Aquellos maravillosos años (II)

10 razones para odiarte (1999)
Sin embargo, la nostalgia es un sentimiento muy poderoso (y rentable) que se resiste a desaparecer. Por eso acabó encontrando su hueco en televisión, en series como Aquellos maravillosos años (1988-1993), ambientada entre finales de los sesenta y principios de los setenta, o - ya en clave de comedia - Aquellos maravillosos 70 (1998-2006), de donde saldrían nuevos valores como Mila Kunis, Laura Prepon, Ashton Kutcher o Topher Grace, por poner varios ejemplos. Casualidad o no, la segunda mitad de los noventa vio un resurgir de la comedia adolescente en sus dos versiones, la romántica y la más gamberra. Curiosamente, muchas de estas comedias juveniles de nueva hornada son adaptaciones teen de obras de autores clásicos como Jane Austen (Clueless, de Amy Heckerling, 1995), William Shakespeare (10 razones para odiarte, de Gil Junker, 1999) o Pierre Choderlos de Laclos (Crueles intenciones, de Roger Kumble, 1999), aunque también hubo aproximaciones más indies como la de Richard Linklater en Movida del 76 (1996). Pero sin duda, el título que marcó tendencia, al resucitar el espíritu de Porky’s y actualizarlo para la Generación Y (o del Milenio, como gusten) fue American Pie (Paul Weitz, 1999) con sus sucesivas secuelas y spin-offs. Siguiendo su estela encontramos películas tan intrascendentes (pero comerciales) como Road Trip (Todd Philips, 2000), Colega, ¿dónde está mi coche? (Danny Leiner, 2000) o Juerga de solteros (Gregory Poirier, 2001). El renacer adquiere título oficial con No es otra estúpida película americana (Joel Gallen, 2001), una comedia que parodia escenas y situaciones de muchas de las antedichas, aunque al hacerlo reconoce su popularidad. A destacar el cameo de Molly Ringwald, auto parodiándose a sí misma en su rol de “Chica de rosa”, lo que acerca a su vez la película a aquellas comedias románticas para adolescentes de los ochenta que ya hemos comentado, aunque se quede en una aproximación superficial, y el trazo grueso de la película estropee lo que podía haber sido una sátira inteligente (y autoconsciente) del género, que si se consiguió con la cuarta entrega de American Pie.


American Pie (1999)
No es que el romanticismo haya muerto. De forma paralela a las aquí listadas también se estrenan cintas más políticamente correctas, algunas de las cuales ya hemos mencionado de pasada, como 10 razones para odiarte, aunque el modelo de referencia sea Alguien como tú (Robert Iscove, 1999), otra actualización, en este caso del mito de Pigmalion, con influencias asimiladas de La chica de rosa y otras historias similares, que cimentó las carreras de Freddie Prince Jr.Rachael Leigh Cook, además de acuñar la escena en que la actriz, ya transformada, desciende las escaleras al ritmo de “Kiss me” del grupo Sixpence None the Richer (y que también se parodió en la antedicha No es otra estúpida película americana). Prince repetiría con menor suerte en Esa chica me pone (Kris Isaacson, 2001), mientras que a Leigh Cook pudimos verla en Éxito por los pelos (2001) o Jessie y las Melódicas (Harry Elfont & Deborah Kaplan, 2001) antes de agotar el tirón y acabar refugiada en la pequeña pantalla, al igual que otras actrices de su generación (Jennifer Love Hewitt sería el mejor ejemplo).

