Planeta Rojo.


«En los últimos años del siglo diecinueve nadie habría creído que los asuntos humanos eran observados aguda y atentamente por inteligencias más desarrolladas que las del hombre y, sin embargo, tan mortales como él; que mientras los hombres se ocupaban de sus cosas eran estudiados quizá tan a fondo como el sabio estudia a través del microscopio las pasajeras criaturas que se agitan y multiplican en una gota de agua».

El planeta rojo siempre ha fascinado nuestra imaginación, en especial desde los primeros estudios de Schiaparelli sobre los famosos canales marcianos que abrieron un profundo debate sobre la posibilidad de que fueran restos de antiguas civilizaciones ya extintas... O no tanto, como planteó el británico H. G. Wells en su obra clásica La guerra de los mundos (1898), donde los marcianos viajan hasta la Tierra para conquistarla y convertirnos (de paso) en primer plato del menú, sólo para ver frustrados sus propósitos por la acción de esas pasajeras criaturas que se agitan y multiplican en una gota de agua. Resulta extraño que con todos sus avances científicos los marcianos no conocieran la importancia de la prevención, o de una buena cuarentena, pero ya se sabe que nadie es perfecto y mucho menos los seres supuestamente superiores.
Pese a los esfuerzos de gente como Edwin L. Arnold (Gulliver Jones, 1905) o Gustave Le Rouge (El prisionero del planeta Marte, 1908), fue Edgar Rice Burroughs (el célebre creador de Tarzán) el que estableció con su princesa de Marte (1912) el Canon primordial marciano por el que se guiarían los escritores coetáneos e inmediatamente posteriores a él, con sus princesas guerreras, sus ciudades perdidas, sus civilizaciones exóticas, y un marcado espíritu aventurero, ingredientes que en mayor o menor medida caracterizan la obra de Otis Kline, Leigh Brackett (con su serie marciana, y las aventuras de Eric John Stark) o Catherine L. Moore (Shambleau y otras aventuras de Norwesth Smith). Literatura pulp, a medio camino entre el fantasy y la ciencia ficción más aventurera, sin que ello sea necesariamente sinónimo de baja calidad. De la misma época, aunque en un registro diferente, merece la pena mencionar Una odisea marciana (1934) de Stanley G. Weinbaum, o la serie de relatos de Ray Brabbury que en 1950 se publicarían bajo el título conjunto de Crónicas Marcianas. En cierto modo, las Crónicas de Bradbury son el epitafio del Marte de Burroughs y compañía. La exploración espacial estaba avanzando a pasos agigantados y cambiando la imagen que teníamos sobre el planeta rojo, algo que ya se empieza a intuir en Las arenas de Marte (1951) de Arthur C. Clarke y en la posterior El ranger del espacio (1952) del buen doctor Asimov, primera entrega de las aventuras del ranger Lucky Starr (y su compañero, «Bigman» Jones) a través del Sistema Solar. Capítulo aparte merecen los visitantes extraterrestres de Fredric Brown y su Marciano, vete a casa (1955) que son el contrapunto cómico (e irónico) del típico hombrecillo verde de los pulp y las películas de serie B como es el caso de Invasores de Marte (1953) o la primera versión de La guerra de los mundos rodada por Byron Haskin en 1953, donde los trípodes de Wells eran sustituidos por unos platillos equipados con un proyector de rayos articulado y un campo de fuerza que les protegía incluso de una explosión atómica, al igual que las naves nodriza de Independence Day (Roland Emmerich, 1996).


Aunque no haya marcianos, Marte sigue ofreciendo un escenario inigualable a la hora de ambientar una historia, sobre todo a medida que dejamos de pensar en él como en un planeta muerto, y más como un mundo potencialmente habitable o, incluso, terraformable. Sin duda alguna la obra de referencia (Crónicas marcianas aparte) sobre la colonización del cuarto planeta sea la trilogía de Kim Stanley Robinson, formada por Marte rojo (1992), Marte verde (1993) y Marte azul (1994), aunque no esté de más recordar otros títulos como Forastero en Tierra extraña (1961) o Hija de Marte, ambos de Robert A. Heinlein; Tiempo de Marte, de Philip K. Dick (1964); Homo Plus, de Frederik Pohl (1976); o la película Desafío Total de Paul Verhoeven (1990), adaptación de un relato corto del mismo Dick titulado «Podemos recordarlo todo para Usted», de 1966, y que a su vez conoció un nuevo remake (la película, no el relato) en 2012 protagonizado por el irlandés Colin Farrell.


