Star Wars: La deriva de la Fuerza


"Estaban en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Naturalmente, se convirtieron en héroes".
Pricesa Leia Organa de Alderaan, Senadora.

La tibia acogida que ha tenido Han Solo (se calcula que la película le dejará un agujero de 50 millones de dólares a su productora, Disney) viene a confirmar el cada vez mayor distanciamiento entre las nuevas películas y los aficionados de toda la vida que, poco a poco, han ido dándoles la espalda. Si en su momento El resurgir de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015) fue acogida con un Notable alto, y Rogue One (Gareth Edwards, 2016) con un Aprobado por los pelos, el Episodio VIII de Rian Johnson fue sentido como una bofetada en toda la cara hacia los fans más nostálgicos de la saga, que se han vengado dándole mayoritariamente la espalda a este Han Solo que ya empezó con mal pie (Disney cambió a los directores originales por Ron Howard al poco de empezar el proyecto) y que puede acabar convertido en el primer fiasco galáctico de la Era Disney.


Y el caso es que la película, en sí, no es mala, todo lo contrario. Howard es un cineasta solvente, un veterano de la casa que ya ha colaborado con Lucas en proyectos previos, al igual que Lawrence Kasdan, que ya se encargó de pulir sus bocetos de guión en El Imperio contraataca (Irvin Kershner, 1980), El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983) y la antedicha El resurgir de la Fuerza. Alden Ehrenreich se parece a Harrison Ford como un huevo a una castaña, pero el actor hace lo que puede por emular los gestos y la mímica corporal de su predecesor, apoyado en un plantel de rostros tan conocidos como los de Emilia Clarke (Juego de Tronos), Woody Harrelson (True detective), Paul Bettany o Donald Glover, entre otros no menos conocidos. Y aunque reconozco que me hubiese gustado ver algo más de la etapa de Han como cadete en la Academia de Carida, la carrera de Kessel y las partidas de Sabacc han cubierto con creces mis expectativas. Una lástima, lo dicho, ya que uno no puede evitar esa sensación de que Solo ha sido víctima del fuego cruzado entre la Vieja y la Nueva Guardia de Star Wars que, ante el vacío dejado por su creador, han decidido convertirse en guardianes de las esencias de la saga, aunque el conflicto se deje por el camino daños colaterales como los del pobre Han en su primera aventura en solitario.


Curiosamente, la deriva de la Fuerza ya empezó con el propio Lucas y ese engendro titulado La amenaza fantasma de 1999, con sus midiclorianos y ese personajillo irritante y prescindible llamado Jar Jar Binks. No contento con ello, el director insistió en El ataque de los clones (2001), donde nos ofreció alguna de las escenas más ñoñas y diálogos más insufribles del cine romántico actual. De hecho, hay versiones Redux de ambas películas que eliminan toda la parte relativa a Jar Jar Binks, así como todas las escenas de amor entre Anakin y Padme, y mejoran sensiblemente el producto original, sobre todo en el caso de la primera. La precuela no empieza a remontar hasta el estreno del Episodio III (2003) que, con sus más y sus menos, ofrece un digno colofón a la historia pese a algunas contradicciones (si, también Lucas es capaz de meter la pata) con los Episodios IV a VI. Es reseñable también esa obsesión del cineasta por forzar el happy end atando como sea todos los cabos sueltos, como que Luke y Leia sean hermanos, Darth Vader sea su padre, y que - pese a su desolado aspecto - Tatooine sea el planeta más frecuentado del universo. Por no hablar del merchandasing, que nos ha dejado peluches tan adorables como los del Maestro Yoda, los Ewoks o, ya en la era Disney, los Porgs del Ep. VIII.


Como vemos, no es oro todo lo que reluce, y no deja de resultar curioso que muchos de los que en su momento criticaban a Lucas y su nueva trilogía, ahora hagan una defensa cerrada de la saga original en contraposición con el malvado Imperio Disney, el cual sólo busca ganar dinero a costa del sufrido espectador (no como Lucas, que siempre ha considerado su fortuna como algo secundario). Seamos sinceros: está claro que Disney no le ha pagado una millonada de dólares a George Lucas para rodar una trilogía cada quince años, con tres de descanso entre entrega y entrega. Disney viene dispuesta a explotar el filón produciendo nuevas series de animación, de imagen real, y estrenando una película en cines cada año siempre que sea posible y el público responda, algo que a día de hoy no está tan claro, de ahí la importancia de andarse con tiento de cara a los próximos estrenos. Por el momento, la casa ha recuperado a Abrams para dirigir el Ep. IX (esperemos que el responsable de Perdidos sepa enderezar el rumbo tras el relativo batacazo de Johnson) mientras que se anuncian nuevos spin-offs dedicados a personajes tan emblemáticos como Obi Wan Kenobi o Boba Fett.
Hace poco otro conocido del mundillo cinematográfico me comentaba que, al contrario de lo que pasaba con Star Wars, Disney si había acertado con el Universo Cinematográfico Marvel, y me ponía ejemplos como Los guardianes de la galaxia de lo que podría haber sido una buena película de la guerra de las galaxias. Si bien todas las comparaciones son odiosas, esta en particular es además injusta, ya que si comparamos las películas Marvel que se hacen ahora con sus predecesoras de los setenta u ochenta, está claro que las actuales ganan por goleada, mientras que cualquier película que se ruede sobre Star Wars tendrá que enfrentarse al recuerdo de la trilogía original y, muy en especial, de los Episodios IV y V. Sin embargo, en Disney han decidido (legítimamente) que no se puede andar a vueltas con la nostalgia toda la vida, repitiendo los viejos tópicos e insistiendo en los mismos argumentos. Como decía Kylo Ren, es hora de dejar atrás el pasado: los Jedi, los Sith, la Alianza, el Imperio... Todo fuera. Muera lo viejo, viva lo nuevo. A partir del Ep. IX la saga se abre a nuevos mundos, nuevos caminos, nuevas posibilidades. Y quizás por ello Solo y Rogue One tienen tanto encanto: porque en vez de alejarse de lo que conocemos, suponen una mirada fresca a algo que ya estaba ahí, pero apenas esbozado. Aun queda mucho por descubrir entre (y durante) las seis películas originales, incluso aunque nos hayamos desprendido del viejo universo Expandido y se esté creando una nueva continuidad que, como este Solo, tampoco tiene porque alejarse mucho de lo que ya conocemos, o creíamos conocer. De hecho, aun queda espacio para varias historias más entre este spin-off y el Episodio IV. ¿Qué fue de Qi’ra tras sustituir a Dryden Vos? ¿Cuál es la verdad que se oculta tras la sorprendente identidad del líder del Crinsom Dawn? ¿Qué conexión hay entre la banda de Enfys Nest y la incipiente Rebelión? ¿Y cómo perdieron Han y Chewie ese cargamento que les dejó en deuda con Jabba el Hutt? Historias que ojalá salgan a la luz algún día, ya sea mediante una secuela (dudoso), una novela del nuevo canon, o en algún futuro spin-off como el de Boba Fett. ¿O quizás uno dedicado a Lando Calrissian? En esta galaxia tan lejana, todo es posible, y los únicos obstáculos insalvables son la falta de talento o de imaginación a la hora de sacar las ideas adelante. El tiempo lo dirá. Entretanto, tenemos una cita pendiente con el Ep. IX que, esperemos, responda algunas preguntas a la vez que deja la puerta abierta a nuevas posibilidades.

Hace mucho tiempo, en una galaxía muy, muy lejana...


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