The day the music died

Hoy se cumplen exactamente cincuenta años del aniversario de la muerte de Buddy Holly. En otoño de 1958, Holly abandona su grupo habitual - The Crickets - y empieza una breve carrera en solitario que se corta de forma trágica el 3 de febrero de 1959. Recién casado y con apuros económicos, a principios de ese año había emprendido una gira por los EEUU en compañía de otros célebres músicos del momento como Ritchie Valens, Dion and the Belmonts o The Big Bopper. En el curso de esta gira Valens, Bopper y el propio Holly fallecieron en un accidente de aviación cuando la avioneta en la que viajaban se estrelló en un campo de maíz en el estado de Iowa. Las fotos de los cadáveres de los músicos, desparramados sobre el terreno, dieron la vuelta al mundo e inspiraron la célebre canción de Don McLean American Pie (1971) que incluye la frase "The day the music died".
Por exagerado que parezca Holly iba camino de convertirse en uno de los grandes mitos del rock de los 50, estatus que su prematura muerte no hizo más que cimentar para la posteridad. Nacido Charles Hardin Holley en Lubbock, Texas, el 7 de septiembre de 1936, fue uno de los pioneros del rock blanco y una seria amenaza al trono del rey, el gran Elvis Presley. Mientras que Elvis, con su magnetismo animal y sus lúbricos meneos de cadera, provocaba el recelo de los padres de familia y demás mentes conservadoras de la América WASP y anticomunista de los 50, Holly ofrecía una imagen mucho más suave y socialmente aceptable. Pero tras sus gafas de pasta, trajes discretos y pelo pulcramente peinado se escondía una de las mentes más brillantes de la música de la primera mitad del siglo XX. Fue el primer artista de su época que, sin renunciar a su patrimonio cultural (country) y generacional (rock & roll) marcó un estilo en el que predominaban la melodía y los arreglos sobre el ritmo. Buddy Holly & The Crickets establecieron y popularizaron el esquema clásico que miles de bandas de rock han repetido con posterioridad: dos guitarras, bajo y batería. Además, fue un precursor en el campo de la fusión de las orquestas con los instrumentos amplificados y en la introducción en el rock de sonidos poco habituales.
Para el recuerdo quedan un puñado de canciones míticas entre las que destacan, por méritos propios, todas las que componen el álbum That'll be the day de 1958 y, en especial, la que le da título, con su soberbio riff de guitarra que tanto ha influido en grupos posteriores (baste con escuchar el Revolution de los Beatles). Pero la lista de admiradores y/o deudores de Buddy Holly & The Crickets es mucho más extensa y llega hasta nuestros días a través de artistas del calibre del ya citado Don McLean, The Modern Lovers, Elvis Costello o más recientemente Weezer, solo por citar varios ejemplos. Y es que en eso consiste la magia del Rock: que sus grandes estrellas nunca mueren, mientras alguien siga escuchando sus canciones. Esta va por ti, Buddy.

Comentarios

Alejandro Caveda ha dicho que…
Uff... Nada que añadir a un comentario tan extenso salvo gracias por las molestias y hasta pronto ;)

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