Vampirella, a través del tiempo y del espacio


Dentro de poco se cumplirán diez años desde la última vez que pudimos leer a Vampirella en castellano. Y es que, aunque en su país de origen se haya publicado de forma casi ininterrumpida, en España el personaje no ha alcanzado la misma popularidad, ni parece tener una base de lectores lo suficientemente sólida para garantizar su relanzamiento con perspectivas de éxito.
A mayor abundamiento, Vampirella puede resultar un personaje algo políticamente incorrecto en estos tiempos del Me Too y de las denuncias contra el sexismo y la cosificación de la mujer. Al contrario que Lara Croft, que sí pasó por cierta normalización reivindicativa en manos de Alicia Vikander, Vampirella sigue siendo una vampiresa curvilínea y voluptuosa, embutida (es un decir) es un minibikini rojo que oculta menos que el traje de baño de Borat, el cual se mantiene en su sitio por pura fuerza de voluntad del dibujante, aunque en los últimos tiempos se haya intentado limar ciertos rasgos de su carácter y darle un toque más actual, sin alejarse del todo de sus raíces.


Hagamos un poco de memoria. Vampirella fue creada en 1969 por Forrest J. Ackerman, el Fan de fanes por excelencia, con algo de colaboración de Archie Goodwin y los artistas Frank Frazetta y Tom Sutton. Sin embargo, sería el español José (más conocido como Pepe) González el que terminaría de diseñar el look característico del personaje, con su bikini rojo, botas de cuero hasta la rodilla, busto generoso y una larga melena negra, en contraste con la palidez de su epidermis. Poco que ver con las melifluas vampiresas de Anne Rice, o las chupa sangre adolescentes de Buffy, por citar dos ejemplos más contemporáneos. Entre 1969 y 1983 sus aventuras fueron publicadas por Warren Publishing, la editorial de James Warren, que vino a ocupar (en cierto modo) el hueco dejado por EC Comics.
Fue durante esta etapa cuando la conocimos los lectores españoles, gracias a ediciones Garbo, que entre 1974 y 1978 sacó al mercado la revista Vampirella. Fueron 38 números de 64 páginas (más un especial fuera de colección) dedicados fundamentalmente al personaje, aunque también se incluía material de relleno de otros magazines Warren. Con sus manos y sus menos, Garbo ofreció una edición bastante digna que se centró sobre todo en la etapa de Pepe González como dibujante, cuyo estilo, muy influido por el arte de Frank Frazetta y Esteban Maroto, terminó de acuñar el look característico de Vampirella y su entorno.


La era Warren concluyó en 1983, aunque eso no supuso la desaparición de su fondo editorial, ya que casi sin transición otra empresa, la también norteamericana Harris, se hizo cargo de su legado y continuó publicando Vampirella y otras series hasta 2010. La etapa de Harris se caracterizó por alternar reediciones de material clásico con nuevas historias, escritas y dibujadas por diferentes equipos, a la vez que se intentaba actualizar al personaje dándole un origen menos naif y fantasioso (se ve que de cara a los noventa, los ríos de sangre de Drakulón parecían algo pasados de moda). Incluso hubo lugar para versiones alternativas, como la Vampi de Kevin Liu, con una estética manga más cercana a clásicos de la animación japonesa, (por ejemplo, Akira), que a la penosa película sobre Vampirella protagonizada por Talisa Soto en 1996.


Dirigida por Jim Winorsky, y concebida para su distribución directa en el mercado de vídeo, Vampirella (1996) exhibe un lamentable tufillo a serie B escasa de medios que no logran superar ni la belleza de su protagonista (aunque Talisa Soto no sea tan exuberante como la Vampi de los comics) ni la presencia en el reparto de nombres como los de Roger Daltrey, John Landis o Angus Grimm, por poner varios ejemplos. Al contrario que Carpenter, Winorsky es incapaz de hacer de la necesidad virtud, y el resultado final es un telefilme flojo, aburrido e, incluso, a ratos risible. El personaje se merecía más pero, como ya hemos dicho, Vampirella cuenta con un fandom mucho más limitado que otras heroínas del cine y del cómic, como Wonder Woman, Supergirl o Lara Croft, que si han sabido llegar a un público más mayoritario.


