Recordando "Noche de Miedo" (1985)


"Bienvenidos a la noche de miedo. La auténtica".
(Jerry Dandridge en Noche de miedo, 1985).

Los ochenta fueron una buena década para el cine de terror, en general, y para el género de vampiros, en especial, que nos dejó títulos tan interesantes como Salem's Lot (1979), Vamp (1986), Turno de noche (1987), Jóvenes ocultos (1987) o Los viajeros de la noche (1987), además del que ahora nos ocupa. En general, todas estas películas intentaban actualizar la figura del no muerto, alejándola de la estela de Lee y Lugosi e intentando imaginar como se comportaría un vampiro que realmente existiese hoy día. Así, en Vamp, Grace Jones es la dueña de un club nocturno de strip-tease donde los clientes suelen desaparecer más de la cuenta; en Turno de noche encontramos a un vampiro que trabaja de taxista una vez que se ha puesto el sol, y en Noche de miedo Jerry Dandridge parece más un sofisticado hombre de negocios de San Francisco que un chupasangres gótico a lo Nosferatu. Lejos quedaban los tiempos en que Lestat haría historia. En ese sentido, el filme de Tom Holland marcó un punto de inflexión ya que muchos de los títulos que hemos mencionado vinieron después, y la influencia de Noche de miedo en ellos es más que evidente.
A grandes rasgos, Noche de miedo cuenta las peripecias de Charley Brewster (William Ragsdale), un joven adolescente que por accidente descubre que Jerry Dandridge (Chris Sarandon), su nuevo y atractivo vecino, es en realidad un vampiro. Lejos del estereotipo tradicional del No Muerto, Dandridge es elegante, seductor, viste a la moda, y no tiene ningún reparo en perseguir a sus víctimas en discotecas o salas de baile, aunque si retiene algunos aspectos del vampiro clásico, como son la aversión a las cruces y espejos, o el que necesita invitación expresa para introducirse en otra casa que no sea la suya. La única persona dispuesta a creer a Charley es Harry Vincent (Roddy McDowall), un presentador de películas clásicas de terror y supuesto cazavampiros, que tras su escepticismo inicial se encontrará con la sorpresa de que, después de todo, los descendientes de Drácula si existen.


La película fue escrita y dirigida por Tom Holland, un cineasta famoso por haber creado también el personaje de Chuky, alias el muñeco diabólico, pero que en Noche de miedo opta por un argumento con aires de comedia juvenil y cierto sabor nostálgico que se hace especialmente evidente en la figura de Peter Vincent o ya al final, cuando Charley y el cazavampiros penetran en la casa de Dandridge y este se enfrenta a ellos con un look clásico que recuerda - hasta cierto punto - al Drácula de Frank Langella, incluso en su desagradable final, ya que queda reducido a cenizas tras ser expuesto a la luz del día.
El modesto éxito de Noche de miedo permitió que se rodase una secuela apenas tres años más tarde donde Ragsdale y McDowall repitieron como protagonistas. En esta ocasión Charley ha dejado su casa para estudiar en la Universidad, pero su rutina cotidiana se verá afectada por la llegada de Regina Dandridge (interpretada por una bellísima y sugerente Julie Carmen) y sus secuaces, dispuesta a lo que sea con tal de vengar a su hermano Jerry: arruinar la carrera de Peter Vincent y vampirizar a Charley para que sea su esclavo por toda la eternidad (algo que no parece tan terrible viendo a la susodicha, pero no vamos a enmendarle la plana al guionista con efecto retroactivo). Al final Regina tiene un final muy parecido al de su hermano, tras lo cual Charley y su compañero de aventuras pueden proseguir tranquilamente con sus vidas o, al menos, eso suponemos, ya que no hubo una tercera entrega (por aquel entonces, lo de las trilogías no debía de estar tan de moda como ahora).


