Star Wars: el corazón de un Jedi no es tan solitario como parece...
Recuerdo que cuando éramos más jóvenes, todos los aficionados a la guerra de las galaxias queriamos ser como Han Solo. Vale que Luke era el protagonista principal (al menos de la primera película), que era el Caballero Jedi y sobre sus hombros recaia la dura tarea de destruir una Estrella de la Muerte, liquidar al Emperador y traer a Vader de vuelta del lado oscuro. Pero pese a todo ello (o, tal vez, debido a) el pobre Luke resultaba un poco insulso y aburrido, mientras que el bueno de Han era el alma de la fiesta: el bribón-no-tan-malo que se las traia de calle, con una novia en cada puerto espacial, especialista en sobrevivir como fuese, y que se reia de todos y de todas a lo largo de tres películas e innumerables comics y novelas. Al final, él es quien se queda con la princesa Leia, mientras que Luke se queda de luto, para vestir santos y con cara de circunstancias.
Sin embargo, la vida sentimental del hijo de Anakin Skywalker ha sido más intensa de lo que parece, como bien sabe cualquier aficionado al Universo Expandido de George Lucas donde nuestro Caballero Jedi favorito ha tenido sobradas ocasiones de ejercer de galán, al contrario de lo que ocurría en la saga fílmica.
Yéndonos a la adolescencia - que como bien sabemos, es esa etapa de la vida en la que a uno se le despiertan los midiclorianos... digo, las hormonas, con perdón - poco es lo que sabemos de las aventuras románticas del joven Luke en Tatooine y tal vez sea mejor así. En la película original tan sólo hay veladas referencias a una joven, Camie, que parece estar amancebada con otro de los conocidos de Luke (Fixer) aunque viendo el caracter casquivano de la zagala, y como sobaba a Biggs Darklighter la primera vez que este regresó de uniforme a su planeta natal, no cabe descartar que ella o alguna nativa similar le diera calabazas a nuestro protagonista ya a muy tierna edad.
Curiosamente, y para escándalo de toda una generación de aficionados, es la imagen seductora de la Princesa Leia la que mete a Luke en problemas y le saca de Tatooine para acabar convertido (queriéndolo o no) en un heroe de la revolución. Y es que por mucho que Lucas haya querido arreglarlo con posterioridad, tras las miráditas de cordero degollado que Luke le dirige a la princesa, o ese beso labial sin lengua que intercambian para darse suerte sobre el foso de la Estrella de la Muerte, hay auténtica pasión. Por no hablar del morreo (esta vez si, con lengua) que la misma princesa le mete delante de las narices de Han Solo para bajarle los humos a este último poco antes de tener que salir de Hoth por piernas (Por cierto, de forma piadosa Lucas borró de El retorno del Jedi la escena en que Leia se lavaba dientes y lengua con lejia tras descubrir la asombrosa realidad).
Sin embargo, entre dimes y diretes con la princesa, a Luke no le faltó tiempo para seducir a otras jovencitas u oficiales de la rebelión entre que perfeccionaba sus habilidades como piloto y caballero jedi, como es el caso de Tanith Shire, Deena Shan o la Hermana Domina Tagge. Sin embargo, la única que llegó a poner realmente de los nervios a la princesa Leia fue la teniente Shira Brie, cuyas carantoñas con el gallardo Luke dieron mucho que hablar entre la incipiente rebelión antes de descubrir que Shira era una agente imperial inflitrada por el mismísimo Darth Vader. Como del amor al odio no hay más que un paso, la teniente Brie regresó de la muerte reconvertida en la Jedi Oscura Lumiya durante la invasión de los Nagai, tras los eventos de El retorno del Jedi.
Otro casi interés romántico del caballero jedi en ciernes fue Gaeriel Captison, una de las dirigentes de Bakura durante la época de la invasión Sii-ruvi, aunque la cosa no fue más allá del tonteo platónico, al igual que ocurrió con Callista, otra caballera Jedi que colaboró con Luke para enfrentarse al Ojo de Palpatine, el proyecto Espada Oscura de los Hutt o la plaga de la Semilla de la Muerte. Posteriormente, durante la crisis yevethana Luke conoció a Akanah Norand Pell, una joven fallanassi que le embarcó en una búsqueda de sus raices familiares a través de la galaxia y si bien durante un tiempo viajaron juntos e intercambiaron consejos y disciplinas, no cabe decir que Akanah fuera un interés romántico para el cada vez más responsable caballero Jedi.
La única mujer que sacudió el corazón de Luke tal y como lo hizo aquella primera visión juvenil de la princesa Leia fue Mara Jade, antigua mano del Emperador y posteriormente asociada formal del contrabandista Talon Karrde. Será durante el regreso del Almirante Thrawn de las Regiones Inexploradas, cinco años después de la batalla de Endor, cuando los caminos de ambos se crucen y si bien en un principio Mara no muestr por él más que odio y desprecio, poco a poco va surgiendo un cierto feelin entre ambos que no tiene ocasión de concretarse ya que tras repeler la ofensiva de Thrawn Mara se fue de crucero con Lando Carlissian, mientras que Luke decidió concentrar todos sus esfuerzos en reconstruir la Orden Jedi con su Academia en Yavin 4. Sus devaneos con Callista y Akanah no le hicieron olvidar a Mara y cuando se reencontró con ella, muchos años después, durante los eventos de la Mano de Thrawn, los antiguos sentimientos volvieron a resurgir entre ambos, sentimientos que se reafirmaron con su boda delante de la plana mayor de la Nueva República y de la Orden Jedi. Tras el enlace, Luke rompe definitivamente su carrera de rompecorazones para volcarse en su matrimonio que pasa alternativamente por momentos difíciles (como la enfermedad de Mara durante la invasión Yuuzhan Vong) o reconfortantes, como ocurre con el nacimiento de su hijo, Ben Skywalker.
El enlace con Mara pone punto y final, pues, a una carrera de rompecorazones que, si bien no ha sido tan intensa como la de su camarada y pariente Han Solo, rompe con la imagen de chico-tímido o monje-ascético que algunos parecen empeñados en aplicarle a nuestro protagonista.
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