Opar la fantástica
Opar es una palabra de resonancias exóticas y múltiples significados. Para los lectores de Edgar Rice Burroughs, es aquella ciudad en ruinas perdida en el interior del África misteriosa donde la bella sacerdotisa La intentaba mantener su dominio sobre una raza decadente. Años más tarde, Philip Jose Farmer nos ayudaría vislumbrar parte del fastuoso pasado de la urbe en sus novelas protagonizadas por Hadon, el héroe de la antigua Opar.
Opar fue también el nombre de un fanzine de vida breve pero intensa y emocionante: un fanzine de aventuras en la mejor tradición del género que no logró superar su cuarto número de existencia, pero se creo un hueco en el ánimo de todos aquellos que tuvieron ocasión de leerlo o incluso - como fue mi caso - de colaborar, aunque fuese ya casi in extremis (Alfonso Cobo dixit).
En la actualidad, Opar es el nombre de un elegante siames de porte aristocrático y caracter afable, pero también el de una librería, uno de esos oasis de cultura y entretenimiento que uno puede tener la sorpresa de encontrarse cuando deambula por la capital.
Todos estos lugares, personajes y lecturas tan dispares están relacionados, y cobran sentido en torno a la figura de Alfredo Lara; lector, aficionado, coleccionista, faneditor, supervisor de colecciones y ahora por fin librero, en el más amplio sentido de la palabra. Con ese aspecto intelectualmente entrañable, como el de un rejuvenecido Woody Allen, Alfredo es uno de esos personajes anónimos pero que sin embargo todo el mundo conoce que tanto y tan bien ha hecho por la narrativa histórica y el fantástico en nuestro país. Ha estado y está detras de proyectos como el ya aludido fanzine Opar; la colección de novela histórica de Valdemar; el nuevo sello editorial Forminge, y por último, pero no menos importante, la librería Opar. Sita en la madrilena calle Duque de Sesto 37, Opar ofrece al visitante que cruce sus puertas, casualmente o a tiro fijo, la mejor selección del catálogo de Valdemar, incluyendo muchos títulos ya descatalogados imposibles de conseguir incluso a través de otras librerías y distribuidoras, amén de un extenso surtido de literatura variada de 2ª mano, en impecable estado, que va desde la CF al terror pasando por la novela de aventuras, fantasía, policiaca o ensayo. Todo ello servido con el buen hacer de Alfredo y sus colaboradores habituales.
Que le voy a hacer, pero me encantan esas librerías antiguas que huelen a libro viejo, con las paredes recubiertas de estanterias de madera y decoradas con posters y reproducciones litográficas; esas librerías donde puedes pasarte horas rebuscando ese número, título o ejemplar que aun te falta sin que un empleado de uniforme te mire mal; esas librerías donde el librero, cuando le preguntas por un autor, título o editorial, sabe enseguida de lo que le estas hablando y no necesita consultar ninguna base de datos en Internet, porque es lo suyo, le gusta y conoce su oficio; esas librerías, en resumen, donde puedes pasarte horas charlando con el librero, u otros clientes, de literatura o lo que se tercie. Esos lugares en los que, hablando en plata, te sientes a gusto. Como era antaño Musidora, o todavía es Paradiso, aquí en Gijón; o como son Miraguano y Opar en Madrid. Y es que ahora que soy viejo - citando a Nino Ortea - no puedo dejar de sentirme nostálgico, como cuando era joven. Esta va por ti, Alfredo.
Para navegantes interesados, el link de la librería es: www.opar.iberlibro.net
Opar fue también el nombre de un fanzine de vida breve pero intensa y emocionante: un fanzine de aventuras en la mejor tradición del género que no logró superar su cuarto número de existencia, pero se creo un hueco en el ánimo de todos aquellos que tuvieron ocasión de leerlo o incluso - como fue mi caso - de colaborar, aunque fuese ya casi in extremis (Alfonso Cobo dixit).
En la actualidad, Opar es el nombre de un elegante siames de porte aristocrático y caracter afable, pero también el de una librería, uno de esos oasis de cultura y entretenimiento que uno puede tener la sorpresa de encontrarse cuando deambula por la capital.
Todos estos lugares, personajes y lecturas tan dispares están relacionados, y cobran sentido en torno a la figura de Alfredo Lara; lector, aficionado, coleccionista, faneditor, supervisor de colecciones y ahora por fin librero, en el más amplio sentido de la palabra. Con ese aspecto intelectualmente entrañable, como el de un rejuvenecido Woody Allen, Alfredo es uno de esos personajes anónimos pero que sin embargo todo el mundo conoce que tanto y tan bien ha hecho por la narrativa histórica y el fantástico en nuestro país. Ha estado y está detras de proyectos como el ya aludido fanzine Opar; la colección de novela histórica de Valdemar; el nuevo sello editorial Forminge, y por último, pero no menos importante, la librería Opar. Sita en la madrilena calle Duque de Sesto 37, Opar ofrece al visitante que cruce sus puertas, casualmente o a tiro fijo, la mejor selección del catálogo de Valdemar, incluyendo muchos títulos ya descatalogados imposibles de conseguir incluso a través de otras librerías y distribuidoras, amén de un extenso surtido de literatura variada de 2ª mano, en impecable estado, que va desde la CF al terror pasando por la novela de aventuras, fantasía, policiaca o ensayo. Todo ello servido con el buen hacer de Alfredo y sus colaboradores habituales.
Que le voy a hacer, pero me encantan esas librerías antiguas que huelen a libro viejo, con las paredes recubiertas de estanterias de madera y decoradas con posters y reproducciones litográficas; esas librerías donde puedes pasarte horas rebuscando ese número, título o ejemplar que aun te falta sin que un empleado de uniforme te mire mal; esas librerías donde el librero, cuando le preguntas por un autor, título o editorial, sabe enseguida de lo que le estas hablando y no necesita consultar ninguna base de datos en Internet, porque es lo suyo, le gusta y conoce su oficio; esas librerías, en resumen, donde puedes pasarte horas charlando con el librero, u otros clientes, de literatura o lo que se tercie. Esos lugares en los que, hablando en plata, te sientes a gusto. Como era antaño Musidora, o todavía es Paradiso, aquí en Gijón; o como son Miraguano y Opar en Madrid. Y es que ahora que soy viejo - citando a Nino Ortea - no puedo dejar de sentirme nostálgico, como cuando era joven. Esta va por ti, Alfredo.
Para navegantes interesados, el link de la librería es: www.opar.iberlibro.net
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