Sin embargo, Noche de miedo no ha sido ajena a la fiebre por los remakes que desde hace unos años infecta a Hollywood y que, salvo honrosas excepciones, nos ha dejado más paja que películas que merezcan la pena. Huelga decir que la Noche de miedo del 2011 no es una de esas honrosas excepciones ya que no aporta nada sustancial a su predecesora más allá del salto temporal y el cambio de actores. Colin Farrell, todo un experto en remakes (recuérdese su Total Recall) retoma el testigo como Jerry Dandridge, mientras que en el papel de Charley Brewster encontramos al tristemente fallecido Anton Yelchin (Mr. Chejov en la nueva Star Trek) junto a David Tennant como el nuevo Peter Vincent, ahora mago escapista en vez de presentador de televisión. Sin embargo, pese a tener más medios y presupuesto a su disposición, el director Graig Gillespie no logra superar el encanto ni el sentido del suspense de la película original. Colin Farrell es un tipo atractivo, pero su personaje carece de la elegancia y sofisticación que sí le imprimía Chris Sarandon, mientras que aquí Farrell parece más bien un matón de taberna irlandesa. Tampoco Tennant consigue hacernos olvidar a Roddy McDowall, pese a que su Peter Vincent sea más aguerrido y tenga menos vis cómica que su predecesor. Yelchin, en cambio, si resulta creíble en su rol de héroe adolescente que supera sus miedos para plantarle cara a un adversario sobrenatural y casi indestructible, por lo que no podemos sino lamentar de nuevo la triste y prematura muerte de este joven actor, que apuntaba maneras, y muy buenas.


Volviendo al filme en sí, la escena final recuerda más a Noche de miedo 2 que a la primera entrega, tanto por la ambientación subterránea, como por el plan de Farrell / Dandridge, que pasa por crear un nuevo nido de vampiros, al igual que quería hacer Julie Carmen en la antedicha secuela. Y es que a diferencia de los hermanos Dandridge, Colin Farrell trabaja solo. No tiene ningún sicario que le proteja durante el día, como Chris Sarandon, o toda una legión de guardaespaldas, como Julie Carmen. Eso hace que todo el foco de atención se centre sobre el actor irlandés, que pese a sus esfuerzos (y la ayuda de los efectos especiales) no resulta tan amenazador en su cotidianidad como si lo aparentaba el antedicho Sarandon. Lo mejor del remake puede ser que tras su visionado uno se queda con más ganas de ver (y disfrutar) la película original, que con sus más y sus menos (el tiempo no pasa en balde, y quieras que no, es una película muy de su época) resulta mucho más emocionante y entretenida que la versión del 2011, que en general se hace excesivamente larga y, a ratos, hasta aburrida.

Filmografía:

- Noche de Miedo (Tom Holland, 1985) con Chris Sarandon, Roddy McDowall, William Ragsdale y Amanda Bearse.
- Noche de Miedo II (Tommy Lee Wallace, 1988) con William Ragsdale, Roddy McDowall, Tracy Lind y Julie Carmen.
- Noche de Miedo (Craig Gillespie, 2011) con Colin Farrell, Anton Yelchin y Colin Tennant.
- Noche de Miedo 2 (Eduardo Rodríguez, 2013) con Will Payne, Jaime Murray y Sean Power.

Comentarios

Jose ha dicho que…
Yo he visto las dos películas originales de noche de miedo y tengo que decir que en la primera parte la novia del protagonista vampirizada es el vampiro con la boca mas grande y mas ancha que he visto en una película en esa boca cabía mas de una víctima, la segunda parte es mas floja aunque el protagonista tiene mas química con la novia que tiene en la segunda parte que la que tenía en la primera el remake no lo he visto estoy harto de como hacen remakes a falta de ideas y siguen destrozando grandes clásicos, saludos.
Alejandro Caveda ha dicho que…
Puede que sea cosa de la nostalgia, Jose. Es una película muy ochentera, pero que todavía se deja ver con cierto agrado, así como su secuela. El remake es muy flojo, puramente comercial. La fiebre de Hollywood por los remakes no tiene visos de remitir a corto plazo y no deja títere con cabeza, aunque a veces sirven para que apreciemos más el orginal, como en este caso.

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