De hecho el cambio de milenio trajo consigo un renovado interés por el planeta rojo, que se evidenció en títulos como Species II (1998), Planeta rojo (2000), Misión a Marte (2000, del siempre interesante Brian De Palma), Fantasmas de Marte (2001, del Maestro Carpenter), Doom (2005, adaptación del videojuego del mismo nombre) o el remake de La guerra de los mundos firmado por Steven Spielberg y protagonizado por Tom Cruise, aunque en esta ocasión se insinúa que los alienígenas no son marcianos, sino que provienen de mucho más lejos, aunque el director recupere conceptos básicos de Wells (como los trípodes) y los combine con la película de 1953 para dar pie a una historia que bebe de la paranoia postmilenarista y el miedo al otro que alentaba en buena parte de la sociedad norteamericana tras los atentados del 11-S.


Curiosamente, pese a todos los avances científicos y tecnológicos, todavía hay miradas al pasado en forma de sentidos homenajes a las historias clásicas de Burroughs, como El valle más allá del tiempo (1976) de Lin Carter, o la incomprendida John Carter de Marte (2012) de Andrew Stanton, que asumen sin complejos su naturaleza pulp y retro, apelando a un público que busca más la aventura de corte tradicional que la verosimilitud científica, aunque también hay autores que aciertan a combinar ambas corrientes, como Andy Weir que en El marciano (2011) retoma un argumento tan clásico como el del naufrago perdido en tierra inhóspita (a lo Robinsón Crusoe) para narrar la odisea de un astronauta abandonado en Marte y su lucha por la supervivencia mientras espera a la misión de rescate. Llevada a la gran pantalla por el británico Ridley Scott (Alien, Blade Runner, Prometheus, etc.), la película se beneficia de una convincente interpretación de Matt Damon que supera con nota su papel como naufrago espacial y único habitante del planeta Marte.


En la actualidad, el planeta rojo sigue despertando nuestra imaginación y estimulando nuestra fantasía, aunque sea con un tono más realista que en la primera mitad del siglo XX. Series de televisión como Marte, o Children of Mars, conviven en el catálogo de la FNAC o Amazon con novelas del estilo de A través de Marte (Geoffrey A. Landis, 2000), la bilogía Illión y Olimpo (Dan Simmons, 2003), Nieve en Marte (Pablo Tébar, 2017) o la ya mencionada El marciano de Andy Wair. Y es que, después de la Tierra, Marte es el planeta del sistema solar más apto para la vida humana, por lo que nuestros ojos se vuelven cada vez más hacia nuestro vecino y hogar potencial de futuras generaciones de emigrantes terrestres, al igual que antaño miles de europeos se embarcaron para colonizar América. Quien sabe, puede que entonces el Marte que nos describieron Bradbury, Clarke y Heinlein (entre otros) sea un poco más real y menos imaginario.


Bibliografía parcial:

- La guerra de los mundos (1898). H. G. Wells.
- Gulliver Jones (1905). Edwin L. Arnold.
- El prisionero del planeta Marte (1908). Gustave LeRouge.
- Una princesa de Marte (1912). Edgar Rice Burroughs.
- El espadachín de Marte (1933). Otis Kline.
- El forajido de Marte (1933). Otis Kline.
- Una odisea marciana (1934). Stanley G. Weinbaum.
- El hombre de Marte (1946). Stanislaw Lem.
- Crónicas Marcianas (1950). Ray Bradbury.
- Eric John Stark: Forajido de Marte (1949-51). Leigh Brackett.
- Las arenas de Marte (1951). Arthur C. Clarke.
- Lucky Starr, el ranger del espacio (1952). Isaac Asimov.
- La espada de Rhiannon (1953). Leigh Brackett.
- A lo marciano (1954). Isaac Asimov.
- Marciano, vete a casa (1955). Fredric Brown.
- Estrella doble (1956). Robert A. Heinlein.
- Forastero en tierra extraña (1961).
- Hija de Marte (1963). Robert A. Heinlein.
- Tiempo de Marte (1964). Philip K. Dick.
- El valle más allá del tiempo (1975). Lin Carter.
- Homo Plus (1976). Frederik Pohl.
- Camino desolación (1988). Ian McDonald.
- Trilogía de Marte (1992). Kim Stanley Robison.
- Marte se mueve (1993). Greg Bear.
- A través de Marte (2000). Geoffrey A. Landis.
- Illion y Olimpo (2003). Dan Simmons.
- El marciano (2011). Andy Weir.
- Nieve en Marte (2017). Pablo Tébar.


Filmografía parcial:

- Invasores de Marte (1953).
- La guerra de los mundos (1953).
- Crónicas marcianas (1980).
- Invaders from Mars (1986).
- Desafío total (1990).
- Species II (1998).
- Misión a Marte (2000).
- Planeta rojo (2000).
- Fantasmas de Marte (2001).
- Doom (2005).
- La guerra de los mundos (2005).
- Marte (2010).
- John Carter (2012).
- Los últimos cien días en Marte (2013).
- The Martian (2015).
- Marte (2017-2018).
- Children of Mars (2019).

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