Matthew Lillard, Dax Shepard y Seth Green en De perdidos, al rio (2004)
La fiebre American Pie, por su parte, continuaría con el estreno de títulos a cual más desenfrenado, desde el Van Wilder de Ryan “Deadpool” Reynolds (Walt Becker, 2002) hasta el Supersalidos de Greg Mottola (2007), pasando por otros no menos olvidables, como Aquellas juergas universitarias (Todd Philips, 2003), Dos colgaos muy fumaos (Danny Leiner, 2004), De perdidos al rio (Steven Brill) o Sex drive (Sean Anders, 2008). Un detalle curioso es que al revisionar todas estas cintas seguidas, te das cuenta de cómo se repiten las mismas caras entre el reparto: gente como Shannon Elisabeth, Anna Faris, Seth Green, Matthew Lillard, Breckin Meyer, Lochlyn Munro, Jerry O’Connell, DJ Qualls, Tara Reyd, Amy Smart o Seann William Scott, sólo por citar varios nombres, despegaron profesionalmente gracias a este tipo de filmes, aunque luego hayan tenido trayectorias muy dispares y se hayan repartido el éxito de forma desigual. Al margen, merece la pena mencionar algunas curiosidades como High School Musical (Kenny Ortega, 2006), que marcó la pauta a seguir con los nuevos musicales juveniles de Disney, o varios títulos representativos de un determinado tipo de comedia femenina (que no necesariamente feminista), protagonizada por actrices de moda del momento, entre los que merece la pena destacar A por todas (Peyton Reed, 2000), Ingenuas y peligrosas (Francine McDougall, 2001) y Spring Breackers (Harmony Korine, 2012).

Spring Breakers (2012)
Todo pasa, y esta segunda efervescencia de la comedia juvenil no es una excepción. Tras una época dorada (entre 1995-2005, más o menos) el fenómeno va perdiendo fuelle a medida que los gustos del público van cambiando y se imponen otros géneros, como el cine de superhéroes o la ciencia ficción, de la mano del regreso de la saga galáctica de George Lucas, ahora en manos de la Disney. Curiosamente, será la propia American Pie la que le ponga el epílogo agridulce a esta moda con su cuarta entrega oficial, El reencuentro (Jon Hurwitz & Hayden Schlossberg, 2012), que reúne a buena parte del elenco original trece años después de su graduación. Los protagonistas han crecido, han madurado (bueno, puede que Stifler no del todo), y contemplan a las nuevas generaciones con esa sensación de paternalismo que da la experiencia. En cierto modo, El reencuentro es la película que pone punto y final a casi todas las comedias adolescentes, al ir allí donde otros cineastas no se atrevieron: al futuro, diez o más años más allá de los títulos de crédito finales, para mostrarnos el destino final de los personajes, convertidos en sus padres, o camino de serlo, demostrando así que aunque todo cambie, hay cosas que siempre estarán ahí, como el conflicto generacional o el difícil tránsito de la adolescencia a la vida adulta.

American Pie: el reencuentro (2012)

ADDENDA:

Al igual que en otros artículos previos dedicados al Séptimo Arte aquí en el Zoco, al hablar de la comedia adolescente no he pretendido tanto ser exhaustivo, como permitirme un ejercicio de nostalgia autocomplaciente. Por eso, tanto en el cuerpo del artículo, como en la filmografía, habrá gente que eche a faltar determinados títulos que a ellos les parezcan imprescindibles, a la vez que juzguen superfluos algunos de los que yo he mencionado. Mis disculpas de antemano, y si alguien desea añadir esa película que significó un momento especial en su vida, puede usar la sección de comentarios para compartirla con todos los demás.
En otro orden de cosas, el cine “adolescente” (perdón por las comillas) no se agota con la comedia. Aquí hemos mencionado de pasada algunos títulos un tanto ajenos al género (como Golpe al sueño americano, o Jóvenes ocultos), y, de hecho, el cine de terror “adolescente” (de nuevo, perdón por el etiquetado) tuvo también un notable auge a principios de los ochenta y ya de nuevo en los noventa gracias al éxito de sagas como Scream (Wes Craven, 1996) o Sé lo que hicisteis el último verano (Jim Gillespie, 1997), donde aparecen algunos de los intérpretes que hemos ido mencionando a lo largo de esta retrospectiva, aunque en un registro diferente. Tal vez en algún momento del futuro dedique algunas entradas del Zoco a recordar este género-dentro-del-género, que como bien insinuaba Kevin Williamson en Scream y sus secuelas, también tiene su encanto y cuenta con no pocos seguidores.

(Concluye en la siguiente entrega).

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