El relevo de Warren por Harris vino a coincidir, aproximadamente, con la irrupción de la editorial mexicana Vid en el mercado español tras la desaparición de ediciones Zinco. Durante algunos años, Vid fue el único proveedor en España de los cómics de DC y de otras editoriales independientes norteamericanas como Harris, gracias a lo cual pudimos disfrutar de algunas miniseries protagonizadas por nuestra vampiresa favorita, aunque de forma algo dispersa e inconexa. La situación mejoró al filo del cambio de milenio, cuando Norma Cómics se hizo con los derechos para publicar DC y otras editoriales (como Dark Horse) en castellano. La mítica editorial de Barcelona integró a Vampirella dentro de su colección dedicada al terror (Road to Hell) donde, además de recuperar material clásico en sus Crónicas Carmesí, publicaron también miniseries y números especiales inéditos, como Nowheresville o el Vampirella Especial de 2000. Sin embargo, Norma tampoco destacó por su intensa dedicación al personaje y, tras varias novedades que no tuvieron demasiada repercusión, Vampirella prácticamente desapareció de sus planes editoriales. Un olvido en el que también pudo influir un nuevo cambio de derechos en los USA, con Dynamite tomando el relevo de la moribunda Harris. A diferencia de sus predecesoras, Dynamite era (es) una editorial con una producción más variada, y mucha experiencia en el campo de las licencias, que ya había cosechado notables éxitos actualizando personajes clásicos como El llanero solitario, Red Sonja, la Sombra o la saga marciana de Edgar Rice Burroughs.
Dynamite acogió a Vampirella con un marcado espíritu de renovación, intentando actualizar al personaje para hacerlo más acorde con los nuevos tiempos, pero sin traicionar del todo su esencia. La serie regular arrancó de manos de Eric Trautmann, aunque tras un primer arco argumental de dieciocho números, este fue reemplazado por el veterano Christopher Priest al guion. De forma paralela salieron al mercado diversas miniseries como Vampirella: Feary Tales (2015) o incluso crossovers como los de Vampirella y Ash, de Army of Dead. Dynamite tampoco se olvidó de los fans de Warren, seleccionando algunas de las mejores historias o etapas clásicas para reeditarlas en un nuevo formato y recoloreadas para la ocasión.


Por desgracia, la mayor parte de este material permanece inédita en España, y es dudoso que las cosas vayan a cambiar, al menos a corto plazo. En 2012 Panini publicó el primer recopilatorio de la serie regular de Trautmann («Corona de gusanos»), al que seguiría otro volumen al año siguiente («Asesinato de cuervos»), el cual dejaba la historia abierta en un claro Continuará..., que a día de hoy no ha llegado a nuestras librerías. Salvo algunas ediciones digitales que circulan por la red, la única opción viable para los fans del personaje es recurrir a Amazon o a catálogos como el Comics Preview para seguir las aventuras de Vampirella en su idioma natal, armarse de paciencia y, a poder ser, de un buen diccionario Inglés-Español. Ningún misterio: si un personaje no vende, ninguna editorial se va a arriesgar a sacarlo al mercado, salvo que sea echando mano del crowdfunding, tal y como ha hecho ECC con The Question y Los Nuevos Titanes de Wolfman y George Pérez. Sí, sé lo que están pensando: ¿los Nuevos Titanes de Wolfman y Pérez no venden? Más que a crowdfunding, lo de ECC empieza a parecerse más bien a una crowdtomadura de pelo, pero eso, como se suele decir, ya es otra historia. La cuestión es saber cuanto estaríamos dispuestos a aportar los escasos fans del personaje para poder leer de nuevo a Vampi en castellano, aunque sea en una edición limitadísima y a un precio exorbitante.


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