El fin de una Era
Hoy podría ser un domingo como otro cualquiera, pero no. La próxima vez que volvamos a pasar por Arco Iris, Antón ya no estará allí. Alguien que no sea cliente asiduo, ni conozca el local ni al librero no podría entenderlo, pero para mucha gente esa librería y su no menos peculiar inquilino era una parte importantísima de nuestras vidas. Es el fin de una era. Primero se extinguieron los dinosaurios, y ahora el librero se retira. Si no fuera porque el milenio ya ha pasado, se podría decir que el fin de los días se avecina.
Aun recuerdo la primera vez que crucé el umbral de dicho local. Fue hace más de diez años, buscaba unos tebeos originales americanos, le pregunté a un amigo donde podría conseguirlos o encargarlos y él fue quien me llevó por primera vez a Arco Iris y me presentó a su peculiar inquilino, un refugiado vasco bilbaino de aspecto enjuto y vagamente cervantino, que respondía al nombre de Antón (el común de los mortales nunca supimos su apellido).
Arco iris empezó como una juguetería que vendía juguetes educativos didácticos; con el tiempo, Antón amplió el negocio a libros infantiles y juveniles; de ahí pasó a los manuales de rol y las cartas de Magic para terminar convertido en un librero especializado en la venta de comics de todo tipo, aunque en el cartel de entrada el rótulo siguiese anunciando "Juguetería Arco Iris". Mi familia y mis sucesivas parejas nunca me entendían cuando me iba de casa diciendo "Me voy a la librería que he quedado con los colegas para tomar algo" y pensaban que Arco Iris debía ser algo así como la FNAC o la Central, una mezcla de kiosco-cafetería-bar de copas. En realidad, era un poco de todo eso y muchas cosas más. Aparte del polvo y las cajas de cartón, Antón supo darle un encanto especial al negocio de manera que además de punto de compra de tebeos era lugar de encuentro, reunión y tertulia de mucha gente que nos conocimos gracias precisamente al librero y su local y cuyas vidas, en otras circunstancias, hubieran seguido caminos separados. Y aunque con el tiempo la vida a veces nos ha llevado por senderos intrincados, más de uno se sorprendería de comprobar cuantas amistades, vocaciones y amoríos se forjaron entre las cuatro paredes de esa atípica librería y bajo la irónica mirada de su propietario.
Antón nos deja. Tras años de insinuar que traspasaba y dar todos por hecho que tal acontecimiento no llegaría nunca, finalmente el librero se retira del mundo de la viñeta para pasar más tiempo con su familia y dar rienda suelta a otra de sus pasiones: la hostelería. En breve podremos encontrarlo regentando una vinatería (vasca, por supuesto) en algún lugar del Coto. Entretanto, la vida sigue. Otro librero se hará cargo del local, un chico más joven que viene de Madrid y ha trabajado en librerías especializadas de la capital, por lo que la pervivencia del negocio de momento parece asegurada. Pero Arco Iris era algo más que comprar comics, y si tu no parabas por ahí nunca podrás entenderlo. El local estará más limpio, mejor organizado, estoy seguro de que el nuevo dueño será más profesional y lo llevará más al día y de forma más eficiente, pero algo del viejo encanto se habrá perdido. El librero vasco híbrido de Liam Neeson y don Quijote, tocado con su eterna chapela, y su apestoso purito habano ya no estará ahí. Y aunque por un lado me alegro por él, porque se va feliz a cumplir con otro de sus sueños personales (y le deseo toda la suerte del mundo, igual que hasta ahora) otra parte muy pequeña dentro de mí se siente triste, y algo melancólica, porque hay otro rincón de mi vida que ha cambiado y ya no volverá a ser lo mismo, aunque su legado perdure. Ya se sabe que la vida es cambio, y a la larga la mayoría son buenos, pero hay que acostumbrarse.
Comentarios
Comparto tu sentir, desde otro ángulo por supuesto. Soy la compañera de Antón.
Razón llevas en que ese "jesuita" quijotesco ha dejado un legado importante en vuestras vidas. No voy a ponerme a alabar las cualidades de la persona con quien comparto vida desde hace más de quince años. Pero a muchos de vosotros os he visto ir creciendo en este tiempo, y no me refiero a tamaño de vuesta envoltura. Arco Iris ha sido un reducto de TOLERANCIA, y lo pongo con mayúsculas. Esta palabra que ya cae en el mal uso de tanto usarla. Habéis hecho amistad personas muy dispares en su ideolóogía y, a la vez, no sólo os ha unido la pasión por el cómic sino la pasión por sentir y entender la vida como un acto solidario.
Algo o, yo creo que mucho, ha tenido Antón que ver ahí.
Gracias por estar con nosotros y ha sido un orgullo compartiros.
Nos seguiremos viendo en otro ambiente, también libre.
Un abrazo.
Maite
Para los que no entiendan muy bien la importancia de todo esto, el porque del post de Alejandro, sólo tienen que leer el cometario de Maite, creo que después de eso lo tienen que entender.
La vida es muchas cosas, y soy el primero en decir que muchas no se en que consisten, pero una de las definiciones que me sirven es que "la vida es tener amigos". Y algunos de mis mejores amigos me los encontré en Arco Iris, en Antón: Nino, Rafa, Alejandro, Sergio... y, claro, Maite y Antón.
Es cierto que un capitulo se acaba, pero seguimos siendo inteligentes y guapos, podemos seguir hablando, discutiendo, discrepando y riendonos unos de otros de otros!´
Ya tengo ganas de veros otra vez a todos, como dice Maite, en otro ambiente.. pero vino, libros, comics, amigos, todo eso es cultura. Quizá en los ministerios no lo sepan, pero lo sabemos nosotros.
Salud!
G M F
Estoy seguro de que tanto Mayte como Antón te agradecen tus amables palabras, Arco Iris ha significado en nuestras vidas mucho más que una mera librería, como tu bien explicas. Mismamente, es dudoso que tu y yo hubiesemos llegado a conocernes y a tener el grado de amistad que tenemos de no haber coincidido en dicha plaza. Pues eso.