, ni Spielberg, ni mucho menos Harrison Ford son los mismos de hace 20 años, pero eso no quiere decir que hayan ido a peor. Al contrario, con la tranquilidad que da el no tener que demostrarle nada a nadie, los padres de la criatura se han tomado su tiempo para hacer una película que suponga un digno epílogo a toda la saga, repleta de homenajes y guiños cómplices que harán las delicias de los aficionados más veteranos.
Eso no quiere decir que esta Indiana Jones IV sea una fotocopia de sus predecesoras. Lucas y su guionista auxiliar, David Koepp, han intentado darle un enfoque novedoso y original. Evidentemente, aparecen elementos comunes a cualquier película de Indiana Jones: civilizaciones perdidas, tesoros escondidos, villanos implacables y una reliquia misteriosa que supone la llave de acceso a un poder ilimitado. La diferencia fundamental con respecto a la trilogía original es que en esta ocasión la citada reliquia es de origen extraterrestre, lo cual acerca a esta Indiana Jones IV al género de la ciencia ficción mucho más que las anteriores entregas, donde la religión y/o la mitología (judeocristiana en unos casos, la hindú en otro) tenían un rol protagonista.
De hecho, la película comienza en 1957 con la irrupción de un comando soviético en la mítica Área 51 de Roswell, Nevada, en busca de un misterioso objeto de origen extraterrestre (y donde, por cierto, también se custodia el Arca de la Alianza, la cual tenemos ocasión de ver brevemente durante la escena del principio).
A partir de ahí comienza una trepidante persecución en la que los rusos, por un lado, y el doctor Jones y sus acompañantes, por otro, compiten por hacerse con la susodicha calavera y llegar los primeros a la mítica ciudad de Agakar, unos para devolverla y otros para controlar todo su poder (adivinen quien es quien). A pesar de que los años no pasan en balde, Ford retoma con soltura su papel de arqueólogo aventurero e interpreta de forma convincente a un Indiana Jones maduro y al borde del retiro secundado por un sólido plantel de secundarios entre los que destacan Shia LaBeouf, Karen Allen o una bellísima Cate Blanchett que luce divina incluso vestida con un severo uniforme del Ejército Rojo.
Es cierto que hay personas a las que este cambio de rumbo desde la fantasía mitológica hacia la ciencia ficción no les ha gustado, e incluso se han apresurado a calificar el filme de poco inspirado y sin duda el más flojo de la saga, cuando en mi particular opinión tal honor corresponde a Indiana Jones y el templo maldito (1984) y el que nos ocupa está al nivel de Indiana Jones y la última cruzada (1989) o incluso es superior a esta en muchos aspectos. Tanto Lucas como Spielberg o el mismo Ford han tratado de dar lo mejor de si mismos para despedir al personaje (al menos, tal y como lo conocimos muchos espectadores) y el resultado se nota en pantalla.
Por otro lado (y esto es una opinión personal mía) no entiendo por que hay gente que protesta diciendo que la aparición de alienigenas y naves extraterrestres les resulta una salida de tono. ¿Acaso resultan más creíbles arcas perdidas que expulsan rayos, piedras indias mágicas, copas que devuelven la vida o un cruzado medieval de más de ochocientos años que habla perfectamente un inglés de Oxford? La seña principal de las películas de Indiana Jones es el espíritu aventurero, y de eso esta película anda tan servida o más que sus predecesoras.
Al fin y al cabo, Lucas y Spielberg están siendo consecuentes consigo mismos. El filme está ambientado en los años cincuenta, una década fertil en títulos clásicos de la más añeja ciencia ficción como Ultimátum a la Tierra (1951) o La invasión de los ladrones de cuerpos (1956), por lo que este cambio de rumbo en las aventuras del intrépido arqueólogo parece más que razonable para la época en que está ambientada. Dentro de esa linea hay que interpretar la escena en la que el doctor Jones escapa de una explosión nuclear encerrándose en una vieja nevera. El miedo a la amenaza nuclear y sus efectos colaterales eran otro de las señas de identidad de la década y el cine de los 50 (véase la mítica THEM! (La humanidad en peligro) de 1954).
¿Habrá más películas de Indiana Jones? Tal vez, o al menos eso parecen dar a entender sus creadores con ese guiño en el que Shia LaBeouf hace ademán de ponerse el sombrero Stetson de su progenitor. El tiempo lo dirá. Entretanto podemos consolarnos revisionando la trilogía clásica y comprobando como, al igual que algunos buenos vinos, Harrison Ford aguanta el tipo frente al paso del tiempo. Y es que los viejos héroes nunca mueren, sino que desaparecen en la lejanía en busca de una última aventura, como es el caso de Indy, Conan o el Shane de Raices profundas. ¡Excelsior!
Comentarios
a mí me impactó especialmente leer una crítica en la que se quejaban de que la caída de la triple cascada era demasiado peliculera. Luego, viendo de nuevo el templo maldito y la caída en barca inchable desde el avión, llegué a la conclusión que la gente critica la nueva película solo por ser nueva.